Es justo todo lo contrario, al tratarse sólo de una comunidad de intereses sin ningún ensamblaje político entre ellos ¿qué tienen que ver los nacionalistas vascos, PNV y Bildu, o los catalanes de Junts y hasta los de ERC, por mucho que dicen ser de izquierdas, con los de Sumar, Podemos y hasta Compromís y el Bloque Nacionalista Galego? Pues no mucho, la verdad. Cualquiera podría decir que son partidos antagónicos, claramente opuestos en su pensamiento político.
Y seamos serios. Lo de evitar que gobierne la derecha o la ultraderecha ha servido hasta ahora para unas cuantas buenas faenas de salón, muy bien jugadas. Pero con la que está cayendo (caso Koldo, Begoña Gómez, hermano de Sánchez, concierto fiscal para Cataluña, Puigdemont en estado de gracia, rebelión de los jueces y hasta el follón ferroviario, entre otros muchos casos), no parece que la estrategia pueda servir para siempre, aunque nunca se sabe. Sobre todo, si el PP de Feijóo sigue con la inexplicable costumbre de no rematar nunca al adversario.
Apoyos en las antípodas políticas
Todos estos partidos que hasta ahora han respaldado parlamentariamente al Gobierno se encuentran entre ellos mismos en las antípodas del pensamiento político, y sólo apoyan a Sánchez por un puro tactismo, como el mal menor y para intentar sacarle todo lo que puedan antes de dejarle caer. Cosa que por cierto están haciendo a conciencia y con mucho éxito hasta la fecha.
De hecho, no paran de decírselo al propio interesado. Sería larguísimo tener que contar las innumerables veces que Junts o ERC, por ejemplo, han manifestado que su apoyo al Ejecutivo es únicamente coyuntural hasta la obtención de sus reivindicaciones básicas al Estado español, que no son otras que ir paso a paso hasta la obtención de la independencia de Cataluña. Pensemos en los indultos, en la amnistía, etc.
Y lo mismo con los partidos vascos, lo que sucede es que ahora no están en el foco mediático, no les interesa. Y como su región por la cosa de los fueros mantiene un “concierto fiscal” muy beneficioso y no tienen los problemas económicos de Cataluña, pues han dejado sus reivindicaciones en segundo plano, pero por ahora nada más.
Conciertos fiscales
Destacados miembros del PNV han dejado caer en innumerables ocasiones que mientras que sigan disponiendo de dinero a mansalva y puedan vivir por encima de la media, hay que mantenerse tranquilos, pero que cuando cambie esa ecuación, llegará la hora de largarse de la pérfida España.
Nada nuevo si pensamos lo que ha pasado en Cataluña desde antes del “procés” hasta ahora. El ex presidente de la Generalitat, Artur Más, fue clarísimo con Rajoy. Me arreglas todo este agujero con un acuerdo fiscal como el vasco y de paso todo lo del clan Puyol y del famoso “tres per cent” o no nos quedará otro remedio que empezar a liarla. Y vaya si la liaron. A conciencia.
El mal resultado de las últimas elecciones europeas para el Gobierno de Pedro Sánchez, incluido el descalabro de Sumar, se ha sumado a la actual inestabilidad parlamentaria del Ejecutivo. Para colmo, la estrategia de derribo de Junts y sus secuaces contra Salvador Illa, aumenta la sensación de provisionalidad a nivel nacional. Nadie puede dudar de que la victoria de Illa en las elecciones catalanas, que refrendaría el argumentario de Sánchez con los indultos y la amnistía, puede ahora verse muy afectada por la estrategia de Puigdemont.
Pero además es que estos acuerdos con ERC, que parece que por fin pueden suponer la cesión de una especie de “concierto vasco” a Cataluña por parte del Gobierno, están a punto de provocarle un cisma interno a Sánchez en su partido y con sus barones regionales y otro con Puigdemont, que podría cortar su apoyo parlamentario al PSOE al ver cómo se le escapa la presidencia de la Generalitat o al menos unas nuevas elecciones para intentarlo otra vez.
Un “sudoku” imposible
Para Sánchez empieza a ser una especie de “sudoku” imposible de resolver, ya que cuando hace caso a alguien inevitablemente enfada a otros. Es como un círculo que se ha ido estrechando y del que ya no se puede salir sin causar heridas a un tercero. Todo eso además con las sombras de corrupción de familiares muy próximos que se ciernen sobre su gestión.
Pero, sin duda, lo verdaderamente dramático para muchos ciudadanos que votaron al PSOE y Sumar, y sobre todo para el presidente Sánchez, sus ministros y los miembros de este Gobierno, es la imposibilidad de poder poner en marcha su programa político Por no decir, lo que es casi peor, del permanente dolor y sacrificio que debe suponerles tener que renunciar a sus ideas para buscar el apoyo de quién piensa lo contrario, que ha sido la tónica general del año y pico de legislatura que llevamos.
Leyes importantes se caen
Hace poco fueron rechazadas en el Congreso la reforma de la Ley de Extranjería y los objetivos de déficit, la auténtica antesala de los Presupuestos de 2025. En ambos casos, el voto de Junts fue clave para evitar los objetivos de déficit y la modificación legislativa planteada por PSOE, Sumar y CC para obligar al reparto por comunidades autónomas de los menores migrantes no acompañados.
Con estas derrotas, según informó Europa Press, el PSOE lleva acumuladas ya un total de 28 desde la investidura de Pedro Sánchez, el pasado mes de diciembre. Las ha habido de todo tipo, como cuando Podemos tumbó el Decreto Ley de Yolanda Díaz que incluía una reforma del subsidio por desempleo, o cuando la oposición ganó la primera votación del llamado “caso Koldo” o hasta la reprobación del ministro Grande Marlaska.
El pasado mes de abril el Gobierno Sánchez tuvo que asumir cómo se aprobaba, pese a su voto en contra, una iniciativa del PP exigiendo la deflactación del IRPF para compensar la subida de la inflación, texto que salió adelante gracias a la abstención de Junts, PNV y BNG.
Pero quizás lo que más dolió al Gobierno fue tener que retirar el debate de totalidad de la reforma de la Ley de Suelo porque no tenía los apoyos para sacarla adelante. Tanto ERC, como Junts y Podemos había registrado enmiendas de totalidad, que iban a contar con el apoyo de Sumar y Bildu. Ante la falta de respaldo del PP y para evitar una nueva derrota, el Ministerio de Vivienda tuvo que retirar su proyecto de ley.
Hasta 7 votaciones en un día
El pasado 27 de junio, el PSOE perdió hasta siete votaciones en el Congreso. Llegados a ese punto, quizás es imposible continuar. Un Gobierno tiene la obligación de gobernar, ya que ese es el mandato de sus votantes y de las Cortes. Para ello puede armar las mayorías parlamentarias que necesite y pueda conseguir. Es su legítimo derecho.
Pero si llega un momento político como el actual, en que empiezas a no poder legislar lo que llevas en tu programa electoral, o a tener que hacer unas cesiones inasumibles para obtener los apoyos que necesitas para sacar adelante tus propuestas ¿no sería mejor disolver las Cortes y convocar nuevas elecciones? Se puede sobrevivir siendo humillado casi en cada nueva votación ¿Hasta cuándo tiene sentido un Gobierno que no puede gobernar?....