El Banco de España ya ha advertido de que el crecimiento del petróleo y la “expiración” de las medidas públicas desplegadas para “mitigar” las consecuencias de la crisis energética derivarán, sin duda, en un repunte de la inflación en el primer semestre.
Se espera que el nivel inflacionario repunte desde el 3,6% previsto para final de 2023 -cuatro décimas por encima-, hasta el 4,3% en 2024 -siete décimas más-. La inflación prevista para este año era del 3,2% y se ha aumentado hasta el 3,6% debido básicamente al repunte que ha experimentado el precio del petróleo durante el verano. El Producto Interior Bruto quedará en el 2% este año y se reducirá al 1,8% -cuatro décimas menos- en 2024.
Encarecimiento de la energía
El organismo bancario señala en su informe trimestral que la revisión al alza del IPC para 2024 se debe básicamente al encarecimiento de la energía de acuerdo con los mercados de futuro, pero también, en menor medida, a los efectos que sobre la inflación implica la extensión hasta el final de 2023 de la reducción del IVA de los alimentos y la subvención al transporte público.
Además de las rebajas fiscales a la electricidad y el gas, están la supresión del IVA del 4% que se aplica a los alimentos de primera necesidad, entre ellos el pan, la harina, leche, quesos o los huevos y la rebaja del 10% al 5% del aceite y la pasta. La situación actual para los consumidores no es nada tranquilizadora en cuanto al gasto. Los combustibles no dejan de subir y, desde julio, los carburantes se han encarecido un 16%. El barril Brent ha rozado los 95 dólares, lo que supone un aumento de 23 dólares respecto a los 72 dólares del pasado mes de junio.
La consultora Tempos Energía no descarta que el crudo alcance este invierno los 110 dólares, siempre y cuando Araba Saudí y Rusia mantengan su postura de recortar la producción en 1,3 millones de barriles diarios hasta final de año. El crecimiento de China y la caída del euro frente al dólar están influyendo en la subida del crudo.
Sobre esta base se apoya el Banco de España para que la inflación vaya a cerrar este ejercicio en un 3,6%, cuatro décimas por encima de la previsión del Ejecutivo en funciones y que en 2024 se eleve al 4,3%.
Las industrias alzan la voz
Ante una posible retirada de ayudas fiscales por parte del futuro Gobierno, algunos sectores ya han empezado a alzar la voz y recordar que los efectos de la guerra de Ucrania no se han superado sino que incluso todo va a peor. La Asociación GasNDUSTRIAL ha vuelto a denunciar que la demanda de gas continúa “notablemente” baja y no se vislumbra ningún tipo de recuperación.
El acumulado hasta agosto registra una caída del 21,90% y el segundo semestre de 2022 se produjo un hundimiento de entre el 35% y el 40% respecto a un año estándar. “Un panorama preocupante que refleja el mal momento que atraviesan nuestras industrias”, señala en su informe mensual.
“Las medidas aplicadas desde que se iniciara la crisis son claramente insuficientes y no están logrando solucionar el problema. La industria de gas intensiva necesita líneas de apoyo más efectivas, directas, accesibles y de mayor cuantía, y las precisa ya”, denuncia el informe.
En este sentido, señala que este panorama de caída del consumo de gas es una realidad común en todos los sectores. El siderúrgico registró una caída en agosto pasado de un 29% respecto a igual mes de 2019; el sector papelero un 35%; la construcción un 31%; la cogeneración un 29% y el refino un 15%.
Líneas de ayuda
La presidenta de GasINDUSTRIAL, Verónica Rivière, reclama que el próximo Gobierno debería “articular con urgencia la línea de ayudas de forma más efectiva y, a menor plazo, para evitar el riesgo de deslocalización de nuestro tejido industrial”. “Existe temor a un posible desplazamiento de la producción nacional por el gran aumento de las importaciones de otros países”, advierte. Además, denuncia que empieza a apreciarse una cierta falta de pedidos, “un síntoma claro de lo que podrá ser una recesión inminente”.
Riviére insiste en que la transición energética tiene un coste y es evidente “la alta sensibilidad de la industria a los precios que demuestra que, para poder cambiar de gas natural a hidrógeno renovable, se necesitan medidas regulatorias que aseguren la competitividad en toda la cadena hasta el consumidor industrial. De lo contrario, el cambio será un lastre para las industrias. La transición deberá ser ordenada y competitiva para la industria o no será”, concluye.