“Desde una perspectiva histórica, la senda de desinflación de precios y salarios nominales para los años 2023 y 2024 está dentro del rango de episodios de desinflación anteriores en ambas economías, aunque sigue siendo incierto cómo reaccionarán los que fijan los precios y los salarios ante la inflación superior a la meta a partir de 2021”, señala el documento.
El director gerente del BIS, Agustín Carsten, ha lanzado un llamamiento en Sao Paulo a los bancos centrales para que no den su brazo a torcer en la lucha contra la inflación. “En los próximos años, la política monetaria debería enfocarse directamente en llevar la inflación a niveles consistentes con los objetivos del banco central”, dijo Carsten, máximo mandatario de la institución con sede en Basilea. “Este proceso puede encontrar obstáculos, particularmente en la recta final hacia una eventual convergencia con las metas de inflación. Es fundamental para lograr este objetivo”.
Este pronunciamiento de Carsten se produce en un momento en el que comienzan a surgir las dudas en cuanto a la posibilidad de que la Reserva Federal decida aflojar el ritmo de subidas de tipos, ya que en Europa parece claro que el Banco Central Europeo va a mantener el ritmo de descensos, aunque de forma más suave.
Mensajes múltiples
Carsten aprovechó la tribuna para lanzar mensajes en todas las direcciones: “La confianza en las políticas monetaria y fiscal podría verse comprometida si seguimos atribuyéndoles un gran poder para estabilizar la actividad económica sin consecuencias para la inflación”, señaló.
En un boletín titulado “Hitos de la desinflación”, funcionarios del Banco Internacional de Pagos. La inflación en la zona del euro y los Estados Unidos, que se situó entre el 7 % y el 9,5 % en el último trimestre de 2022, se espera que disminuir hasta la banda entre el 3% y el 5% para fines de este año. Y está prevista una caía más profunda, hasta alrededor de 2,5% en ambas economías, para fines de 2024, señala el estudio del BIS.
El trabajo de los funcionarios del BIS señala que la inflación puede caer hasta cerca del 2% a fines de 2024 tanto en el euro y los Estados Unidos, incluso si los salarios nominales aumentan aproximadamente el doble, siempre que el crecimiento se ralentice y los márgenes de beneficios al menos se estabilizan.
Sin embargo, el informe lanza una alerta: “Si la evolución de cualquiera de los componentes de la inflación pone el proceso de desinflación en peligro en algún momento en el transcurso de los próximos 18 meses, ¿cuándo debería sonar la campana de alarma? Debería sonar relativamente pronto. La inflación puede ser muy volátil y se podría suponer que los errores de proyección a corto plazo en gran medida no tienen relación con los de medio plazo”, señala este estudio.
En este sentido, indica el estudio que los errores de pronóstico de la Fed en un horizonte de ocho trimestres están altamente correlacionados con los errores de pronóstico en un horizonte de ocho trimestres. E indica que la inflación real y sus componentes en 2023 proporcionarán una indicación temprana de si la postura de la política monetaria necesita ajustes.