La oposición quiere aprovechar todas las oportunidades que le quedan en el Congreso para tratar de desacreditar las promesas del presidente, sobre todo en materia económica. La pérdida del poder adquisitivo de los españoles es un hecho según los datos de Eurostat.
Por eso, además de las iniciativas legislativas presentadas por la oposición con el objetivo de defender a las familias ante el encarecimiento de los precios, de los que se habría olvidado Pedro Sánchez, tratan de que se esclarezcan el alcance de las estadísticas sobre el empleo. Todo esto se va a debatir el martes.
Y ya el miércoles, en la sesión de control PP y VOX quieren entrar en tromba para tratar de desmontar las incesantes promesas que viene realizando el presidente del Gobierno. Justo ahora que finaliza la legislatura cuando no queda tiempo para llevarlas a cabo.
Por su parte, Sánchez, cada vez más experto en el manejo de los tiempos políticos, quiere rentabilizar al máximo su encuentro con el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y mostrar una imagen de hombre de Estado que niega al líder de la oposición. Su pretensión es tratar de desautorizar a Núñez Feijóo, como ya hiciera en su primer gran enfrentamiento en el Senado cuando acuñó el mantra de la inconsistencia de Feijóo ya fuera por “insolvencia o por mala fe”.
En cambio, desde la oposición tratan de que el desautorizado sea el presidente del Gobierno, tanto en la sesión de control como con posterioridad en las elecciones autonómicas y locales. Así, el miércoles, todas las preguntas que les permite realizar el reglamento del Congreso a los diputados del PP y de VOX se centrarán en la subida de los impuestos aplicadas por Sánchez desde que ha llegado al Gobierno, por la presión fiscal a las familias y por el problema de la sequía, sin olvidar a los 260.000 autónomos que tendrán que devolver más de 172 millones en ayudas Covid por la presunta mala gestión del ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá.
La oposición pretende poner en evidencia la debilidad o inconsistencia de las promesas de lo que dice que va a hacer el presidente del Gobierno a partir del año que viene, si gana las elecciones de diciembre, cuando no lo ha hecho durante sus cinco años de mandato. Mostrando además la paradoja que supone que Sánchez realice estos anuncios durante la precampaña electoral de las elecciones autonómicas y locales a las que no les corresponde decidir sobre las cuestiones de política nacional, materias sobre las que el presidente pretende enviar el mensaje de que se está implicando en la legislatura futura desde ya mismo.
Sánchez se empeña de parar el cambio
Sánchez está empeñando al máximo para tratar de impedir el cambio de ciclo que pronostican el conjunto de los sondeos independientes, con la excepción de los realizados por el Centro de Investigaciones Sociológicos (CIS).
Los partidos miran al pasado de las elecciones y recuerdan que desde la recuperación de la democracia, con la excepción de las elecciones del 2008, el partido que ha ganado las elecciones autonómicas y locales, ha ganado con posterioridad también las elecciones generales. En 2008 el partido con más porcentaje de voto fue el PP en autonómicas y locales, aunque no el que más concejales obtuvo, pero volvió a ganar las elecciones generales el PSOE de Zapatero.
En Moncloa recuerdan esta situación y utilizan todo el aparato en sus manos para que Sánchez no salga vencido de antemano, antes de que se celebren las elecciones, sabedores que, a partir del 28 de mayo, una vez que se hayan celebrado las elecciones los partidos de su izquierda, si logran unirse a partir de la plataforma Sumar de Yolanda Díaz podrán suponer un riesgo adicional para los socialistas.
Por eso, al margen de las nuevas promesas que realice Sánchez en lo que resta de campaña, consideran los socialistas que esta semana debe constituir un hito de cara a los resultados electorales futuros el encuentro en la Casa Blanca con el presidente Joe Biden.
Es la cita más buscada por Sánchez desde su llegada a Moncloa. Aunque le ha costado esperar 5 años, el presidente pretende dar la imagen de que España, bajo su liderazgo, juega un papel activo en la resolución de los conflictos internacionales que sufre el mundo, y más en concreto en la resolución de la guerra de Ucrania.
Según Moncloa, Sánchez va a reiterar a Baiden que es un socio en el que puede confiar, a la vez que le va a presentar las prioridades de la presidencia de turno de la Unión Europea, entre las que está la necesidad de fortalecer el vínculo transatlántico cuestionado tras las últimas declaraciones del presidente de Francia Enmanuel Macron.
Desde el Partido Popular tratan de enfocar este encuentro desde la perspectiva del tiempo que ha tardado la administración Biden en recibir al presidente del Gobierno. Recuerdan la anécdota del encuentro del expresidente del Gobierno español, Adolfo Suarez con el presidente de EEUU, Jimmy Carter, a petición del Rey Juan Carlos. El Rey emérito planteó al entonces presidente de EEUU la conveniencia de un encuentro con Adolfo Suarez a finales de diciembre de 1979. Quince días después, Jimmy Carter recibió al presidente del Gobierno español en Washington.
Curiosamente, el mensaje del comunicado final conjunto con el que se cerró la visita relámpago y de trabajo del presidente Suárez a Washington fue que el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, y el jefe del Gobierno español, Adolfo, Suárez, habían coincidido durante su encuentro en Washington en “la necesidad de reforzar la seguridad occidental y expresarla en medidas concretas” que hicieran ver a la Unión Soviética las consecuencias de su intervención en Afganistán.
15 días tardó en recibir Carter a Suarez, frente a los cinco años que ha tardado Biden a Sánchez. La comparación de las fechas hace difícil creer en el gran peso actual de España en la escena internacional. Aunque Moncloa diga lo contrario. ¿Quién se acuerda de lo que sucedió hace 43 años?