La primera es que las autoridades estadounidenses han aprendido la lección del defenestrado Silicon Valley Bank y han garantizado la devolución de los depósitos desde el minuto uno. Como no podía ser de otra manera. Pero hay una segunda interpretación más preocupante, que tiene que ver con que de ninguna manera se pueden dar por terminadas las turbulencias en el sistema financiero estadounidense.
“Han pasado siete semanas entre el cierre de SVB y el rescate de First Republic. Eso echa por tierra las afirmaciones de que lo de marzo fue un hecho aislado. La operación de salvamento liderada por JP Morgan demuestra que hay mucho mar de fondo. La Reserva Federal tiene ahora máxima presión para empezar a parar la máquina de subir tipos, porque el riesgo es ahogar a otro banco con problemas”, señalan fuentes financieras.
Sobre el mercado sobrevuela la idea de que la Fed se equivocó a finales de marzo cuando en plena tormenta financiera subió el precio del dinero otros 25 puntos básicos hasta la horquilla del 4,75%-5% cuando había un cierto clamor en el mercado pidiendo una tregua que diera aire a los bancos regionales. Lo de First Republic demuestra que había argumentos para dicha petición de auxilio.
Demostración de fuerza
Pero la autoridad monetaria estadounidense decidió hacer una demostración de fuerza -como el BCE en la zona euro- que le va a condicionar ahora. Nadie espera una subida de más de 25 puntos básicos este miércoles, que además podría ser la última en la hoja de ruta de la Reserva Federal. Ni casos como el de First Republic ni el evidente impacto del alza del precio del dinero en la primera economía del mundo hacen pensar en otra cosa.
Lo del BCE es más complejo, porque va con retraso y porque los halcones están poniendo mucha presión para que la subida de tipos continúe con el argumento de que la inflación sigue siendo una potente amenaza. La institución está poniendo todo el suspense del mundo a la reunión, porque quiere apurar al máximo el tiempo antes de decidir. La publicación de los PMI definitivos de marzo y del IPC adelantado de la eurozona, este martes, serán decisivos.
Resulta evidente que los tipos de interés se van de cabeza hacia el 4% y más allá, aunque la cuestión es a qué ritmo. Todo parece indicar que el BCE subirá el precio del dinero en mayo, junio y julio para adentrarse en el corazón del verano con los deberes hechos. Siempre, claro está, que la inflación y los potenciales cisnes negros en forma de nueva crisis financiera lo permiten. El escenario, como el resultado de la reunión del jueves, no puede estar más abierto.