Álvarez Rendueles era un técnico de reconocida competencia profesional, no muy alejado de las convicciones ideológicas de la Democracia Cristiana y del pragmatismo de UCD. Mariano Rubio había trabajado en la OCDE, fue nombrado inicialmente director general de Política Económica por el Ministro López de Letona. Dimitió del cargo por las últimas condenas a muerte dictadas por Franco. Su perfil técnico fue decisivo en su nombramiento.
Le tocó al gobernador Rubio lidiar con la quiebra de Banca Catalana y su posterior saneamiento. Políticamente la operación exigió mucha determinación, pero finalmente se consiguió su saneamiento. Sobre todo, le correspondió al gobernador Rubio restablecer la autoridad del Banco de España sobre el poder oligopolístico y político de los entonces llamados "siete grandes" bancos españoles.
Abrió Rubio el mercado español a la banca extranjera. Quejas amargas por parte de los banqueros españoles hasta el punto de equipararse a unos viejos vaqueros rodeados de fuerzas amenazantes.
Ángel Rojo llegó al cargo de gobernador con todo el prestigio acumulado en su cátedra de macroeconomía y la consolidación del servicio de estudios del Banco de España. Rojo fue el artífice de la operación Banesto y la salida de su presidencia de un abogado del estado, Mario Conde, condenado a cárcel por una serie de delitos y que cumplió de manera algo irregular.
No hubo ninguna connivencia política entre Rubio y Rojo y la dirección del Partido Socialista. No sucedió exactamente lo mismo con los dos gobernadores posteriores -Fernández Ordóñez y Luis M. Linde- que sí tuvieron una vinculación ideológica con los gobiernos de Zapatero y Rajoy, sin que ello influyese en la independencia del Banco de España. Tuvieron, eso sí, la desgracia de que les cayó encima la crisis económica y financiera de la burbuja inmobiliaria con sus secuelas.
Una gestión difícil, que se prolongó por el empecinamiento de la Comisión Europea a la hora de mantener la bandera de la austeridad. Afortunadamente Draghi restableció la cordura. Hernández de Cos ha sido el último gobernador de la saga cuando ya el Banco de España había perdido su condición de ejecutor de la política monetaria en favor del Banco Central Europeo.
No ha existido nunca una estrecha conexión ideológica y de subordinación del Gobernador del Banco de España al gobierno de la nación. El dramatismo que ahora despierta el nombramiento de un nuevo gobernador olvida que siempre ha sido el gobierno, desde 1980, quien ha propuesto su nombramiento.
¿Es verdaderamente un peligro político que el presidente Sánchez, como sus predecesores, no pueda designar como gobernador del Banco de España a quién merezca su confianza y disponga de un buen arsenal técnico?