Ese mismo escepticismo o realismo, parece afectar a algunos de los líderes populares autonómicos. Nada menos que los presidentes de cinco de las once comunidades donde gobierna el PP, si incluimos Murcia, a saber, los de Madrid, Valencia, La Rioja, Cantabria y Ceuta, no han acudido a este acto. ¿Lo habrían hecho si esperaran que Núñez Feijóo fuera el nuevo presidente del Gobierno a partir del debate de investidura que se celebrará los próximos 26 y 27 de septiembre? Cuesta creerlo.
En su intervención, el líder del PP ha reiterado en varias ocasiones que asume el reto del debate pese a que le faltan cuatro votos, lo que hace inviable su investidura. Lo hace por lealtad al rey, por lealtad a la Constitución y a la democracia parlamentaria y con la responsabilidad de “desbloquear la gobernabilidad, frente a los que intentan ganar perdiendo y bloquear desde la derrota”. Pero, sobre todo, porque se considera legitimado como indiscutible candidato, por haber ganado las elecciones tanto en número de votos, como en el porcentaje de los mismos y en escaños.
Actitud legítima
Según Feijóo, su partido cuenta con la legitimidad de haber ganado los comicios, creciendo en tres millones de votos, sumando 87 parlamentarios más y experimentado el mayor crecimiento de su historia. Además, asegura que abre la posibilidad de reprochar una vez más como una falta de total legitimidad, el intento de Sánchez de tratar de formar Gobierno asociándose con 24 partidos perdedores.
Y tras asumir la dificultad, a día de hoy, de poder formar gobierno por la falta de los apoyos necesarios, Feijóo ha aprovechado para lanzar duras críticas al presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. Según el líder popular, “estamos a cuatro votos de la investidura y Sánchez, al menos, a cuatro cesiones: amnistía, referéndum de independencia y al Gobierno más débil que pudiera tener España, conformado por 24 partidos; y volver a quebrar el principio de igualdad”.
El líder popular tras asegurar que tiene “visión de Estado y de defensa de los intereses generales. No admitiremos una subasta para aplacar los intereses particulares de las minorías”, ha advertido de la necesidad de poner en marcha una batería de medidas para crecer, crear empleo y sanear las cuentas.
Feijóo no ha enumerado las propuestas que pretende aplicar más allá de hablar de “volver a crecer, subir la renta per cápita, reducir los índices de pobreza, sanear las cuentas y bajar impuestos siempre y con la intensidad que podamos”.
Esta es también una novedad en el discurso económico del líder centrista. Feijóo ya no promete una rebaja generalizada de los impuestos, como hizo durante la campaña electoral. Ahora conviene repetir las palabras textuales de su intervención, ya solo habla de “bajar impuestos siempre y con la intensidad que podamos”.
No a cualquier precio
En cuanto a las negociaciones con los partidos políticos para conseguir su apoyo o su abstención en una segunda votación en el debate de investidura en la que solo necesitará más síes que noes, Feijóo no ha fijado más limite que el de no dialogar con los representantes de EH Bildu. El líder del PP se ha comprometido a dialogar con todas las formaciones políticas “que quieran hablar”, en el inicio de los contactos que comienzan este lunes, sin aportar más detalles.
El líder popular, en cambio, había sido algo más explícito en una entrevista que concedía al diario ‘El Mundo’ este domingo. Ante las posibles conversaciones con Junts en la búsqueda de acuerdos para la investidura, Feijóo admitía la posibilidad de hacerlo señalando que “Junts, desde el punto de vista económico, es un partido de centroderecha, o al menos lo era. Tanto Junts como el PNV eran partidos de centroderecha”. Para zanjar que si “lo que pide un partido independentista es la ruptura de la Constitución y la independencia, esas dos cuestiones no las voy a ceder”.
Para Feijóo, “en política no vale todo” y no será presidente a cualquier precio, frente a aquellos que “a mentir lo llaman cambiar de opinión; a pactar ‘coincidir en las votaciones’ y a ‘perder’ ‘ganar’”.
Quizás por ello cerraba su intervención en el Palacio de Soutomaior dando por hecho que no será presidente al decir que, si la investidura sólo depende de “ceder y plegarse a todos y cada uno de los que quieren irse de nuestro país y humillar más a las instituciones, está claro que la ganará Sánchez y la perderá España”.