Hasta ahora, han generado poco entusiasmo entre los votantes, como demuestra la altísima abstención en todas las elecciones que se han celebrado hasta la fecha. Quizás debido a las relativamente escasas consecuencias que tenían en la vida política interna de cada país miembro. Pero en esta ocasión una y otra pueden cambiar. La abstención podría reducirse significativamente y parece claro que lo que suceda en las europeas va a tener consecuencias en Europa y en España.
Referéndum contra Sánchez
El Partido Popular considera que los resultados de las próximas elecciones deben servir como muestra del hartazgo de una parte de la ciudadanía contra lo que significa la política de Pedro Sánchez. Hartura por sus pactos con el independentismo, que le han llevado a cambiar de opinión sobre la amnistía, sobre el trato desigual que esto representa para el conjunto de los españoles.
También sobre la corrupción, y sobre la política exterior española, de la que se ha excluido al primer partido de la oposición casi en todas las decisiones relevantes. Al menos es lo que ha dicho su presidente Alberto Núñez Feijóo siempre que se le ha preguntado por ello.
Mejorar datos anteriores
El presidente del Gobierno por su parte, también ha decidido poner todo su empeño personal en conseguir el mejor resultado el 9 de junio para que le permita permanecer en Moncloa y mantener su ambición por conseguir eventualmente un cargo en la política internacional.
Tras las elecciones, un eventual abandono de sus socios de gobierno o parlamentarios, le obligaría a poner fin a la actual legislatura y haría más difícil la consecución de futuras responsabilidades en el ámbito de la política internacional. Sus expectativas se han ensombrecido en las últimas semanas tras las difíciles relaciones que mantiene con Israel.
Haber podido aprobar solamente una Ley en 13 meses, desde mayo del año pasado, junto al rechazo a la ley de abolición de la prostitución y la retirada del proyecto de Ley del suelo para no perder una segunda votación en una semana, evidencian la debilidad del ejecutivo de Pedro Sánchez. Hasta un socialista tan destacado como el expresidente del Gobierno, Felipe González, le ha desautorizado como buen gobernante por carecer de proyecto de Estado y por tratar de subsistir en La Moncloa, pero sin que pueda gobernar y sin un proyecto de Estado.
Estos ejemplos son solo una pequeña muestra de la importancia que adquieren en esta ocasión las elecciones europeas. El presidente de Francia, Enmanuel Macron, en su intervención en la Universidad de la Sorbona, realizó a finales del pasado mes de abril un preocupante análisis de los riesgos que afronta Europa en los próximos años, justo los que deberán tratan de ayudar a resolver los eurodiputados y el nuevo ejecutivo comunitario que salga a partir de las elecciones del próximo 9 de junio.
Se echa en falta en la intervención del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez del pasado miércoles 22 de mayo, un análisis tanto de lo que ha sucedido en los últimos cinco años, desde las elecciones del 2019, como una prospectiva de lo que pueda suceder en la próxima legislatura. Es lo que hizo en la segunda parte de su intervención en la Sorbona el presidente francés, y lo que, pese al mandato limitado que se ha hecho al exprimer ministro italiano y expresidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, también ha anticipado en su intervención en Bélgica coincidiendo en el tiempo con una diferencia escasa de días con la intervención de Macron la Sorbona.
Un cambio radical es necesario
Aunque hasta después de las elecciones del 9 de junio no se conocerá el informe que la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layen, encargó al expresidente del BCE Mario Draghi, sobre la competitividad en Europa, ya se conocen algunas ideas que el mismo ha adelantado.
El ex primer ministro italiano y del Banco Central Europeo, en su intervención en la localidad belga de La Hulpe, en la Conferencia sobre el Pilar Social europeo, organizado por la presidencia de Bélgica de la Unión Europeo, propuso un cambio radical sobre el sistema de decisión vigente hoy en día.
Según Draghi, “nuestra respuesta ha sido limitada porque nuestra organización, toma de decisiones y financiación se diseñaron para el mundo de antes, antes del Covid-19, antes de Ucrania, antes de la conflagración en Oriente Próximo, antes del retorno de la rivalidad entre grandes potencias. Pero necesitamos una Unión que esté a la altura del mundo de hoy y de mañana. Y por eso lo que propongo es un cambio radical, porque un cambio radical es necesario”.
A modo de resumen de lo que el ex presidente del BCE considera urgente en este momento, él mismo resaltaba estas ideas: “tendremos que lograr la transformación de toda la economía europea. Tenemos que poder contar con sistemas energéticos descarbonizados e independientes; con un sistema de defensa integrado y adecuado basado en la Unión; con la fabricación nacional en los sectores más innovadores y de más rápido crecimiento; y con una posición de liderazgo en la innovación digital y de alta tecnología, próxima a nuestra base de fabricación”.
Los empresarios del sector automovilístico en España, entre otros, han realizado un diagnóstico muy similar al anticipado por el político italiano del que se sugiere en tantos medios políticos y periodísticos que pudiera ser el próximo presidente de la Comisión Europea. Esta será una cuestión que se decidirá una vez que se hayan celebrado las elecciones europeas. Quien las gane no tiene por qué ser desinado presidente del Ejecutivo comunitario. Le corresponde a los Jefes de Estado y de Gobierno hacer la designación del candidato a este puesto que debe ser ratificado con posterioridad por el Parlamento Europeo.
En cuanto a su repercusión en España, más allá de los resultados, y de las lecturas políticas que se realicen, las elecciones tienen un interés directo para los tantos inversores internacionales pendientes de las consecuencias que el resultado electoral pueda tener en la política económica en España. Por ejemplo, para los inversores que apuestan por el futuro del Sabadell, del BBVA, de Talgo, Naturgy, Telefónica o Indra.
Estas muestras de intervencionismo del actual ejecutivo, empeñado en mediar sobre movimientos de empresas privadas como los mencionados, podrán paralizarse o consolidarse dependiendo del resultado final de 9 de junio.
Aunque nunca desde que se celebraron las primeras elecciones europeas en España sus resultados han interferido de forma directa en la legislatura española, en esta ocasión, podría modificar la situación política interna, sin descartar un anticipo electoral. Para ello habrá que esperar al día 9 de junio, pero está claro que no se trata de unas elecciones cualquiera.