Según las nuevas proyecciones de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) las economías serán afectadas por un panorama económico mundial difícil y un horizonte regional complejo. Latam afronta elevada inflación, altos tipos de interés, abultada deuda pública y un creciente malestar social, cuando a nivel global persisten incertidumbre financiera y comercial y desaceleración. Por ello, se prevé que el PIB crezca el 1,5% en 2024, por debajo del 1,7% que se proyecta este año. Y eso que, como el FMI (que mejoró su pronóstico del 1,6% al 1,9%), Cepal ha revisado al alza el dato de 2023 desde el 1,2%.
Los 19 países iberoamericanos, incluidas las grandes economías, donde las compañías españolas están muy presentes, mantendrán un bajo dinamismo. Argentina, donde España se mantiene con EEUU como principal inversor, será el único país en recesión ambos años, con retrocesos del PIB del 3% en 2023 y del 1,6% en 2004. Brasil avanzará este año el 2,5% para bajar el pistón al 1,4% el que viene; México, en la misma línea, lo hará el 2,9% y el 1,8%: Colombia crecería el 1,2% y el 1,9%; Chile registraría recesión este año (-0,3%) para crecer el 1,8% en 2024 y Perú progresaría el 1,3% y el 2,5%, respectivamente.
Panorama incierto
Paraguay lideraría junto a Panamá el crecimiento en el área ambos años, con tasas del 4,2% y del 4%, mientras que Bolivia encadenará tasas del 2,2% y del 2,1%; Ecuador del 2,3% y el 2,6%; Uruguay del 1% y el 2,6% y Venezuela, del 3,2% y el 2,7%. Se espera que Panamá crezca a tasas del 5,1% y el 4,2%; Costa Rica del 3,8% y 3,4%; Guatemala del 3,4% y el 3,1%; Honduras del 3,4% y 2,6%; El Salvador, del 2,1% y el 1,8% y Nicaragua, del 2,4% y el 2,1%. Dominicana crecerá a ritmos del 3,7% y del 3% y Cuba, del 1,8% y el 1,7%.
En 2023, todas las subregiones exhibirán un menor crecimiento respecto de 2022. Así, Sudamérica crecería el 1,2% (3,7% en 2022) y el grupo formado por Centroamérica y México, en el que el organismo incluye a Cuba y Dominicana el 3% (3,4% en 2022) y el Caribe, un 4,2% (6,3% en 2022). Sin México, Centroamérica más Cuba y Dominicana crecerían el 3,3% este año y el 2,8% el siguiente. Sudamérica mantendría ese bajo crecimiento del 1,2% en 2024, Centroamérica y México bajarían el paso al 2,1% y el Caribe, al 2,8%.
La Cepal pronostica el mantenimiento en el ámbito interno, de un reducido espacio de política fiscal, si bien la reducción de la inflación en la región “abrirá más espacio para la política monetaria”, así como la continuidad de elevados costes de financiación para un área cuya deuda pública, aun en baja, permanece en niveles altos. Además, se anticipa menor dinamismo en la creación de empleo (1,9% en 2023 y 1,1% en 2024) y crecientes demandas sociales. Y una tasa de paro del 6,8% en 2023 y del 7,1% el año próximo.
Los expertos señalan que hay inquietud por la calidad del empleo en la región y por la alta informalidad. Y que el contexto de bajo crecimiento hará a los trabajadores más vulnerables y abocados a emplearse en sectores menos productivos, con una reducción del salario medio, un aumento de pobreza y desigualdad y un incremento de conflictividad social y de la inestabilidad.
“Ante el desafío de dinamizar el crecimiento y hacer frente al cambio climático es esencial potenciar la inversión pública y privada. La inversión pública en la región es baja en comparación con las economías avanzadas e incluso respecto de otras regiones en desarrollo. Este reducido nivel de inversión se ha traducido en una infraestructura insuficiente para dinamizar el crecimiento económico y promover el desarrollo productivo”, resalta el informe.
Inversión en alza
Se señala además, en un momento en el que Europa prevé inversiones en economía ‘verde’ en Latam, que el impacto macro del cambio climático podría ser muy significativo. Las estimaciones indican que, en 2050, el PIB de un grupo de seis países podría ser el 9%-12% menor al correspondiente a un escenario de crecimiento tendencial de no realizarse inversiones para compensar los choques climáticos. Y el monto de inversión adicional requerido es excepcionalmente grande, de entre el 5,3% y el 10,9% del PIB por año.
Tanto la Comisión Europea como el BEI han decidido impulsar proyectos vinculados al clima y el desarrollo sostenible en Latam. En la pasada cumbre UE-CELAC, cuyos ministros de Finanzas se reúnen esta semana en España, Europa anunció 45.000 millones en inversiones en Latam, de ellos 10.000 millones en planes contra el cambio climático y de transición a energía ‘limpia’.
Pero no todo es sombrío en el panorama regional. Latinoamérica registra un ‘boom’ de inversión extranjera, pese a la tensión política y social y la actual inestabilidad en varios de sus países. La inversión en el área ignora la crisis y la reducción de crecimiento, de la mano principalmente del rediseño del mapa mundial de cadenas de suministro, que contribuye a impulsar la zona como destino de traslado inversor, con México como mayor ‘puerto’ del ‘nearshoring’.
Para una Latam que ha girado a la izquierda recientemente en Chile, Colombia y Brasil, pendiente de las próximas elecciones ecuatorianas, argentinas y mexicanas y que registra especial conflictividad institucional, política y social en Perú, Ecuador y Guatemala, el pasado 2022 fue año récord para la IED. Y todo apunta a que ésta seguirá creciendo. Las últimas cifras conocidas apuntan a una llegada de 224.579 millones en 2022 (+55,2%), según Cepal, y de 208.000 millones (+51%), según la Unctad, debido a la demanda de materias primas, notablemente minerales esenciales y al ‘nearshoring’.