Así pues, el Consejo de Administración del laboratorio especializado en la producción de plasma ha acordado que el presidente ejecutivo, Thomas Glanzmann, asuma el rol de consejero delegado con efecto inmediato. Será el responsable de las decisiones empresariales de Grifols, al tiempo que creará e implementará las estrategias de la compañía a corto y largo plazo con el equipo directivo.
Por su parte, Víctor Grifols Deu pasará a desempeñar el cargo de director de operaciones (Chief Operating Officer), centrándose en la gestión del día a día de la empresa. Todas las funciones operativas dependerán de él, al tiempo que seguirá siendo miembro del Consejo de Administración de Grifols.
Raimon Grifols, actual vicepresidente, además de sus funciones en el consejo, asumirá el cargo de director general corporativo (Chief Corporate Officer), centrándose en optimizar el valor de las filiales y asociaciones corporativas de Grifols, así como en liderar las principales iniciativas corporativas.
La estrategia pasa por alinear la estructura del equipo directivo y simplificar su gobierno corporativo a fin de garantizar el enfoque en la obtención de resultados con el objetivo de optimizar y acelerar el rendimiento empresarial y simplificar la gobernanza corporativa. Con ello, el grupo confía en mejorar el desempeño de la compañía e incrementar el valor para los accionistas.
Para los analistas, sin embargo, no se trata más que un lavado de cara con vistas al exterior en un intento de recuperar la imagen de Grifols después de la apabullante tendencia bajista registrada desde principios de 2020. De momento, sin embargo, la acción parece estancada por debajo de los 7 euros y sin señales de un posible rebote a corto plazo.