Y es más que posible que sea el sector que más representa internacionalmente a España con obras y concesiones por todo el mundo.
Desde la ampliación del canal de Panamá, hasta el tren entre La Meca y Medina, la ampliación del metro de Riad, la ampliación de la autopista LBJ Express en Dallas, la autopista de Toronto 407, el metro ligero de Ottawa en Canadá, el metro de Lima en Perú, y otras tantas y tantas obras y concesiones que no paran de crecer.
Un informe de la publicación especializada ENR sobre la actividad en 2022, que recoge la actividad de los 250 mayores contratistas internacionales, ponía de manifiesto que las grandes constructoras españolas han reforzado su dominio en los mercados de Estados Unidos y Australia, que son de los que más están creciendo en el mundo, y que en estos momentos ya copan casi la mitad de los ingresos por infraestructuras y concesiones.
Un 80% de cartera internacional
Un par de datos que avasallan y dan una idea de lo que hablamos. La cartera de obras de las grandes constructoras como ACS, Acciona, Sacyr, Ferrovial. OHLA, FCC y San José ronda en la actualidad los 130.000 millones de euros. Y de su cifra de negocio acumulada el pasado año 2022 apenas un 20% corresponde a España, cerca de 14.000 millones, siendo los restantes 70.300 millones las actividades que mantienen en el exterior de nuestras fronteras.
Su internacionalización comenzó a finales de los años setenta del pasado siglo por la crisis del petróleo y luego se acentuó a finales del mismo tras el proceso de concentración de grupos y siguió con la posterior crisis inmobiliaria a partir de 2008.
Pero todo se agilizó al máximo, quizás cuando las grandes empresas constructoras españolas tuvieron bastante claro antes de arrancar este siglo XXI que había que ponerse las pilas y diversificar, ya que la contratación pública que había sido motor de su negocio durante muchos años con la fuerte apuesta de infraestructuras y equipamientos de aquellos gobiernos de la Transición empezaba a dar evidentes síntomas de retroceso.
Y de una forma o de otra, interpretando las señales, todos se pusieron manos a la obra, aprovechando además de sus saneadas tesorerías su altísima capacidad de endeudamiento en aquellos momentos.
Proceso de diversificación
Al margen de la internacionalización, un proceso imparable para todos esos grupos, también lo fue la diversificación de actividades y, por lo visto, lo que más llamó la atención a la mayoría de las constructoras, al parecerles renta fija en comparación con sus complicadísimas actividades, fue el sector energético, al que se lanzaron la mayoría con mayor o menor acierto.
Excepto FCC, que siempre se ha sentido segura en sus negocios medioambientales, y Ferrovial, que apostó desde el minuto uno por el sector aeroportuario, quedándose como el que no quiere la cosa con el aeropuerto londinense de Heathrow, aunque luego compró muchos más, el resto de grandes constructoras nacionales derivaron hacía la energía en sus distintas formas.
Acciona entró en el mundo del kilovatio con la compra de la eólica EHN y años después asaltó Endesa y se la repartió con la italiana Enel. Finalmente, el grupo Entrecanales ha terminado por hacer un -spin off- con su división energética y ha sacado Acciona Energía a Bolsa.
Por su parte, ACS se hizo con Unión Fenosa aunque luego la vendió y quiso comerse Iberdrola, lo que le fue imposible a Florentino Pérez por la tozuda resistencia al límite de todo de Ignacio Sánchez Galán. Sacyr Vallehermoso apostó por la energía fósil y compró hasta el 20% de Repsol YPF. Y finalmente, Juan Miguel Villar Mir, el patrón de OHL, también se metió en este sector y obtuvo jugosas plusvalías de su operación sobre el grupo Hidrocantábrico, aunque no lo hizo a través de la constructora.
Aprendieron de los errores
Todos esos movimientos las afectaron de muy distintas maneras a estas empresas y las hicieron sufrir mucho, pero sin duda las hizo aprender de los errores y ser más sabias a la hora de buscarse la vida y sortear los obstáculos a su crecimiento y desarrollo.
Por ello en últimos años, que han sido de dificultades con el coronavirus por todo el mundo y en España también por la caída de la actividad y la fuerte subida de precios de la energía, sobre todo, la mayor parte de estos grupos están reforzando su apuesta por las concesiones, sobre todo las internacionales, ya que las que se ofrecen en España son pocas y no les están gustando por su menor rentabilidad. Apuntan a todos los mercados posibles, pero sobre todo Estados Unidos, Australia, Canadá, Colombia, Chile y también Italia en Europa, están entre sus objetivos.
No obstante, pese a su mayor interés por las concesiones internacionales, en España es obvio que también serán las concesiones y la colaboración público privada las que marquen el futuro del sector, ya que las administraciones públicas están muy endeudadas y no van a contar con grandes presupuestos para invertir en infraestructuras. Aunque algo ayudarán ahora los fondos europeos, nunca se alcanzarán grandes licitaciones y por ello lo normal será que lo que se hagan sea en régimen de colaboración por medio de concesiones.
Primeros movimientos
De hecho, ya se están produciendo movimientos que evidencian esta tendencia. Sacyr ha vendido recientemente Valoriza, su división de servicios urbanos a Morgan Stanley por 734 millones de euros y también Sacyr Facilities al grupo Serveo, participado por Portobello Capital, por unos 100 millones, con la intención de reducir deuda y poder seguir invirtiendo en concesiones, según ha declarado la propia empresa.
También, un informe de la agencia alemana de calificación, análisis e investigación de fondos, Scope Group, ha asegurado que sólo Ferrovial, ACS y Sacyr han vendido activos en los últimos dos años por valor de 7.000 millones de euros, con este objetivo de obtener recursos para crecer en concesiones, y en esta cifra no se cuenta la desinversión de FCC del 24,99% de FCC Servicios Medioambientales Holding a la canadiense CCP Investments el pasado mes de junio. Experiencia probada
La realidad es que sólo estos grandes grupos con mucha experiencia son capaces de sacar el jugo a una concesión, esté donde esté, ya que para ello hay que atender a muchas líneas de negocio. Está la ingeniería que desarrolla los proyectos, los equipos financieros que buscan los fondos necesarios, una constructora que pueda ejecutar o liderar la concesión adjudicada y dominar a las subcontratas que colaboren y, finalmente, un equipo administrativo de probada solvencia que sea capaz de explotarla de la mejor y más rentable forma posible durante los años de duración del contrato.
Evidentemente, además, la intención de todos estos grandes grupos de infraestructuras españoles no es otra que las concesiones puedan dar trabajo y cartera de obra a las constructoras de su grupo, lo que tiene todo el sentido.