Las noticias de la compañía son razonablemente positivas con la firma en los últimos meses de importantes contratos de venta de energía a largo plazo que da un importante recorrido a sus proyectos eólicos.
La caída de un 36 % de sus resultados experimentada el año pasado, hasta los 10,3 millones de euros, han ayudado a enfriar los ánimos de los inversores, aunque la compañía achaque este descenso en buena medida a la apreciación del euro frente al dólar en la recta final del ejercicio.
Este descenso ha elevado las prevenciones de los operadores a la espera de comprobar la evolución de las cuentas en el primer trimestre del ejercicio que deben estar al caer. El punto de mira estará puesto en si es capaz de mantener la tendencia positiva en las cifras operativos y financieras con más de 1,6 GW en proyectos en operación y en construcción.
Otro foco de atención será la deuda, en un momento de encarecimiento del crédito. La deuda neta alcanzó los 339,7 millones al cierre del pasado ejercicio, con una ratio de apalancamiento de 6,7 veces al cierre del pasado ejercicio, un 35 % más, debido a las inversiones en construcción de plantas propias.
Un alto apalancamiento que espera compensar y mantener contenido con el incremento positivo de las ventas de energía y la ampliación de capital obtenida en junio de 2022 de 90 millones de euros.
En medio de estas incertidumbres, la cotización de Grenergy se ha deslizado hacia los 26,6 euros por acción, muy cerquita de los mínimos del año registrados el pasado mes de abril sobre los 26,1 euros donde debería encontrar una zona de soporte desde donde rebotar. De no hacerlo se abriría una importante y preocupante brecha bajista.