El primer factor, el más importante, es el que tiene que ver con los tipos de interés y el cercano final de una subida histórica.
El Banco Central Europeo (BCE) ha negado a los inversores la tregua más esperada. Christine Lagarde ha decidido subir los tipos de interés hasta el 4,50% y dar continuidad a una interminable subida que, desde el verano pasado, se ha convertido en el enemigo número uno de la renta variable. Con el precio del dinero mucho más alto, ese gran rival que es la renta fija se ha convertido en un gran contrincante.
Pero todo apunta a que el final de la escalada está muy cerca. La banca de inversión hace una lectura positiva de la reunión del BCE, en el sentido de que lo peor podría haber pasado ya. El alza de 25 puntos básicos estaba descontado o para este mes o para octubre y se trata de ver el vaso medio lleno. Es decir, de descontar que ya no habrá más subidas de tipos salvo un gran repunte de la inflación.
O, lo que es lo mismo, de valorar que el BCE ha sugerido ya el fin de las alzas. Lo que significa que ya se empieza a ver la luz al final del túnel y es posible empezar a hacer proyecciones y valoraciones realistas. Es evidente que los tipos van a seguir altos durante mucho tiempo, pero a partir de ahora ya hay una foto fija a la que agarrarse. Un buen punto de partida para poner en marcha las esperadas salidas a bolsa congeladas desde hace meses.
Apetito de los inbersores
Los banqueros de inversión están midiendo el apetito de los compradores a través de la OPV del fabricante británico de chips, Arm, que ha conseguido una sobredemanda de alrededor de 10 veces y debutó ayer en Bolsa (con fuertes subidas) a 52 dólares, por encima de la horquilla de precios prevista inicialmente. Un éxito que ha provocado que el fabricante alemán de sandalias Birkenstock haya pedido la luz verde para aterrizar en Wall Street.
Con el final del verano, se está reactivando el apetito comprador de renta variable de los inversores al otro lado del Atlántico. Otra cosa es que el efecto dominó se traslade rápidamente a Europa, y en concreto a España, un mercado en el que la falta de incentivos para las salidas a bolsa mantiene seco el mercado desde hace ya demasiado tiempo. A pesar de que hay un listado relativamente amplio de empresas que están en lista de espera.
Astara (la filial de automoción del grupo industrial vasco Bergé, valorada en unos 2.000 millones de euros), Puig (con la vista puesta en 2024), el grupo de energías verdes ID Energy Group, Consentino, Tendam o Mecalux son algunas de las empresas que han mostrado su interés por dar el salto al parqué. Por razones de los más variopintas, todas han retrasado los planes que la banca de inversión quieren reactivar ahora.
Otra cuestión es el precio. "Una cosa es ser un fabricante de chips como Arm y otra un grupo industrial más con atractivo limitado en bolsa. Quien quiera dar el salto al parqué tendrá que ser generoso en las valoraciones, porque el mercado es exigente y no vale todo", señala un veterano gestor. Con los investment banking calentando las máquinas, queda por ver la capacidad de respuesta de las empresas.