Es, también, un éxito para el presidente del gobierno, Pedro Sánchez, que logra recuperar la presidencia de la Generalitat para los socialistas, después del tripartido que presidió Pasqual Maragall, seguido de otro mandato de José Montilla.
Los medios económicos catalanes, incluidas las patronales Foment y Pimec, valoran positivamente al nuevo gobierno, logrado tras un pacto entre el PSC, ERC y Comuns, en base de a un pacto fiscal que representaría la recaudación del 100% de impuestos por la Generalitat- al estilo del denominado cupo foral aplicado en Euskadi y Navarra-, acompañado de una contribución a la caja común estatal y al fondo de solidaridad entre comunidades. Sin embargo, los medios económicos temen que la autonomía total fiscal suponga un incremento impositivo, que seguramente lo será.
Condenada a la extrema derecha
“Gobernaré para todos”, dijo Illa, al agradecer su nombramiento, tras un discurso y réplicas a cada portavoz de los partidos que integran el Parlamento, pero anunciando que “no colaboraré ni con Vox, ni con Aliança Catalana”, las dos formaciones de ultraderecha.
lla desglosó un programa que dará prioridad a los grandes retos que enfrenta la economía catalana. Desde la conclusión de nuevas estructuras, como el Cuarto Cinturón, destinado a unir las tres capitales del Vallés (Terrassa, Sabadell y Granollers), la ampliación del aeropuerto de Barcelona, con reservas de ERC y oposición de Comuns, la red de trenes de cercanías, la vivienda y “la lucha contra la pobreza”, a la que denominó por su propio nombre.
ERC, cuyo president de la Generalitat Pere Aragonés ya anunció que dejará la política -su familia cuenta con un pequeño imperio hotelero en el Maresme-, recordó que el “si” a la candidatura de Illa, es solo un “si” para la investidura. En principio, no entrarán en el gobierno y mirarán con lupa la aplicación de cada uno de los pasos pactados para el nuevo Concierto Económico Catalán.
Vamos hacia una legislatura en que el gobierno presidido por Illa deberá concertar cada uno de sus proyectos -el primero será la aprobación del próximo presupuesto- donde deberá realizar equilibrios para conseguir mayorías.
Significativo que por parte de Junts per Cataluña, cuyo presidente Carles Puigdemont, cumplió su palabra en que estaría en Barcelona, -aunque no logró su presencia en el Parlament y continúa a la fuga, con gran descrédito para los responsables de Mossos d’Esquadra- su portavoz pronunció un discurso durísimo contra ERC.
Es el principio del fin -al menos hoy por hoy- de un frente pro independentista en Cataluña, donde las políticas del gobierno de Pedro Sánchez, han conseguido calmar los ánimos en Cataluña (pero no en el resto de España), con concesiones en amnistía y concierto económico.
*Nuevo ciclo político+
Cataluña entra en un nuevo ciclo socio-político, con cuchilladas entre Junts y ERC, reconquista de la presidencia para los socialistas, aislamiento a la ultraderecha y esperanza de estabilidad para las empresas.
Se espera que, tras la presentación del nombramiento ante el Rey, Illa forme un gobierno mono-color -es decir solo con consellers socialistas-, aunque no hay que excluir alguna figura no inscrita al PSC, o incluso la oferta de una o dos conselleries a los Comuns.
El circo de Puigdemont*
Y, entretanto, a la espera de las decisiones de Carles Puigdemont -en cuya fuga participaron dos Mossos en excedencia- que no logró reventar el acto de elección de Salvador Illa, pues su detención habría supuesto una interrupción del debate que se habría pospuesto.
Hay que decir que Puigdemont, quien según la Fiscalía debería contar con la aplicación de la amnistía pero no con la de la magistratura, tiene pendiente la orden de detención por parte del juez Pablo Llarena, quien le acusa de malversación y enriquecimiento por la consulta independentista del 1 de octubre de 2017. “Ja estem aquí”, dijo un nervioso Puigdemont antes unos miles de seguidores, al estilo del president Josep Terradellas cuando regresó del exilio franquista, en un discurso de cinco minutos, antes de volver a desaparecer.
También recordar que, hace unas semanas, Carles Puigdemont dijo que “dejaré la política” si no era de nuevo presidente. Esta vez no logró sentarse en su escaño en el Parlament y su partido J&C -que votó no a Illa- se limitó a aplaudir cuando le tocó el turno para votar.
Así transcurrió la jornada de infarto político en Cataluña, para dar paso a una nueva etapa de estabilidad, o al menos, eso se espera. Una Cataluña de corte análogo al País Vasco y Navarra, con pragmatismo y sin enterrar las aspiraciones nacionalistas de algunos partidos que, tras varias décadas, no han logrado formar una mayoría, ni han querido correr el riesgo, en el caso de ERC, de ir a nuevas elecciones