La acción, de hecho, llegó a tocar mínimos anuales en 23,8 euros a finales de octubre sin que desde ahí haya podido recuperar apenas un 3,5%. Parece claro que el mercado está recogiendo un debilitamiento del sector automovilístico, su principal cliente al que suministra componentes, sin grandes noticias empresariales negativas.
Al contrario, los resultados del grupo al cierre del tercer trimestre superaron con creces las expectativas del consenso del mercado, sobre todo en márgenes que le han permitido mejorar su resultado neto en más de un 7%, hasta los 253,5 millones de euros al cierre de septiembre.
Es más, la compañía ha acentuado el proceso de desapalancamiento, reduciendo la deuda neta en un 5% desde principios de ejercicio, para rebajar la ratio deuda neta/Ebitda a 1,7 veces frente a las 2 veces con las que cerró 2022, consolidando su buena posición financiera, rebajando el impacto de los tipos de interés y garantizando la retribución a los accionistas.
Si existe algún pero, señalan los analistas, sería que su evolución está siendo algo inferior a la del mercado donde opera. Aunque eso se explicaría, dicen, por algunos factores no recurrentes que habrá que observar si van desapareciendo en sus cuentas de cierre de ejercicio.
Pese a esta positiva evolución y la continuidad en las expectativas, los primeros pasos de la acción en 2024 están siendo más que dubitativos poniendo en riesgo la referencia de los 25 euros por acción. Nivel donde los expertos técnicos esperan que encuentre soporte si no quiere perder pie hasta los 24,3 euros.
Las casas de análisis que siguen al valor, en cualquier caso, se mantienen moderadamente optimistas con una recomendación generalizada de “sobreponderar” con un precio objetivo que rondaría los 35 euros por acción.