La po­lí­tica mo­ne­taria se­guirá pe­sando en el ánimo de los in­ver­sores en 2024

La gigantesca deuda mundial surge en el horizonte como el gran 'cisne negro'

El con­senso ya tiene des­con­tados fac­tores como la in­fla­ción, los con­flictos o las elec­ciones

Deuda Mundial segúbn el FMI.
Deuda Mundial segúbn el FMI.

La pró­xima reunión de los bancos cen­trales no se pro­du­cirá hasta el mes de ju­nio, lo cual dará un pe­queño res­piro a los mer­cados fi­nan­cieros en las tres pró­ximas se­manas a la es­pera que vaya su­biendo la ten­sión a me­dida que se acerque la cita. El po­sible mo­vi­miento en los tipos de in­te­rés, mar­cada por la evo­lu­ción a la baja de los pre­cios, sigue siendo uno de los fac­tores más de­ter­mi­nantes para la marcha de los mer­cados y de los ac­tivos en los pró­ximos me­ses.

A partir de junio, el consenso general de los analistas apunta a una progresiva rebaja de las tasas de referencia, aunque la inflación seguirá todavía por algún tiempo por encima el objetivo fijado del 2%.

Este escenario viene acompañado de la previsión de que no se produzca una caída fuerte de la actividad económica a lo largo de 2024, aunque lo normal es que ese frenazo sea más pronunciado en Europa y suave en Estados Unidos, mientras se logren crecimientos razonables en los países emergentes, señalan en Diaphanum, entidad líder de asesoramiento independiente en España.

Desde esta premisa, la firma de inversión ha recordado los riesgos existentes ya descontados por los mercados financieros, así como otros no tan evidentes, pero que podrían condicionar el devenir en los próximos meses.

La inflación y la política monetaria como grandes preocupaciones

Entre los primeros destaca la inflación subyacente, que excluye energía y alimentos frescos, todavía está lejos de sus niveles óptimos, pero si persiste el enfriamiento del ciclo económico y crediticio, el avance de precios seguirá menguando. La inflación mundial ha disminuido desde su máximo del 8% durante el tercer trimestre de 2022, pero tardará en caer por debajo del 3%. Los analistas creen que habrá que esperar hasta 2025 para que vuelva al 2,5%.

En segundo plano se sitúa la posible sobreactuación de los bancos centrales. Decisiones demasiado conservadoras o agresivas pueden tener un significativo impacto sobre la estabilidad de la economía.

Otros riesgos que el mercado ya está recogiendo son los derivados de los conflictos abiertos en Ucrania, Oriente Medio o la permanente amenaza sobre Taiwán. Una posible solución, no muy factible a corto, ayudaría a una reducción de las primas de los activos de riesgo, pero las distorsiones generadas sobre los mercados tardarían aún en diluirse.

Los operadores siguen además muy pendientes de las elecciones que este año involucran a casi la mitad de la población mundial, con el consiguiente impacto sobre las políticas a seguir. La más determinante serán las de Estados Unidos el primer martes de noviembre, uno de los grandes acontecimientos para los mercados y, la economía a nivel mundial. La incertidumbre en el resultado conforme se vaya acercando el día generará un incremento de la volatilidad, forzando, además, a la Reserva Federal a ser especialmente cauta.

Pero a estos cuatro grandes riesgos que ya están recogiendo los mercados financieros han aparecido en el horizonte otros cuatro grandes Cisnes Negros que pueden generar un alto impacto como es el caso de una desaceleración económica pronunciada. El escenario actual presenta una ligera caída de la actividad económica en Europa, una suave desaceleración en Estados Unidos y crecimiento razonables en los países emergentes. En este contexto de debilidad, cualquier evento negativo podría inducir hacia una inesperada recesión a la economía, especialmente en Europa.

Cuatro grandes riesgos que estarían sin descontar por el mercado

Por este motivo, los operadores observan con cierta preocupación los riesgos de un posible rebrote de la guerra comercial, sobre todo si hay un cambio en la Casa Blanca, o la evolución de los precios de la energía, que podrían dispararse en caso de que el conflicto en Gaza se extienda por Oriente Medio.

La gran preocupación de fondo de los analistas, más allá de estos riesgos, es el exceso de deuda mundial. “Si sumamos la deuda pública y privada, el volumen alcanza el 330% del PIB”, recuerdan en Diaphanum. Esto tiene dos implicaciones principales: al estar tan alto el nivel de endeudamiento, no se puede subir a la velocidad que se viene haciendo, lo que lleva a quitar posibilidades de estímulos, tanto públicos como privados.

Por otra parte, si se produce una subida de los costes de financiación, los Estados verían cómo una parte importante de sus presupuestos se destinarían al servicio de la deuda, igualmente las empresas verían sus resultados mermados por los costes financieros. Una bomba de relojería que, si no se empieza a asentar las bases para situarla bajo control, supone una seria amenaza a la buena racha que están manteniendo los mercados financieros en los últimos meses.

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