“Hoy por hoy no se puede decir que una cartera está diversificada si faltan algunos de estos dos activos. Pero nosotros nos decantamos por el oro, porque es mucho más líquido y ha tenido un recorrido al alza mucho más tranquilo que el de las criptodivisas. Está haciendo valer como muy pocas veces su atributo de valor refugio. Lo del bitcoin y compañía es otra historia muy distinta”, señalan en una gestora nacional.
Esta opinión recoge la de la mayoría de las firmas, que creen que el oro es una apuesta más segura que la de las criptomonedas. Es verdad que en los dos casos se trata de activos escasos (hay menos de 200.000 toneladas de oro circulando por el mundo; mientras que el caso del bitcoin sólo se puede minar 21 millones), pero las circunstancias en las que se está produciendo el rally de 2024 son muy distintas.
Velocidad de crucero
Por un lado, el oro se está revalorizando a velocidad de crucero de la mano de las tensiones geopolíticas. Los conflictos en Ucrania y el Oriente Medio (un área geográfica está última que siempre ha tirado del oro en tiempos de conflicto) han sido el caldo de cultivo perfecto para su vuelo hasta récords sin precedentes. Desde que empezaron las hostilidades entre Hamás e Israel, el precio de la onza se ha disparado en torno a 300 dólares.
Sin embargo, el vuelo libre del bitcoin responde más a razones puramente técnicas. Se calcula que alrededor de un 5% de todos los bitcoins en circulación ya están en manos de los fondos cotizados (ETF) al contado a los que la SEC ha dado vía libre en las últimas semanas. Algunos de estos fondos están registrando entradas diarias cercanas a los 500 millones de dólares. Cifras muy potentes que están mejorando las expectativas más optimistas de los expertos.
“Hay pocos bitcoins para dar respuesta a tanta demanda. Sin el efecto de los ETF, que han convertido al bitcoin en un activo de uso masivo en las carteras institucionales, no estaríamos viendo una subida tan vertical. Las compras de estos fondos están dando un soporte extraordinario a la cotización de la criptomoneda, pero esta situación no puede ser eterna. Es evidente que hay un problema de desajuste de oferta y demanda”, señalan fuentes del sector.
Y a la vuelta de la esquina -previsiblemente en abril-, se producirá uno de los grandes hitos del año en el activo bandera de las criptomonedas: el 'halving'. Una operativa que supone reducir a la mitad la cantidad de nuevas unidades que los mineros reciben por minar nuevos bloques. Como el retorno que reciben es menor, también será más baja la producción. Y a menos cantidad, más valor teórico. De momento, el guión se está cumpliendo a rajatabla y el bitcoin está escribiendo en este primer trimestre una de las páginas más brillantes de su todavía corta historia.
"El temor a una corrección es lógico. Desde los mínimos de enero de 2023, el bitcoin se ha disparado más de un 300%. En algún momento vendrá el pinchazo. Pero hablamos de un activo en pleno proceso de reconocimiento en los mercados mundiales, como demuestra el hecho de que la Bolsa de Londres ha dado su visto bueno a la contratación de bonos que tienen a las criptomonedas como subyacente. Un nuevo espaldarazo tras la luz verde a los ETF", señalan fuentes financieras.
Aunque el oro también se enfrenta a un potencial ajuste a la baja tras la gran subida de 2024 (ayer corrigió ligeramente tras el mal dato de precios en Estados Unidos), todo parece indicar que se puede mantener en niveles muy altos durante bastante tiempo todavía, incluso en un escenario menos favorable en el que las rebajas de los tipos de interés se retrasen hasta junio o incluso más allá. La incertidumbre geopolítica sigue dando alas al metal amarillo, que a los actuales niveles inspira menos miedo que el bitcoin.