Gobierno y Prisa-Vivendi de­trás de un ob­je­tivo que des­co­loca a los bol­sistas

Indra: un gestor para una empresa que ambiciona liderar la industria de defensa europea

José Vicente de los Mozos pro­yecta, por ex­pe­riencia y con­tactos po­lí­ti­cos, la am­bi­ción de crear una gran em­presa

Murtra y De los Mozos.
Murtra y De los Mozos.

Tras la ines­pe­rada e inopor­tuna re­nuncia de Ignacio Mataix de su cargo de con­se­jero de­le­gado, en marzo pa­sado, Indra ha bus­cado un primer eje­cu­tivo que, pri­mero, no apoye -táctica o ex­plí­ci­ta­mente- las di­sen­siones en el con­sejo; se­gundo, que se en­cargue de llevar a cabo la nueva es­tra­tegia de la em­presa di­señada por el pre­si­dente y, ter­cero, que per­mita dar car­pe­tazo a la crisis ‘institucional’ que la em­presa vive desde antes in­cuso de la di­mi­sión en bloque de di­versos con­se­jeros vin­cu­lados al PP en contra de un pre­si­dente, Marc Murtra, con­si­de­rado de­ma­siado alle­gado a la ad­mi­nis­tra­ción so­cia­lista.

La búsqueda, en la que han participado cazatalentos como Spencer Stuart o Egon Zehnder, se ha saldado con el fichaje de José Vicente de los Mozos como consejero delegado único. Eso supone dar un carpetazo final a la ‘bicefalia’ ejecutiva de la compañía que durante unos años contó con dos consejeros delegados especializados en cada área de negocio: transporte y defensa (con Jorge Mataix al frente) y la de tecnologías de la información, consultoría y servicios, a cuyo frente estaba Cristina Ruiz, que abandonó su cargo en abril del año.

Eh ese momento, MAtaix concentró todo el poder ejecutivo en la empresa aunque en el interim se promovió a Luis Abril como máximo responsable de responsable de la filial Indra Soluciones Tecnologías de la Información (Minsait).

Sin embargo, el mundo del que procede el nuevo primer ejecutivo de la mayor tecnológica española, poco tiene que ver con los mundos en los que se mueve Indra. De los Mozos ocupaba hasta ahora la presidencia de la Institución Ferial de Madrid (Ifema). Y su experiencia laboral se centra en la industria de la automoción en la que fue presidente de Renault España y de director industrial (mundial) del grupo del rombo.

Una cuestión de tamaño

Entonces, ¿por qué la empresa española de tecnologías de la información que preside Marc Murtra ficha a un ‘automovilista’ para ser su consejero delegado único? ¿Qué hace un industrial como José Vicente de los Mozos en una tecnológica como Indra? ¿Cuál ha sido el mandato dado a los cazatalentos para que, en la terna final, haya quedado el que fuera último gran presidente de Renault en España?

La labor de De los Mozos, desde luego, no es sencilla. Tras las mil vicisitudes por las que la tecnológica ha pasado desde su misma creación (fusionar empresas públicas como Inisel, con una privada, Ceselsa fue de todos menos sencillo) el mantenimiento de una participación pública significativa como la que hoy ostenta l Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi), con más del 25% del capital (primer accionista destacado) es el único ‘clavo’ de estabilidad al que agarrarse.

Después de varios intentos de privatización total de la compañía a la que optaron algunas de las mayores competidoras mundiales de Europa y EEUU, Indra y sus sucesivos accionistas de control llevan años con la duda de dar o no el siguiente paso adelante: afianzar a lo que hoy es una una compañía mediana (frente a las grandes del sector mundial) empresa de tecnologías de la información y sistemas de transporte y defensa como una empresa ‘joya de nicho’ o dar, definitivamente, el salto adelante. Es decir, crear una gran Indra en una operación en la que desarrollar sus fortalezas menos conocidas por el gran público: las de transporte y defensa. Se trata, en definitiva, de aglutinar la (puntera) industria defensa española -incluida la naval- en torno a una ‘clave de bóveda’ tecnológicamente muy avanzada como es la compañía que preside actualmente el Marc Murtra para crear una industria de defensa española, tecnológicamente muy avanzada, coordinada, sostenible en el tiempo y rentable. Especialmente ante el aumento de la inversión en defensa que toso los miembros de la OTAN incluida España, deberán hacer al menos, durante el próximo decenio.

Hoy, Indra cuenta con más de 3.800 millones de euros de cifra de negocio, más de 56.000 empleados, está presente en 46 países y desarrolla operaciones comerciales en otros 140.

Reavivar el sueño dormido

Y esa es, precisamente, la clave que explica el fichaje de De los Mozos para liderar la empresa: una contrastada experiencia industrial internacional que permitirá acometer con unas mínimas garantías la creación de la nueva Indra. Algo en lo que, precisamente, Murtra lleva trabajando desde su llegada a la compañía cuando constituyó una nieva Comisión del Consejo centrada, precisamente, en la estrategia. Porque, en definitiva, el viejo proyecto de los dos últimos gobiernos socialistas ha sido crear una gran empresa española de defensa que integre la construcción naval, con Navantia como eje de actividad industrial.

Navantia (integrada en la Sepi), autodefinida con una “empresa pública española referente en el diseño y la construcción de buques militares y buques civiles de alta tecnología”, cuenta con 9.900 empleos directos (más de 27.000 indirectos), unos ingresos (2021) de 1.300 millones de euros y unas pérdidas de 93 millones de euros.

La cuestión es que, ahora, además de los números, la ‘inteligencia’ manda sobre los ‘aceros’ y eso permite que compañías tecnológicas puras como Indra puedan dar el paso adelante para liderar un proyecto de esa envergadura.

Porque, como país, tener una empresa capaz de recopilar, tratar y ofrecer los resultados de dos elecciones (municipales y autonómicas), más el recuento de votos que otorgan o quitan diputaciones provinciales recogidos en 8.000 municipios, de 52 provincias, de 17 comunidades y dos ciudades autónomas, suena bien. Y que, por añadidura, esa empresa aporte los datos en apenas cuatro horas, sin errores y con total corrección, da muestras de la calidad de su tecnología. Aunque si, además, se considera que ése es solo uno de sus negocios -y no precisamente el principal- y que la empresa es una de las principales tecnológicas mundiales de control de trafico aéreo -civil y militar- y de sistemas para la defensa; hace que el interés por la compañía aumente.

Eso explica, por ejemplo, la presencia activa de accionistas como la del francés Joseph Oughourlian (5,13%) y su brazo inversor Amber Capital (3,23% adicional), la británica FMR (7,32%) el Deutsche Bank (5%), fondos internacionales como el Fidelity Puritan Trust (7,18%) o Melqart (1%).

Por el lado español, además del 25% de la Sepi, la empresa de tecnologías para la defensa, Sapa Placencia controla el 5,13% y, en los últimos días, el grupo de defensa madrileño Escribano (ubicado en Alcalá de Henares) haya aflorado una participación del 3% en la empresa que preside Marc Murtra, después de haber invertido unos 65 millones de euros.

Se trata en definitiva de una operación, ansiada por las propias empresas que invierten en hacerse con un puesto en el lugar de las decisiones clave. Pero también de diversas formaciones políticas como el Partido Nacionalista Vasco (PNV), en el gobierno de Euskadi, cuyo interés por integrar en esa nueva Indra a ITP Aero, la fabricante de motores de propulsión que aportaría 915 millones de cifra de negocio y 4.200 empleados.

La previsible entrada de este nuevo accionista, además, permitirá equilibrar fuerzas en un consejo de administración tan excesiva como innecesariamente convulsionado en los últimos años por elementos externos.

Y ahí, también, el nuevo consejero delegado de Indra, José Vicente de los Mozos, tendrá mucho que aportar habida cuenta de las reconocidas buenas relaciones que mantiene con el Partido Popular (PP). La carta de la gran industria de defensa española empieza a jugarse. Falta por ver si los políticos internos se imponen o la empresa es capaz de sustraerse a presiones internas y a intereses externos, como la renuncia del consejero del Deutsche Bank (contrario a De los Mozos) para quien la creación de una empresa de esa nueva Indra que se persigue puede suponer una seria amenaza a sus intereses nacionales.

Artículos relacionados