La estrategia del grupo pasa por unas inversiones totales de 493 millones de euros en este período con el fin de incrementar un 12 % el resultado bruto de explotación (Ebitda), hasta los 123 millones de euros. De estas inversiones, 240 millones estarán destinados, básicamente, al negocio offshore y a protección de infraestructuras críticas y otros 253 millones a proyectos estratégicos en defensa y seguridad, en I+D y en telecomunicaciones.
La intención de Amper es convertirse en el grupo empresarial español líder en capacidades estratégicas tecnológicas, industriales y de ingeniería en todas sus divisiones. Con el fin de llevar a cabo este ambicioso plan, la compañía tiene previsto reforzar su estructura de capital con los accionistas de referencia como ancla.
Al tiempo buscará disminuir los niveles de apalancamiento de forma que el propio crecimiento de la compañía sirva para mantener las ratios de deuda en un margen por debajo de las tres veces Ebitda.
Para ello acometerá la reordenación y reestructuración de algunas de sus unidades como es el caso de Defensa y Seguridad con una estrategia armonizada destinadas a salvaguardar las capacidades estratégicas nacionales. En el caso de Energía, Amper busca convertirse en suministrador de referencia con el objetivo de lograr las cero emisiones netas en 2050. Respecto a Telecomunicaciones, el reto será contribuir a la digitalización eficiente para asegurar los servicios en una sociedad hiperconectada.
La respuesta del mercado a este ambicioso plan estratégico, sin embargo, ha sido de máxima prudencia y desconfianza, marcada por los decepcionantes resultados en 2022. La acción ha sufrido ha vuelto a sufrir así fuerte presión vendedora en las últimas sesiones que le ha llevado hasta el nivel los 0,126 euros, zona de mínimos históricos. Los expertos técnicos alertan, además, de que no se observan indicios de una recuperación sostenida a corto plazo.