OPINIÓN

La Renaixença catalana en los países bálticos

Una zona en la Europa oriental donde apenas llegan las ex­por­ta­ciones es­pañolas

Minsk, capital de Belorusia.
Minsk, capital de Belorusia.

Viaje a los países bál­ticos con un grupo de es­pañoles en­trados en años. La efi­ciente le­tona que guía al con­tin­gente afirma que los tu­ristas es­pañoles están en el pe­lotón de ca­beza de vi­si­tantes en los países bál­ticos La suma de los in­ter­cam­bios de mer­can­cías con esas re­pú­bli­cas, equi­va­lente a las rea­li­zadas con Finlandia, no con­firman esa pre­sencia es­pañola.

En efecto, los intercambios comerciales entre España y los países bálticos solo representan el 0,3% del valor de las exportaciones españolas y el 0,3% de las importaciones. Entre los bálticos el principal cliente es Lituania, cuyos intercambios con España equivale a la suma de los realizados por las otras dos repúblicas, Estonia y Letonia. Motivo este para justificar la ubicación de la oficina comercial de España en Vilnius.

El 21 de mayo visita a Vilnius; barrio judío remozado, bellas iglesias ortodoxas y un vistoso ritual con un brillantísimo coro. Escasa propaganda electoral en vísperas de las elecciones que han tenido lugar este domingo 26 de mayo a la presidencia de la república.

El presidente Gitanas Nauseda ganador frente a la primera ministra Ingrida Simonyte del partido de centro derecha Unión Nacional. Nauseda revalida su presidencia. Un economista, Nauseda, del grupo bancario sueco ESB sin afiliación a ningún partido político visitó España en octubre de 2023.

Un europeísta comprometido, preocupado por la invasión rusa de Ucrania y el temor a cualquier intento ruso o bielorruso de repetir una agresión parecida en su país.

Minsk, la capital de Bielorrusia es la más cercana de las capitales bálticas a Vilnius. De Vilnius, precisamente, arrancó la gran columna de ciudadanos de las tres repúblicas reclamando a Rusia su plena soberanía en aquellos días de la caída del muro de Berlín. La amenaza rusa está presente como también lo está el contingente de la Otan, incluidos militares españoles con los que coincidimos los turistas en Kaunas, la vieja capital lituana

El viaje báltico comenzó en Riga. Edificios modernistas de principios del siglo XX, testimonio de un tiempo de esplendor económico. Restos de un pasado medieval floreciente y la presencia de un río de anchura descomunal en las inmediaciones de su desembocadura.

El campo de Letonia es una gran llanura sin accidentes naturales, moteado eso sí de plantaciones doradas de colza. El de su república vecina, Lituania, es algo más accidentado y con infraestructuras más desarrolladas. Una excelente red de autovías y carreteras.

Al norte Estonia, con su capital Tallin, referencia de un brillante pasado medieval seguido de iglesias cristianas, ortodoxas las más vistosas, católicas algunas y sobre todo reconvertidas, después de la reforma de Lutero, en iglesias protestantes.

Dos sorpresas. Un restaurante con estrellas 2michelin” inmerecidas. Otra sorpresa, cultural. En efecto, el Museo Eespi de bella fachada y espléndido interior como los palacios de San Petersburgo, dispone de muestras del Bosco y Brueghel e incorpora una notable sorpresa: arte español “de Sorolla a Picasso”.

Un grupo de coleccionistas privados catalanes han prestado sus cuadros de la Renaixença catalana, Rusiñol, Casas, Mir… una sorpresa cultural en estos tiempos oscuros que discurren en Ucrania y en tierras de Palestina.

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