Y Lula anunció un inminente plan de infraestructuras en el que espera contar con las empresas españolas, muy presentes en el país.
Lula, que fue recibido por el Rey y participó en varios foros empresariales, resaltó ante 200 empresarios, entre ellos los primeros espadas de las principales compañías españolas con intereses en Brasil, que con la reforma tributaria puesta en marcha en su país espera reducir las históricas trabas fiscales del mercado brasileño y facilitar la inversión.
Las firmas españolas vienen quejándose repetidamente del denominado ‘efecto Brasil’, el prolijo entramado de trámites burocráticos e impositivos que dificulta la actividad en un país en el que España es segundo inversor extranjero, con un stock de más de 48.000 millones de euros que genera unos 175.000 empleos directos.
Asimismo, destacó que su Gobierno pugna por una “nueva ola” de inversiones extranjeras, y particularmente españolas, y anunció que este mes de mayo se presentará un mega-programa de inversiones clave en infraestructura en cada Estado brasileño. “Serán oportunidades extraordinarias”, dijo Lula, para quien las infraestructuras siguen siendo el gran reto para el desarrollo económico de un país que aglutina el más de un tercio del PIB de Latam.
Un mercado clave para España
Brasil es el cuarto destino global de la inversión española y la marcha de su economía es relevante para España, presente en todos los sectores, sobre todo en telecos, finanzas, infraestructura, industria, energía y turismo. Es un mercado estratégico, donde operan casi un millar de empresas, entre ellas gran parte de las del Ibex, que no parecen haberse resentido del cambio político de Bolsonaro a Lula.
El mercado brasileño es destino muy importante en facturación e ingresos para Santander, Iberdrola, Naturgy, Telefónica y Mapfre. Y clave para Repsol, Acciona, Ferrovial, Dia, ACS, Aena, Sacyr, Redeia y Globalia. Según el ‘XV Informe Inversión Española en Iberoamérica’, Brasil será uno de los cuatro países del área donde las firmas elevarán más su inversión este 2023.
Ya el pasado marzo, Lula aseguró que su Gobierno impulsará obras públicas en todo el país. “El Gobierno hará crecer la economía haciendo inversiones”, señaló Lula, que encomendó a su Gobierno “conseguir el dinero que se precisa para hacer inversiones”, tanto con el apoyo de los bancos públicos como de la IED.
El mandatario indicó que en 12 meses invertirá más en infraestructura que el anterior Gobierno en cuatro años”. Pese al recelo por la impronta estatista de Lula, se prevé que actúe pragmáticamente, favorezca la inversión foránea y refuerce la asociación público-privada, sobre todo en infraestructuras y energía tradicional y renovable, dos segmentos con gran presencia española en el país.
En este contexto, Lula enfatizó en Madrid su intención de construir, modernizar y mejorar carreteras y autovías, aeropuertos, puertos e infraestructura energética, e invitó a sector público y privado a darse la mano. El mandatario resaltó que Brasil sigue ofreciendo seguridad jurídica y está “fortaleciendo los marcos regulatorios para los negocios”.
Por parte española, la vicepresidenta Nadia Calviño destacó que España quiere ser entrada a Europa para Brasil y Latam, y destacó que Brasil es socio estratégico para España y la voluntad de ambos países de mejorar sus lazos económicos. La inversión brasileña en España se sitúa en torno a los 1100 millones de euros. Brasil fue, además, en 2022 el principal socio comercial de España en Latinoamérica y después de México, el segundo destino más importante de las exportaciones españolas.
El gran desafío
Ambos países consideran que el gran reto por delante es lograr la ratificación final y cierre del acuerdo comercial entre la Unión y Mercosur, que sería clave para la nueva relación estratégica entre ambos bloques que Europa quiere lanzar coincidiendo con la Presidencia española de la UE en el segundo semestre. Se da la circunstancia, además, de que Brasil presidirá Mercosur ese mismo semestre, en el que se recuperarán las cumbres CELAC-Europa. Tanto el presidente Sánchez como Lula se comprometieron a desatascar el pacto de libre comercio UE-Mercosur este año, y el mandatario brasileño dijo confiar en que la Presidencia española logre rematar un acuerdo largamente demorado.
Tanto España como Europa ven en este acuerdo de libre comercio no sólo una oportunidad para todos, sino un freno a la creciente influencia de China en Latam. Para Sánchez este pacto, que defiende también CEOE, será una gran oportunidad para las pymes españolas, ya que las grandes están muy implantadas allí.
También para Da Silva es prioridad cerrar ese pacto, rubricado en 2019 tras dos décadas sin avances y aún pendiente de ratificación. Sánchez se comprometió a hacer lo posible por lograr una ratificación a la que aún se resisten países europeos como Francia, un recelo agravado por las políticas medioambientales y agrícolas del expresidente Bolsonaro.
España y Brasil quieren aprovechar la cumbre UE-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el 17 y 18 de julio, para dar impulso final al acuerdo UE-Mercosur.
Brasil se convirtió en 2022 en el tercer país del mundo que más inversiones extranjeras recibió, por detrás de EEUU y China. Hoy, Brasil acapara el 41,5% de toda la IED europea a América Latina, pero solo el 3,1 % de la destinada a todo el mundo.
La gran inquietud de Lula es impulsar una economía renqueante. El PIB de Brasil creció el 2,9% en 2022, tras el repunte del 5% en 2021 (su mayor avance en 11 años) que siguió a la caída del PIB del 3,9% en 2020 por el Covid. Sin embargo, el PIB reducirá el paso a entre el 0,8% este año, según Cepal, y el 0,9%, según el FMI, para crecer el 2% en 2024. Antes de la pandemia, Brasil sumaba años de debilidad: el PIB cayó el 3,8% en 2015 y el 3,6% en 2016. Y creció el 1,3% en 2017 y 2018 y el 1,1% en 2019.