El problema estaría en la ubicación del depósito de combustible. El avión es de fuselaje estrecho, pero cuenta con una autonomía de vuelo de unos 8.000 kilómetros. Como en sus alas no cabe el combustible suficiente para viajes tan largos, la compañía había habilitado un tercer depósito en el centro de la estructura, robándole espacio a la bodega.
La ubicación de este depósito había sido cuestionada en un primer momento por la EASA europea, pero Airbus resolvió los problemas. Ahora, sin embargo, es la FAA americana la que pone en entredicho su seguridad de la ubicación ante el riesgo de que la supervivencia de los pasajeros sea más remota en caso de accidente. En este sentido, pide pruebas de que se pueda mantener un nivel de riesgo aceptable, al menos durante cinco minutos, para permitir la evacuación del avión.
Cumplir estas exigencias supondrá un retraso en el lanzamiento del avión. El rediseño además podría generar más peso en el nuevo modelo y, en consecuencia, un menor alcance de su radio de operaciones, que era una de sus mayores ventajas.
Desde Airbus han querido restar importancia a estos problemas, pero lo cierto es que la cotización del fabricante europeo de aviones ha caído más de un 2% en las últimas sesiones. Con todo, pese a esta bolsa de aire, el valor mantiene una revalorización de más del 12% en el global del ejercicio a expensas de observar cómo resuelve esta pequeña crisis.