Sin embargo, aún sigue pendiente uno de los comicios electorales más relevantes y que más impacto puede generar en los mercados financieros internacionales. El próximo 5 de noviembre, los ciudadanos estadounidenses están convocados a las urnas para elegir al nuevo ocupante de la Casa Blanca para los cuatro siguientes años.
Elecciones que en las últimas semanas han dado un giro inesperado ante la retirada de Joe Biden y el ascenso de Kamala Harris, que podría convertirse en la primera mujer en dirigir la nación, y que también se ha visto enturbiadas por el intento de asesinato del candidato Republicano, Donald Trump, durante un mitin marcado por los graves errores de seguridad.
La elección será clave en la relación económica internacional
Las encuestas inicialmente favorables a Trump parecen estar dando un vuelco a favor de Harris en algunos Estados clave. Eso ha estrechado los márgenes, impulsando la volatilidad propia del mes de agosto en los indicadores estadounidenses y con ello en el resto del mundo.
La estabilidad y el afianzamiento de la rentabilidad en julio ha dado paso a una mayor inestabilidad conforme Kamala Harris ha ido ganando impulso en las encuestas. Con todo, los analistas de la firma suiza UBP consideran en su último informe de agosto que los desafíos fiscales en Estados Unidos, que se están pasando por alto en la campaña, limitarán el rango de movimientos al ganador final de las próximas elecciones.
Un hecho que se estaría incorporando ya en los precios. En cualquier caso, la elección de uno u otro candidato tendrá importantes implicaciones tanto en política interna como en el exterior con un posible cambio en las relaciones económicas con las principales regiones del mundo y, casi más importante, en las cuestiones geopolíticas.
Por este motivo, una vez aprovechados los fuertes rendimientos esperados en la renta variable y el crédito en este período previo a las elecciones, entre enero y julio, y ya con la mirada puesta en el otoño, los analistas de la firma suiza aconsejan a los inversores acentuar la cautela y centrar su atención en la gestión del riesgo con la selección activa de sectores más defensivos, acciones de calidad y con especial precaución con las divisas, a la espera de conocer al nuevo ocupante de la Casa Blanca.
La Fed tiene poco margen de maniobra
En este sentido, creen que el oro, que se puede ver favorecidos por las incertidumbres fiscales, puede ser una gran opción para tener en cartera como un ancla atractiva para preservar la riqueza real ajustada a la inflación en años venideros.
Y aunque la renta fija ha superado el horizonte temporal de los últimos 30 años en Estados Unidos, los bonos vinculados a la inflación deben ofrecer una protección todavía interesante contra la volatilidad potencial en los mercados en este período de transición hacia el 2025.
En este período, además, la política monetaria de la Reserva Federal se verá condicionada por una obligada neutralidad que complica sus decisiones sobre las tasas de interés. En principio, nadie espera más que un retoque a la baja de un cuarto de punto en sus tipos de interés ante de las elecciones, aunque algunos grandes operadores le empiezan a pedir un ajuste mayor, de medio punto, ante las señales de debilidad económica arrojada por los últimos datos de empleo.