ANÁLISIS

La inflación necesita todavía cuidados intensivos

El sector ser­vi­cios toma el re­levo del ener­gé­tico por la subida de sus pre­cios.

La inflación sin control.
La inflación sin control.

El pa­sado mes de julio el Índice de Precios de Consumo (IPC) bajó un 0,5% en re­la­ción con ju­nio, de forma que re­cortó hasta seis dé­cimas su tasa in­ter­anual, hasta el 2,8%, fun­da­men­tal­mente por la ba­jada de los pre­cios de la elec­tri­cidad y de los ali­men­tos, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

La inflación subyacente, la que no incluye alimentos no elaborados ni productos energéticos, igualó la tasa general del IPC, un 2,8%, tras ceder dos décimas respecto a junio, registrando la menor tasa desde enero de 2022.

Como es obvio, el Gobierno, a través de Ministerio de Economía, Comercio y Empresa, no perdió ni un segundo en lanzar las campanas al vuelo.

Su interpretación fue que gracias a la senda descendente de la inflación de los alimentos, tras las rebajas impositivas puestas en marcha, así como al descenso del precio de la electricidad, se configura un último IPC que refleja la capacidad de la economía española para compatibilizar un saneado crecimiento, por encima de la media europea, pero con capacidad de mantener la moderación de los precios.

Sin embargo, pese a los datos, aún es pronto para cantar victoria ante algo tan peligroso y letal como es la inflación. De hecho, hay muchos productos y servicios, generalmente de temporada, que siguen subiendo todavía de forma desproporcionada y amenazan la vuelta a la estabilidad de precios que todos desean que suceda cuanto antes.

Los precios turísticos disparados

Sin ir más lejos, ahora que estamos terminando las vacaciones de verano, en julio los paquetes turísticos nacionales subieron un 18,6%, los vuelos nacionales un 14,3% y los hoteles un 5,2% sobre el mes anterior, pero sobre el mismo mes de 2023 acumulan una subida del 24,4%, el 21,8% y el 31,4% respectivamente, que se dice pronto. También hay que pagar ahora más por comer fuera de casa.

El precio de los restaurantes y cafés también subió un 4,6% en julio. Todos estos incrementos vinculados en su mayoría al turismo, y que dejan tiritando la media del IPC de julio, confirmarían que la inflación vinculada a los servicios es la que más está costando controlar ahora mismo, al tratarse además de otro año en el que parece que el turismo volverá a batir todos sus récords de crecimiento, como aventuran las últimas cifras conocidas, que casi dan vértigo: más de 47 millones de turistas visitaron España hasta julio y realizaron un gasto que roza los 60.000 millones de euros, lo que supone un aumento del 25,3% respecto al mismo periodo del año anterior.

Además, aunque son muy pocos los precios de productos y servicios que realmente han bajado, la mayoría sigue aumentando, aunque a tasas menos elevadas. Y en algunos casos, eso sólo sucede gracias a las decisiones gubernamentales, como por ejemplo ha sido la supresión temporal del IVA del aceite de oliva, y con esas todavía ha seguido subiendo un 5,5% el último mes. Este artículo, ahora casi de lujo, que llegó a soportar una subida acumulada del 70% a principios de año, ha ido rebajando la tasa anual hasta el 38% de julio, pero todavía se sitúa más de diez veces por encima de la tasa de inflación alimentaria general.

Recuperar márgenes

No hay que ser una lumbrera para entender que tanto empresas como particulares aprovechan cuando pueden la coyuntura para vender mejor sus productos o sus servicios, lo que es absolutamente legítimo. Y mucho más cuando por circunstancias ajenas, como fue la pandemia del covid, sus beneficios se desplomaron durante bastante tiempo, y ven ahora la posibilidad de recuperar parte de lo perdido.

En un primer momento, y esto está bastante constatado en estadísticas de toda índole, fueron las compañías energéticas las que aprovecharon la crisis derivada del comienzo de la guerra en Ucrania, para elevar sus márgenes. Pero pasados los años, y ahora con los carburantes a la baja, parecería que es el sector servicios el que esté intentando recuperar márgenes y con ello engordando la inflación.

No conviene escandalizarse demasiado, pero estamos en un país en el que la cadena de suministro de muchos productos o servicios es tan extensa que tiene agujeros por todas partes, para que se puedan ir subiendo los precios. Desde los importadores o productores de las materias primas, pasando por el transporte, el almacenaje, la venta y hasta la distribución, así son las cosas.

Según una información de El Diario.es, firmada por Daniel Yebra y titulada “Las empresas siguen exprimiendo la inflación y elevan sus beneficios a máximos”, los datos del llamado Observatorio de Márgenes, que es una herramienta creada hace ahora algo más de un año por el Ministerio de Economía, el Banco de España y la Agencia Tributaria, “constatan que las empresas continúan aprovechando las subidas de precios y el dinamismo de la actividad económica para aumentar sus márgenes de ganancias”.

Beneficios de las empresas

La actualización de datos hasta el segundo trimestre de esta herramienta casi gubernamental, que al parecer no gusta nada a los empresarios españoles, supondría que los resultados de las empresas no financieras no han dejado de crecer desde el final de la pandemia del coronavirus.

Según el citado artículo “la evolución de los beneficios de todas las empresas contempladas por esta estadística que excluye a las compañías financieras muestra una caída del 20,1% en 2020, un intenso rebote del 33,4% en 2021, y crecimientos del 18,1%, 5,8% y 3,9% en 2022, 2023 y 2024, respectivamente. Si se saca de esta narración al sector de la energía, la caída en la pandemia fue del 20,9%, y luego han seguido aumentos del 35,0%, 10,8%, 12,9% y del 7,8%, respectivamente para cada ejercicio desde 2021”. Salarios por debajo de la inflación

Inevitablemente, este debate de inflación y márgenes empresariales nos lleva a los salarios de los españoles, que no suben como los precios, y claro con ello a los sindicatos, que reclaman que eso no puede seguir ocurriendo y piden mejoras en los sueldos, como es lógico.

Esa fue la principal reivindicación de las centrales sindicales el pasado 1 de mayo, poder recuperar poder adquisitivo y evitar eso que ya casi se ha convertido en un mantra económico y que dice que la inflación es el impuesto de los pobres. Pues eso.

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