OPINIÓN

Alberto Feijóo y su España imaginaria

El can­di­dato del Partido Popular ganó a los puntos gra­cias a téc­nicas de co­mu­ni­ca­ción

nchez y Feijóo, en el debate.
Sánchez y Feijóo, en el debate.

La ca­careada vic­toria del can­di­dato del PP, Alberto Nuñez Feijóo, sobre el te­nedor del tí­tulo, el pre­si­dente Sánchez, en su primer y único de­bate te­le­vi­sivo, tenga o no una in­fluencia de­ter­mi­nante en el re­sul­tado de las elec­ciones del 23-J, su­pone, eso sí, una bom­bona de oxí­geno para los se­gui­dores del PP. El as­pi­rante gana a los pun­tos. Reflexionemos, sin em­bargo. Existe una téc­nica de co­mu­ni­ca­ción, lla­mada Gish ga­llop, una ame­tra­lla­dora de fa­la­cias, sin nin­guna pre­cau­ción por su exac­ti­tud, que dis­para a tal ve­lo­cidad que im­pide al ad­ver­sario con­testar efi­caz­mente.

Disparos: el presidente Rajoy consiguió más empleos que usted; los fijos discontinuos no son activos en sus paréntesis sin trabajo busquen o no otro tipo de empleo (paro voluntario que no se contabiliza como paro en la UE o en los EE.UU). La inflación subyacente contradice, Sr Sánchez, su cifra del 1.9% que refleja mal la subida de los precios, aunque la inflación subyacente está incluida en el índice general de precios. El IPC español en junio creció muy por debajo del IPC alemán, 6,4%; Reino Unido, 8,7%; Francia, 4,5%; o el índice medio de la UE, 5.5%

La reducción de las horas trabajadas no implica más paro sino un saludable aumento de la productividad. Lo confirman entre otros indicadores, las cifras de las exportaciones de mercancías con avances del 18 y 20% en los dos últimos años. Las exportaciones alemanas sólo crecieron un 3%.

En suma, una reacción después de la pandemia tan vigorosa y positiva que nos sitúa a la cabeza del crecimiento en la UE. No hay recesión sino crecimiento. La ametralladora de los bulos y mentiras quizás un regalo cedido por Steve Bannon a VOX.

Duane Gish fue un conocido creacionista, un eficaz negacionista de la teoría de la evolución. Su técnica denominada Galope Gish (Gish Gallop) consiste en confundir al oponente en el debate de manera que impida rebatir los argumentos en el tiempo preciso para hacerlo.

¿Se aplicó esa técnica en las elecciones ganadas por Trump? ¿Se ha aplicado ahora en el debate Sánchez-Feijoo?

Me traen a la memoria estos encontronazos a algo que ocurrió en los albores de la gran guerra del 14-18 del pasado siglo. Recordemos que en Sarajevo un bosnio asesinó al heredero de la corona austriaca. El emperador Guillermo II solicitó fondos al Parlamento para financiar la guerra. El 3 de agosto de 1914, en una reunión del SPD alemán, el representante de la facción pacifista, Hugo Haase, se opuso: “Camaradas aprobaréis un crédito para la dinastía alemana de los Hohenzollern y los aristócratas terratenientes prusianos”.

Su compañero Friedrich Eher, respondió: “No, el dinero lo necesitamos para que los verdaderos alemanes no se vean obligados a abandonar su patria. Es hora de proteger a nuestras mujeres y a nuestros hijos”.

Millones de aquellos hijos morirían en los campos de batalla después de cuatro años de guerra. Se abría la puerta al régimen de Hitler y a la revolución bolchevique de Lenin. El liberalismo industrial y comercial, junto a las mejores condiciones de trabajo, el gran paréntesis liberal y social que tuvo lugar entre 1871 y 1914 se hundía en la hecatombe de la guerra y la tiranía de nazis y estalinistas.

¿Exageración retórica? No olvidemos a Trump, el asalto al Capitolio en Washington y Brasilia junto a la ola integrista que recorre Europa.

Los datos que esgrimió Feijóo son falsos, a mi entender. Lástima que Sánchez no los desmintiera categóricamente pero ahí está la realidad brillante de la economía española entre 2021 y 2022 y lo que va de este año.

Ahí está también el trasparente escaparate a la vista de todos de una economía en expansión y de una ciudadanía a la que ha cuidado el gobierno de Sánchez (ERTEs, Créditos ICO, Salario mínimo interprofesional, Pensiones, Renta mínima vital…. y un crecimiento del PIB superior al de nuestros socios europeos junto a una inflación menos onerosa que la que circula por Europa o los EEUU, y como recordatorio, en la Hungría de Orban los precios crecen muy por encima del 20%).

¿No será esa la España de Sánchez?

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