Segundo, porque el mundo empresarial catalán -donde partidarios del PP y de Junts, sin olvidar a socialistas, algo menos los de Esquerra e, incluso, algunos acérrimos pro independentista- lo que quieren es estabilidad. “Mejor lo malo conocido, que lo malo por conocer”, confesaba un amigo empresario gerundense, por cierto votante del PP, pero muy critico con la falta de un programa económico fiable por parte del equipo de Alberto Nuñez Feijóo.
Romper la baraja
Junts per Catalunya no ha roto la baraja, tampoco podía hacerlo cara a unas futuras elecciones autonómicas catalanas que no tardarán en llegar. Pero necesitaba, como decía Jordi Pujol, tener “el peix al cove” (tener el pescado en la cesta), aunque repita su mantra proindependetista.
Y “el peix al cove”, de momento, ha sido que el Gobierno de España, como ya hecho el ministro de Asuntos Exteriores, presente antes la Unión Europea, el reconocimiento del catalán, euskera y gallego como lenguas oficiales.
Es un tanto para Junts, en su lucha real ante su adversario de ERC, con quien deberá medirse en las futuras elecciones catalanas que, probablemente, lleguen en el curso del próximo año 2024.
Dicen, y repiten, tanto Junts como ERC, que los votos de hoy a favor de Francina Armengol (PSOE), no condicionan su postura frente a una eventual investidura de Pedro Sánchez. Habrá nuevas peticiones, como investigar la Operación Pegasus, o sobre el atentado terrorista del 17 de agosto de 2017, en Barcelona, sin marginar un calendario que pase por una amnistía, que incluiría al ex president de la Generalitat, Carles Puigdemont y a decenas de imputados por el referéndum pro independista del 1 de octubre de 2017.
Pero, también, y ahí sale de nuevo el concepto de “peix al cove”, en transferencias de orden económico, como la gestión de Rodalies de Renfe, o el aeropuerto del Prat. En definitiva, en ese último paquete, un acercamiento a lo que sería un estatus semejante al que tiene Euskadi y Navarra.
Por todo ello es predecible que, tanto ERC como Junts, voten a favor de una investidura de Sánchez, como muestra el camino ya abierto con el voto a favor de Francina Armengol, una líder, además, con muy buena sintonía tanto con ERC como con Junts.
Abrir la puerta a las lenguas co oficiales, de acuerdo con la Constitución, tanto en el Congreso, como en el Senado y, sobre todo, en las instituciones de la Unión Europea, facilita los futuros compromisos gubernamentales.
Más de 15 años
Aunque, en el caso de la Unión Europea, no es baladí recordar que el último idioma oficial incorporado fue el gaélico, el idioma de Irlanda, pero se tardaron quince años entre su solicitud oficial y la aprobación unánime de los 27 Estados miembros de la Unión Europea.
Y en el caso del catalán es una incógnita cuál será la posición de Francia, donde el catalán se habla en la zona de Perpiñán; o, incluso, de Italia, donde lo hablan en la isla de Cerdeña, en Alguer.
Los idiomas y su reconocimiento pueden calmar las aguas, pero a los empresarios catalanes, incluidos muchos del PP lo que quieren es un nuevo gobierno y cuando antes mejor. Aunque lo continue presidiendo el malabarista político de Pedro Sánchez.