Resumen de Confidenciales nº 1218
A.R. Mendizabal.- Al ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo, le asestan este martes tres mandobles de padre y muy señor mío. Probablemente ése era el ruido de sables anticipado al que se refería el ministro principal de Gibraltar, Fabian Picardo. Son tres sonoros editoriales sobre Gibraltar en la prensa internacional. Si Margallo pretendía armar un revuelo al decir que 'se ha acabado el recreo', habrá que reconocer que lo ha logrado. Otra cosa es que sirva para algo. O que al final no sean España y los españoles los más perjudicados en este nuevo rifirrafe. Aunque todo hay que decirlo: la 'sexy quote' más repetida o frase con más gancho de estas últimas horas no es la del ministro español, sino la de Picardo con su evocación de Franco, los sables y Corea del Norte. Y los tres editoriales aluden a la polémica como coartada nacionalista y elemento de distracción frente a los graves problemas económicos de España. Curiosamente, ninguno menciona el caso Bárcenas en ese sentido.
Los editoriales se publican respectivamente en The Guardian, The Daily Telegraph y The Wall Street Journal, y toman partido por la colonia británica, como no podía ser menos en la prensa anglosajona. Pero lejos de centrarse en la polémica de los bloques de cemento y la pesca, cargan contra las largas demoras en la verja y contra el anuncio de Margallo de los 50 euros por cruzar de un lado a otro y la inspección a los llanitos con posesiones en la costa. Pocos reparan en la habitual imprudencia del titular de Exteriores de divulgar sus planes por adelantado para que luego se admita que se va a estudiar la viabilidad legal de los mismos. Da idea de una seriedad cero patatero.
Tampoco se mencionan para nada las resoluciones de la ONU, los límites exactos del Peñón cedido por el Tratado de Utrecht, la anexión paulatina y metro a metro de más superficie por parte de la colonia y otros puntos pertinentes. Mucho menos los conceptos de soberanía territorial y de derecho de autodeterminación o derecho a decidir de los gibraltareños, que no les compete por no ser población autóctona pero en el que se ampara el Gobierno de Londres. En cambio, sí insisten los editoriales en que la Roca es británica y que eso no hay quien lo mueva. Y ya está. Pero es que muchos sucesivos Gobiernos españoles han ido aparcando o relegando a segundo plano esos pormenors según el interés a corto plazo de cada momento. Una política errática que ha llevado a donde ha llevado. Mientras tanto, Gran Bretaña ha seguido una línea recta, con laboristas y con conservadores.
El editorial de The Guardian, tal vez el más receptivo a las inquietudes españolas, es al mismo tiempo el más duro personalmente con Margallo. Se titula 'Gibraltar, una distracción real'. En el sumario recoge el argumento de fondo: 'España y Gran Bretaña tienen cosas más importantes que hacer, como la deuda española y las turbulencias en el norte de África, que darle vueltas y más vueltas a Tratados de hace 300 años'. Es el único texto que recoge que España no reconoce las aguas territoriales gibraltareñas por no formar parte del Tratado y hace énfasis en los acuerdos de 1999 y 2006 para suavizar la vida cotidiana en torno al Peñón.
Hay frases duras. Una: 'Desde el momento en que Mariano Rajoy llegó al poder, Madrid ha adoptado una línea más dura sobre Gibraltar, insistiendo en conversaciones con David Cameron sin participación de las autoridades gibraltareñas'. Dos: 'En una crítica de la actitud conciliadora hacia el territorio británico adoptada por el anterior régimen socialista, el actual ministro de Exteriores, José Manuel García Margallo, parece decidido a revocar todo lo que hicieron sus más capaces predecesores'. Tres: 'Si otras disputas de soberanía indican algo, hay poco que ganar con la vuelta a la vieja política de la disputa que el halcón ministro español está sugiriendo'. En conclusión: que los gobernantes sean adultos y no carguen las consecuencias del contencioso sobre las espaldas de los ciudadanos.
El editorial de The Daily Telegraph emplea como título una expresión peyorativa muy conocida: 'Spanish Practices'. Se refiere a los hábitos españoles de sacar tajada y convertir la excepción en regla o la costumbre en ley. Como cuando en el trabajo se va la gente a tomar café nada más llegar a la oficina o la fábrica. El diario mezcla ese concepto con el de una maniobra de despiste: 'El Gobierno español, en serias dificultades económicas, ha buscado distraer a sus ciudadanos removiendo las brasas de una vieja queja sobre Gibraltar'. Aunque reconoce que la comparación de Picardo del Gobierno Rajoy con Franco es una 'exageración', luego atiza. Porque es la forma de introducir su propio símil: 'A decir verdad, la pauta es mucho más parecida a la que se ha visto con Argentina y las Malvinas, con otro Gobierno en graves apuros económicos'. Y más: 'Igual que la administración encabezada por Cristina Fernández de Kirchner, el actual Gobierno español ha hecho de Gibraltar un fetiche, para gran disgusto de la oposición'.
Ambas disputas, Gibraltar y Malvinas, 'probablemente no tienen solución', porque Gran Bretaña 'está claramente en su derecho, pero ni a España ni a Argentina parece que les importe particularmente que sus reclamaciones no sólo no están apoyadas por la historia y el Derecho Internacional, sino que van contra el deseo democráticamente expresado de las poblaciones afectadas'. El Telegraph, que considera que la polémica actual se ha convertido lamentablemente en un 'incidente internacional', redondea la visión británica del problema de fondo: 'En lo que se refiere a Gibraltar, la zona es, por derecho, tan española como Jersey es francesa, pero sus vecinos siempre dirán que tienen alguna suerte de derecho místico sobre ella. Esto es así a pesar de que las cláusulas del Tratado de Utrecht son tan claras como el cristal, y encima, pese a la posesión por parte de Madrid de enclaves similares en la costa marroquí'. La moraleja es que si Madrid quiere ir por las malas, puede entorpecer la vida de los gibraltareños, pero 'eso no va a cambiar los hechos'.
Por último, el editorial de The Wall Street Journal es el más probritánico si cabe de los tres. Y no es sólo porque la edición europea se prepare desde su oficina en Londres, sino también porque el dueño, Rupert Murdoch, es australiano de nacimiento, británico de vocación y norteamericano de adopción por negocios. El título no es meramemnte enunciativo, sino que usa un verbo en voz activa y en presente de indicativo: 'España aprieta la Roca'. Y aconseja con displicente paternalismo: 'Madrid todavía ambiciona Gibraltar, pero le iría mejor si la imitara'. El texto comienza una vez más con la referencia al artículo 10 del Tratado de Utrecht que siempre le gusta hacer a los británicos: que la cesión de Gibraltar era 'para siempre, sin excepción ni impedimento alguno'. Apostilla con pedantería y suficiencia el WSJ: 'Madrid todavía sueña con algún impedimento'. Pero en lugar de eso debería haber completado la otra parte del artículo 10, la que establece que 'se ha de entender, que la dicha propiedad se ceda a la Gran Bretaña sin jurisdicción alguna territorial y sin comunicación alguna abierta con el país circunvecino por parte de tierra'.
Además de reiterar que los llanitos votaron abrumadoramente en 2002 a favor de conservar su status, el editorial se lanza a confeccionar la teoría de que Gibraltar poco más o menos es una historia de éxito económico sin precedentes. Que al estar libres de impuestos, las compras atraen visitantes y catapultan la economía. Pero también se refiere en este punto al contrabando, para decir que España 'explota el espectro de las compras libres de impuestos como pretexto para retener el tráfico'. Y recuerda que esa preocupación por el contrabando 'es tan vieja como el artículo 10 del Tratado de Utrecht'. Pues naturalmente. Y hay que comparar las palabras: cuando el artículo 10 dice una cosa, es que España 'explota el espectro', lo usa como 'pretexto' y 'es viejo'. Cuando dice otra cosa, 'el desacuerdo real es que España no acepta que Gibraltar no es español'.
Con esta argumentación tan desequilibrada, la recomendación del WSJ no podía ser otra que la siguiente: que en lugar de 'batir los tambores nacionalistas' para distraer la atención de la recesión económica, lo que tiene que hacer España es copiar a Gribraltar, que tiene un 3% de paro en lugar del 26% de España y cuya población disfruta de una renta per cápita doble de la de los andaluces. La frase final es una traca expresada con una chulería inusitada: 'Quizás el mejor camino que puede tomar España es intentar convertirse más en una parte de Gibraltar, al menos con la adopción de su modelo económico de bajos impuestos y libre comercio'.
Spain/Espagne/Espanha/Spagna/Spanien/España/ Испания
The Wall Street Journal
Editorial. Spain Squeezes the Rock
Madrid still covets Gibraltar, but it would do better to imitate it.
The Guardian
Editorial. Gibraltar: a real distraction
Spain and Britain have bigger fish to fry, such as Spanish debt and the political upheavals in north Africa, to go digging around in treaties written 300 years ago.
The Daily Telegraph
Editorial. Spanish practices
The Spanish government, in dire economic straits, has sought to distract its population by pointlessly reheating an old grievance over Gibraltar.