La Fundación im­pone su cri­terio de de­fensa de la iden­tidad ma­la­gueña

Unicaja busca un hombre de peso para liderar la entidad tras una guerra fratricida

El cese de Manuel Menéndez abre una etapa de hi­po­té­tico mayor con­senso

Unicaja
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No hay ma­nera que las aguas bajen tran­quilas en Unicaja desde su fu­sión por ab­sor­ción de Liberbank. Desde en­ton­ces, la ges­tión de la en­tidad ha es­tado mar­cada más por los "polítiqueos" por el re­parto de las cuotas de poder que por las ca­pa­ci­dades reales de los miem­bros en el má­ximo ór­gano de go­bierno. Una lucha de egos que ha cul­mi­nado con la de­ci­sión del con­sejo en la reunión ce­le­brada el pri­mero de junio de cesar a Manuel Menéndez como con­se­jero de­le­gado.

La entidad, de hecho, ni se ha planteado realizar el paripé del test de idoneidad previsto, algo en lo que confiaba el antiguo consejero ejecutivo de Liberbank para intentar mantenerse en el cargo.

Un exceso de confianza, señalan los expertos del sector, al minusvalorar el poder de José Manuel Domínguez, responsable de la Fundación propietaria del 29,9 % del capital de Unicaja, y las ambiciones de Manuel Azuaga, número dos y sucesor del histórico Braulio Medel en la presidencia de la entidad y a la postre grandes defensores de la identidad malagueña del nuevo banco. Un error, dicen, que pasará a la posteridad en la banca española.

Esta guerra de poder y de desconfianza entre las partes, que recuerda la peor versión del antiguo modelo de cajas, viene de lejos. Las conversaciones para la operación se iniciaron en 2018, se rompieron en mayo de 2019, se retomaron en octubre de 2020, y a punto estuvieron de irse al traste si la subgobernadora del Banco de España, Margarita Delgado, hubiera intervenido para forzar un acuerdo a finales de 2020.

Un modelo de gobernanza

El cese de Menéndez, a la espera de un sustituto, tiene como objetivo, señala el banco, avanzar de manera más ágil y eficaz en la definición del modelo de gobernanza del Banco conforme a las previsiones del proyecto común de fusión entre Unicaja Banco y Liberbank, así como cumplir con los requerimientos del BCE, organismo que lleva años reclamando presidentes sin funciones ejecutivas en el sector bancario.

José Manuel Domínguez y Manual Azuaga tienen ahora la ardua tarea de encontrar al candidato ideal, con alta experiencia en la gestión bancaria Las dudas estriban si promocionar a un hombre de la casa o buscar un hombre de fuera que ayude a limar asperezas con el sector procedente de Liberbank. Algunos de ellos ya se ven fuera después de la destitución de Menéndez. La elección, en cualquier caso, se antoja complicada en un consejo donde los puñales en la sonrisa están a la orden del día, pero absolutamente necesario si se quiere recobrar la paz interna y recuperar la confianza del mercado.

El consenso del mercado, por las compras

Algo complicado después de la fuerte caída de los beneficios del 43 % experimentada entre enero y marzo, hasta los 34 millones de euros. Un descenso marcado por el impuesto a los beneficios extraordinarios fijados por el Gobierno que la entidad ha decidido aplicar en su totalidad en este primer trimestre, pero que más allá también ha dejado un poso de duda en el mercado.

En estos días, los analistas de Morgan Stanley han recortado su estimación de precio objetivo sobre Unicaja hasta los 1,05 euros por acción, lo que apenas le serviría para situarse ligeramente por encima del precio de principios de año tras acumular una caída de más del 10 % en los primeros seis meses del ejercicio.

También ha recortado sus valoraciones Deutsche Bank. La firma alemana, sin embargo, se muestra algo más optimista y ve a Unicaja sobre los 1,35 euros por acción en el medio plazo una vez supere las incertidumbres actuales. En general, el consenso del mercado se decanta por comprar con unas valoraciones promedio por encima de los 1,3 euros, con un potencial de revalorización cercano al 50 % desde su actual cotización.

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