La compañía ha ganado 129 millones de euros en el primer semestre, lo cual supone un incremento del 131 % respecto a igual período del año anterior con todas sus líneas de balance, ventas y resultado operativos, mostrando crecimientos significativos. Todo ello, además, con una deuda, en torno a los 284 millones de euros, bajo control. Su ratio de apalancamiento apenas supone, por tanto, 0,8 veces el Ebitda acumulado en los últimos doce meses.
Cifras que, de hecho, animaron la cotización después de la presentación de las cuentas. Sin embargo, el valor ha seguido diluyéndose como un azucarillo en agua caliente durante el mes de agosto y a comienzos de septiembre lastrado por un mercado demasiado pendiente de los efectos recesivos en la economía de posibles próximos movimientos de tipos de interés al alza en Europa.
Quizás, uno de los grandes hándicaps de la compañía sería el uso intensivo de energía en su proceso de fabricación, lo cual podría explicar la penalización sufrida durante el año pasado. Un problema que el grupo ha corregido en parte con la puesta en marcha este pasado mes de agosto de su planta fotovoltaica en Barcelona dentro de su proceso de descarbonización y mejora energética.
Con la progresiva estabilización de los costes, los analistas confían que el fabricante de vidrio para envases vuelva a verse como una compañía de crecimiento estable a largo plazo y pueda beneficiarse al máximo de la creciente tendencia del uso de materiales reciclables frente a los plásticos.
La reciente corrección, señalan los expertos técnicos, ha alcanzado una zona de soporte sobre los 82,5 euros en la que muestra indicios de estabilización. Unos niveles de entrada muy atractivos para incorporarse a la probable tendencia alcista de largo plazo