Tendam, el dueño de marcas como Cortefiel o Pedro del Hierro, decidió parar su salto al parquet antes del verano. La explicación tenía que ver con la inestabilidad del mercado bursátil. Un mercado que, por otra parte, vivía un momento de bastante paz en comparación con lo que vendría en la primera semana de agosto, cuando en los mercados mundiales se evaporaron 2 billones de euros en una sola sesión.
La recuperación posterior ha sido rápida. Tanto que algunas de las grandes firmas de análisis mundiales advierten de que tanta velocidad no es buena, y que no hay razón para pensar que las turbulencias no se puedan repetir en los que queda de 2024. Mucho dependerá de hasta qué punto sea suave el aterrizaje de la economía estadounidense, con la bolsa americana con unas valoraciones muy, muy exigentes.
Para Tendam, el reto no es sencillo. Ya en 2022 intentaron el desembarco en bolsa con una valoración de alrededor de 2.500 millones de euros que intentó mantener en sus intentonas posteriores el grupo participado al 50% por los grupos de capital riesgo CVC y Pai Partners. Ahora aspiran de nuevo a defender dichos números con el potencial añadido de cifras de beneficio y facturación más altas y deuda a la baja.
Los juegos de Cirsa
La multinacional del juego Cirsa, que tiene a Blackstone como primer accionista, también ha asomado la patita apuntando a la posibilidad de retomar la salida a bolsa a lo largo de 2025. El grupo ya tiene fichados a los bancos de inversión a la espera de que el mercado pueda reconocer el avance de una compañía que ha dejado atrás un proceloso proceso de reestructuración y que ha superado los 1.000 millones de ingresos netos en el primer semestre.
Además, Europastry prevé retomar la salida a bolsa tras aumentar cerca de un 11% su facturación neta en el segundo trimestre. La gran pregunta es si la mejora de algunas de las grandes cifras de estos tres grupos es suficiente para reactivar operaciones en las que ha quedado claro que los propietarios no estaban dispuestos a aceptar rebajas de valoración a cambio de llegar al fin a la Bolsa.
“Si deciden tirar hacia adelante, tendrán que hacerlo con todas las consecuencias. Los inversores institucionales suelen castigar a las empresas que hacen varias intentonas, porque creen que el objetivo final es maximizar el precio a toda costa. Si vuelven a reactivar las operaciones, tendrá que asumir el riesgo de tener que practicar descuentos sobre sus pretensiones de ingresos”, aseguran fuentes financieras.
En un escenario marcado por la rebaja de los tipos de interés en la zona euro, resulta más que posible que otras empresas que pararon sus operaciones en el pasado (por ejemplo, Consentino) y otras que lo quieran intentar por primera vez ofrezcan novedades en las próximas semanas. Pero no deben esperar un mundo feliz en unas bolsas que seguirán siendo muy exigentes en cuestión de valoraciones.