Trump afirma no tener ninguna responsabilidad en la movilización de los asaltantes al Congreso con el objetivo de paralizar la nominación de Biden como presidente de los EEUU, es decir, impedir la transición de poderes desoyendo el resultado de las urnas. Trump y su poderoso equipo de abogados intentarán retrasar los juicios a la vez que difunden el mensaje de una venganza política, habla incluso de “una persecución nazi”.
Estrategia: un tribunal del pueblo enfrentado a la justicia. Y por si fuera poco el añadido que la persecución legal no es más que una cortina de humo para ocultar la incriminación de Hunter Biden, el hijo del actual presidente.
Frente a la estrategia de Trump no hay otra alternativa que la justicia se mantenga firme y la fiscalía demuestre de modo fehaciente que todas las martingalas de Trump son falsas, que verdaderamente fue él, que todavía ocupaba el salón de la Casa Blanca, quien intentó vía asalto al Congreso impedir la transición de poderes.
Trump, así lo afirma Vince Cable, “ha sido un inusual presidente sin ninguna experiencia política o legislativa”. En efecto su experiencia, como afirma él mismo, es la de un hombre de negocios que ha conseguido amasar una enorme fortuna (3.000 millones de dólares) aunque esa fortuna procediese en una grandísima parte de su padre, un exitoso promotor inmobiliario.
Trump según Hyman Minsky, es un buen ejemplo del esquema capitalista de Ponzi, “tomando dinero a préstamo con la expectativa de que sus activos tendrán más valor que las deudas”. De ahí las variadas suspensiones de pagos y quiebras bien manejadas para conservar sus propios activos inmobiliarios.
Los republicanos desde la era de Reagan quedaron seducidos por el mensaje de “un menor gobierno”, recortes fiscales traducidos en menores impuestos para los ricos y las grandes corporaciones. Pero la base fiscal creciente y disponible, según postula la economía de la oferta, generarían más inversión, más empleo, más riqueza. No ha habido tal crecimiento de la inversión sino un aumento del déficit presupuestario y de la deuda pública.
La Oficina Presupuestaria del Congreso estimó que el déficit presupuestario pasaría del 2,9% del PIB de los últimos 15 años al 4,4% del PIB. A la pregunta de sus colaboradores de cómo financiaría la deuda Trump fue categórico: “imprimiendo más dinero”. Un hombre de negocios exitoso y habilísimo populista lanza aquel mensaje “América primero”. Los votantes de las regiones más tocadas por la competencia internacional, reclaman más proteccionismo, menos globalización, más dinero en sus bolsillos.
Nacionalismo y proteccionismo
Adiós a los esquemas multilaterales creados después de la Segunda Guerra Mundial. Trump negociaría directamente con las otras naciones. Negaría la existencia del Covid y la imposición de cualquier medida, como más mascarillas o las vacunas. Llegaron las nuevas elecciones y pese al enorme auge del populismo hubo mayor número de votos en favor del candidato demócrata.
Pero el mensaje populista-nacionalista ha llegado y florece en la Europa comunitaria, España incluida. La DEMOCRACIA duda de si misma.