La razón es que la compañía quiere aprovechar el boom de la inteligencia artificial, el mismo que ha llevado a empresas como Nvidia a cotizar a cerca de 200 veces su beneficio. Está por ver la reacción de los grandes inversores, que tienen apetito inversor en este segmento pero que van hacer muchos números antes de entrar en Arm a unos niveles que, a la espera del precio definitivo, dan cierto vértigo.
Y no sólo eso. En el folleto de colocación que debe ser aprobado antes de su incorporación al mercado Nasdaq, Arm reconoce que alrededor del 25% de su facturación se genera en China y que, como es evidente, la compañía sería sensible a las potenciales tensiones que podrían surgir entre Estados Unidos y el país asiático. Un factor que echa más leña al fuego de la valoración que va a ser muy, muy exigente.
Elemento de desestabilización
El gigante asiático se ha convertido en un elemento desestabilizador en las últimas semanas. La declaración de bancarrota de Evergrande en Estados Unidos, las pérdidas millonarias de Country Garden o los problemas de la gestora de activos Zhongzhi Enterprise han disparado las alarmas y han puesto el foco en una economía cuya economía está bastante lejos de la velocidad de crucero.
Si sale adelante según lo previsto, la de Arm será la tercera salida a bolsa que más fondos recaude de la historia, sólo por detrás de Alibaba y Meta. En total, la compañía británica quiere vender entre 8.000 y 10.000 millones de dólares en la operación. La pregunta es si el mercado está tan caliente como para absorber un volumen de papel así en el actual escenario inversor, que ha cambiado mucho.
"El conjunto del mercado se juega mucho con esta operación, que va a medir de verdad hasta qué punto el dinero tiene ganas de asumir riesgos. En plena subida de los tipos de interés, la renta fija ejerce una competencia terrible sobre las acciones, porque vuelve a ser muy rentable. El problema de Arm sería que saliera a bolsa con poco recorrido alcista. Eso sería malo para las operaciones que vengan después", señalan en una gran gestora extranjera.
La operación llega en un momento en el que el Nasdaq ha subido alrededor de un 30% en lo que va de año, pero está en plena recogida de beneficios. Los inversores creen que hace falta un período de consolidación de las fuertes ganancias acumuladas, en una demostración de que las valoraciones de las empresas tecnológicas empiezan a dar cierto vértigo. Por el camino, las rentabilidades de los bonos no dejan de crecer.
La venta de acciones de Arm, que fue comprada por el banco japonés Softbank en 2016 por alrededor de 30.000 millones de euros, será seguida muy cerca en todos los mercados mundiales. También en España, donde el negocio de las salidas a bolsa está firmando otro ejercicio en blanco. Todo un drama para los bancos de inversión que no consiguen activar la actividad en un segmento clave para sus ingresos.
"Si la venta de Arm sale bien, otras empresas de cualquier otro sector puede coger confianza e intentar ir a bolsa. Hay operaciones muy trabajadas que podrían ser reactivadas, pero hasta ahora todo el mundo ha entendido que no era el momento. Si la demanda funciona en Arm, podría haber un antes y un después", aseguran en uno de los grandes bancos de inversión internacionales que operan en suelo español.