De pronto, los inversores han buscado refugio en los bonos ante la evidencia de que quedan muchas dudas por resolver en todos los ámbitos: tipos de interés, inflación y crecimiento económico. Además, China se consolida como un factor desestabilizador de primer orden una vez constatado que AL gigante asiático le pesan mucho las piernas en términos de crecimiento. Con estas cartas sobre la mesa, los inversores optan por la prudencia.
El PMI Compuesto de la zona euro cayó el miércoles como un jarro de agua fría. Pocos esperaban una caída de 1,6 puntos en agosto respecto al mes anterior hasta 47 puntos. Una cifra que apunta a que la zona euro se contraerá un 0,2% en el tercer trimestre. O lo que es lo mismo, que las conclusiones de la semana pasada de Eurostat asegurando que el área ha logrado volver al crecimiento pueden caer en saco roto.
Bajar la inflación
Pero lo más grave es que este frenazo podría no servir para rebajar los niveles de inflación que mantienen bajo presión al Banco Central Europeo (BCE) antes de la reunión de septiembre en la que tiene que decidir si da un paso más y eleva los tipos otros 25 puntos básicos hasta el 4,5% (una opción que cada vez gana más adeptos en el mercado) o hace la esperada pausa que Christine Lagarde anticipó hace algunas semanas.
"Es casi imposible hacer previsiones. Antes de la reunión de septiembre habrá nuevos datos macro relevantes que se antojan decisivos y de los que dependerá la decisión final. Lo cierto es que nadie las tiene todas consigo", señala un veterano gestor que cree que puede haber mucha volatilidad hasta que el mercado escuche los mensajes de Lagarde y del presidente de la Reserva Federal, que intervienen este viernes.
En este escenario, la rentabilidad del bono español a 10 años ha vuelto a toda velocidad hasta el 3,5%, mientras que la del 'bund' alemán ha retrocedido hasta el 2,5%. Una relajación que, más allá de los lógicos movimientos del mercado después de un movimiento totalmente contrario en los días anteriores, podría anticipar que los inversores quieren nadar y guardar la ropa a la espera de unas conclusiones de Jackson Hole que podrían ser poco contundentes.
La volatilidad de la renta fija -acrecentada por los bajos niveles de liquidez del verano- también se traslada a las bolsas. El miércoles, el Ibex 35 perdió una ganancia del 1% antes de cerrar totalmente en tablas. Y ayer, fracasó de nuevo en su intento de asaltar la cota de los 9.400 puntos en otra sesión de más a menos que confirma que el dinero no está por labor de arriesgar un ápice en un escenario incierto.