En EEU, donde proceden las malas noticias del deterioro de la actividad y de una eventual acción de la Fed en su reunión de septiembre, el Dow Jones de Industriales abría con un retroceso del 1,7%, que a los pocos minutos de la apertura se ampliaba hasta el 3,06%, mientras que el tecnológico Nasdaq se desplomaba un 6,3% en el arranque, aunque lograba enjugar sus pérdidas a algo más del 3%.
La clave está en la contratación
Pero hay un elemento capital a la hora de interpretar la gran corrección en las bolsas. No es otro que el momento en el que se produce, en pleno desplome de la actividad y la liquidez en el tramo central del verano. Con la contratación bajo mínimos (en el Ibex no superó los 1.500 millones de euros en ninguna de las tres últimas sesiones de caídas de la semana pasada), los movimientos de los precios son mucho más bruscos y descontrolados.
Por lo tanto, hay que analizar la caída al detalle.Todo tiene su origen en el temor a una ralentización económica que obligue a la Reserva Federal a cambiar de velocidad rápidamente y subir los tipos de interés estadounidenses 50 puntos básicos de golpe en la reunión de septiembre desde el actual 5,5%. Y a eso se une la presunta debilidad de algunos resultados empresariales de las grandes ballenas de las bolsas.
“Estamos asistiendo a un cierto ejercicio de histerismo por parte de los inversores, que están sobre reaccionado y poniéndose a cubierto como si Estados Unidos ya estuviera en recesión y los resultados empresariales en la primera economía del mundo fueran un desastre. Ninguna de las dos cosas es verdad, y lo normal es que poco a poco los mercados hagan una lectura más sosegada y vayan recuperando la tranquilidad”, señala un avezado bolsista.
Listón de las cuentas semestrates demasiado alto
Efectivamente, el problema es que los gestores y analistas habían puesto el listón de las cuentas semestrales demasiado alto. Por ejemplo, algo más del 80% de las compañías del S&P 500 han batido las estimaciones de resultados y sólo un 15% se han quedado por debajo de las previsiones. Y el incremento medio del beneficio por acción ha sido de más del 12%, tres puntos porcentuales por encima de lo esperado.
De ninguna manera se pueden considerar estos resultados como decepcionantes, como no lo son los de los bancos españoles, que vuelven a ser duramente castigados hoy, aunque aún acumulan subidas superiores al 10% en lo que va de año. Da la impresión de que, a nivel global, al mercado sólo le valían unas subidas brutales de los ingresos y de los beneficios, lo que en algunos casos muy sonados no ha ocurrido.
Ahí están los casos de Intel o Amazon en Estados Unidos, mientras el mercado mira cada vez con más atención a la debilidad de China, lo que pasa factura a un sector clave para la bolsa europea como el del lujo o a otro aún más relevante como el automovilístico. Factores de riesgo que no son nuevos y que en algún momento tenían que pasar factura a unas bolsas mundiales que venían de algunos grandes excesos.
Por ejemplo, los de los valores tecnológicos. El mercado los ha puesto bajo vigilancia a la vista de que varias compañías han decidido meter la sexta velocidad en sus inversiones en inteligencia artificial, sacrificando beneficios a corto plazo. Pero tras el gran castigo, lo más seguro es que el mercado empiece a recuperar la tranquilidad muy pronto. Primero, porque no hay grandes datos macro y ni empresariales capaces de mover el mercado esta semana.
Y segundo, porque los precios han vuelto en algunos casos a niveles muy atractivos que pueden incentivar la entrada de dinero muy especulativo. Algo que ha se está produciendo en la sesión de hoy, donde los índices han rebotado desde los mínimos del día. El mercado se debería ir normalizando hasta que se acer la reunión de Jackson Hole, entre el 22 y el 24 de agosto, cuando la Reserva Federal tendrá que marcar directrices.