ANÁLISIS

La debilidad de PP y PSOE por no estar a la altura del momento

El bi­par­ti­dismo ganó en las urnas pero otra vez in­de­pen­den­tistas y ra­di­cales lo harán en el Parlamento

Campaña electoral, partidos.
Campaña electoral, partidos.

Corren malos tiempos para las dos grandes for­ma­ciones po­lí­ticas na­cio­nales que cu­bren cerca del 70% del es­pectro po­lí­tico es­pañol. Los com­pli­cados re­sul­tados elec­to­rales del pa­sado 23 de julio están con­si­guiendo poner de ma­ni­fiesto que nin­guna de ellas está sa­biendo estar a la al­tura de las cir­cuns­tan­cias y de lo que es­pe­raban de ellos la ma­yoría de sus vo­tan­tes. Los nú­meros cantan y nadie puede dudar que el bi­par­ti­dismo salió re­for­zado de la úl­tima cita elec­to­ral, ya que VOX y Sumar ca­yeron y los na­cio­na­lis­tas, ex­cepto Bildu, se pe­garon un guan­tazo im­por­tante.

Sin embargo, desde el día siguiente, tras comprobarse la endiablada aritmética salida de las urnas, los dos grandes partidos nacionales empezaron sus cálculos y su acción política mirando a todas partes menos a ellos mismos, sin fijarse el uno en el otro.

Y en esas seguimos, perdiendo un tiempo precioso, mientras los saudíes de SCT se cuelan en Telefónica aprovechando que hay un gobierno en funciones, la inflación subyacente sigue descontrolada, los precios de la energía se mantienen por las nubes, la deuda no para de crecer y sigue siendo alto el riesgo de una crisis de deuda soberana en Europa.

Tanto el PSOE como el PP y por supuesto sus líderes, el presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez como el primer espada del PP, Alberto Núñez Feijóo, están transmitiendo de una forma pavorosa a la ciudadanía su incapacidad para alcanzar acuerdos de verdad que puedan facilitar la gobernabilidad de España, no soluciones coyunturales para seguir tirando pero que no durarían más allá de uno o dos años a lo sumo.

Peligro de ruptura

El primero de ellos, Sánchez, está a punto de romper su propio partido, con muchos años de historia, por su pretensión de volver a alcanzar acuerdos con las fuerzas nacionalistas periféricas y reeditar lo que Rubalcaba denominó un “Gobierno Frankenstein”.

Las voces disonantes en el PSOE contra estas políticas de Sánchez son cada vez más altas y el parche de seguir expulsando de militancia a los críticos como acaban de hacer con el ex secretario general del Partido Socialista de Euskadi (PSE), Nicolás Redondo Terreros, por su “reiterado menosprecio” a las siglas del partido es una herida que no se puede curar con tiritas.

¿Expulsarán en los próximos días a Felipe González a Guerra y a tantos otros? que por lo que vemos no parecen decididos a callarse, sino más bien a todo lo contrario. Sin duda, Pedro Sánchez, podrá seguir estirando este chicle todavía, pero hay un momento en que se rompe y las consecuencias pueden ser de órdago a la grande.

¿Amnistía a los golpistas?

En la pasada legislatura fueron los indultos y la derogación del delito de sedición y la rebaja del de malversación, pero ahora la apuesta que Sánchez mantiene con el fugado de la justicia, Carles Puigdemont, puede romper los cimientos del sistema constitucional español y de la Transición, al estar negociándose una amnistía para los golpistas catalanes que en 2017 decretaron la independencia de Cataluña.

En opinión de la mayoría de juristas un paso sin posible vuelta atrás, ya que sería reconocer que no hubo un delito y que los tribunales que les juzgaron y que mantienen numerosas causas pendientes se equivocaron. Y además una medida de gracia que se otorgaría a personas que no han reconocido la ilegalidad de sus actos y que insisten en que volverán a la carga con las mismas pretensiones.

El otro protagonista, Alberto Núñez Feijóo, un político de experiencia pero que vendió la piel del oso antes de cazarlo, un error por el que aún no ha pagado, pero por el que mantiene una terrible deuda que algún día alguien puede que intente cobrarse, aunque por ahora no sé antoje posible.

Y lo que es casi peor, que a estas alturas sigue sin haber gestionado sus alianzas y su posición respecto a VOX, lo que no para de penalizarle además de dar munición de primera a sus enemigos que utilizan un día tras otro. Recordemos el soniquete de argumentario de derecha extrema y extrema derecha. Como decía Rajoy no se puede beber y sorber al mismo tiempo y esto es lo que está haciendo Núñez Feijóo respecto a Vox desde hace meses con bastante poco éxito.

Ruido de sables

Al punto de que ya hay muchas voces en la sede de Génova 13, aunque no lo digan públicamente, que empiezan a pensar en un relevo o en que el atajo tomado con él antes de fijarse definitivamente en Isabel Díaz Ayuso, no fue acertado, ya que la presidenta de Madrid nunca ha tenido problemas con los de Abascal y siempre les ha sabido mantener a raya.

Ahora mismo los dos, tanto Sánchez como Feijóo, parecen patos sin cabeza corriendo hacia ninguna parte, diseñando y poniendo en marcha estrategias que conducirían a su posible elección por la mínima, pero a nada más, ya que no significan un programa político de verdad con ideas, propuestas y reformas pendientes.

Nunca podrían abordar la solución de los problemas a los que se enfrenta España, ya que la precariedad de los gobiernos que pudieran salir en estas circunstancias sería letal y no les daría apenas tiempo para poner en marcha las políticas que se necesitan, y ambos lo saben, sobre todo Sánchez que es el que parece más próximo a formar gobierno.

Núñez Feijóo, que no olvidemos es el que ganó las elecciones, al menos lleva tiempo proponiendo a Sánchez tibios acuerdos que puedan garantizar la gobernabilidad, aunque obviamente poniéndose siempre el primero de la lista lo que no gusta en la otra trinchera.

Mientras tanto lo único que hay son descalificaciones constantes entre ellos, un hartazgo de estrategias de comunicación sobre todo por parte del gobierno, que además suelen pillar al PP casi siempre en la luna de Valencia y nunca mejor dicho. Argumentarios manidos que todos repiten como cacatúas, y que están empezando a cansar de verdad a todos los españoles que les han votado.

Un poco de patriotismo

Sin duda, a estas alturas deberían estar ya negociando una gran coalición a la alemana o una ‘geringonca’ a la portuguesa o cualquier otro acuerdo posible a la española, incluso haber acordado repetir las elecciones cuanto antes, en vez de estar dispuestos a dejarse robar la cartera por los independentistas, pero también por esa amalgama de partidos de que representa Sumar y hasta por VOX, con demasiados radicales por metro cuadrado en ambas formaciones.

Desde luego lo que se echa en falta en estos momentos es un poco de patriotismo de verdad. No del de banderitas y símbolos, que sin duda tiene su función, sino de otro, del compromiso como ciudadanos con unos valores comunes y una historia compartida. Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, patriota es la “persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien”, una definición que es lo suficientemente amplia para que entren en ella todo tipo de interpretaciones. Pues eso.

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