OPINIÓN

El BCE em­pieza a pensar que son los be­ne­fi­cios em­pre­sa­riales los que está in­flu­yendo mucho en el au­mento de la in­fla­ción

¿Hay límites a la subida de precios?

La oferta de bienes y ser­vi­cios no se está re­du­ciendo al se­guir siendo muy ele­vada la de­manda

Precios carburantes.
Precios carburantes.

Todos los ana­listas están de acuerdo en que el origen de la fuerte subida de la in­fla­ción y como con­se­cuencia de ello de los pre­cios de los pro­ductos y ser­vi­cios, ha sido, pri­mero el co­ro­na­vi­rus, y luego sobre todo el alza de la energía y las ma­te­rias pri­mas, fun­da­men­tal­mente como con­se­cuencia de la in­va­sión de Ucrania por parte de Rusia. Sin em­bargo, con el tiempo la si­tua­ción ha ido cam­biando li­ge­ra­mente ya sea por medio de es­tra­te­gias na­cio­nales o trans­na­cio­nales en los dis­tintos países de la UE

Así, con las medidas adoptadas para frenar la subida de la electricidad, o hasta por la propia movilidad de los mercados, algunos de estos precios se han moderado y hasta han caído. Por ejemplo, los de la electricidad, que se dispararon por la subida del gas, y también los del crudo, ambos con una gran repercusión en prácticamente todos los productos de consumo, aunque la OPEP esté ahora otra vez empeñándose en aguarnos la fiesta todo lo que pueda.

Pero, pese a ello, los precios siguen por las nubes, incluso los de las gasolinas y gasóleos, mucho más altos ahora que cuando hace tiempo el crudo Brent cotizaba a lo que se paga actualmente, por cierto, como sucede siempre. Marzo ha cerrado con un precio del barril de Brent inferior a los 80 dólares, aunque la OPEP ha logrado subirlo casi hasta 85 en un día, cuando un año antes cotizaba cerca de los 120 dólares, y sin embargo esto no se ha reflejado en los precios que pueden verse afectados por esta caída, que son realmente infinitos.

Y en este caso no parece que la cosa se limite a eso de que los precios suben como cohetes y bajan como plumas. Realmente, parece bastante más complicado.

La oferta y la demanda

Hay que preguntarse qué está pasando y quizá para entenderlo deberíamos volver a primero de Economía y empezar por analizar lo que fija los precios, que son la oferta y la demanda.

Pues bien, si nos fijamos en esto vemos que la demanda de bienes y servicios en España no deja de subir pese a los elevados precios de los mismos. Estamos en Semana Santa y todas las estadísticas de que disponemos dan cuenta de un nuevo récord de vacaciones y de viajes. Ya se ha colgado el cartel de no hay habitaciones ni billetes en la mitad del país. Además no hay más que salir a la calle para verlo. Y si lo hacemos vemos que los que se han quedado tampoco están ahorrando en su casa, más bien aprovechan a salir y los establecimientos y comercios están llenos todas las horas del día.

Si a esto le añadimos que pese a que el Banco Central Europeo ha subido el precio del dinero en 350 puntos básicos desde julio de 2022, inexplicablemente los españoles se siguen comprando casas, que además apenas han bajado de precio, y constituyendo nuevas hipotecas pese a que el euríbor está ya por encima del 3,6% del PIB, pues habría que llegar a algunas conclusiones. Y quizás la primera de ellas es que seguimos consumiendo como si no hubiera un mañana pero nos estamos comiendo los ahorros, ya que los salarios no están precisamente ayudando a mantener la fiesta.

Utilización del ahorro

El consumo debido a la inflacion está creciendo al triple que la renta disponible y por ello esta cayendo el ahorro de los españoles, ya que las familias estan teniendo que utilizar su dinero ahorrado para financiar sus actuales necesidades de gasto. Así, los hogares españoles situaron en 2022 su tasa de ahorro en el 7,2% de su renta disponible, un tasa 6,6 puntos inferior a la registrada en 2021 y la más baja desde 2018, según los últimos datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El 2022 fue un año marcado por altas tasas de inflación y un mayor coste de la vida, en el que las familias españolas ahorraron 58.457 millones de euros, un 46% menos que en 2021, al tiempo que elevaron su gasto en consumo un 11,5%, hasta los 756.862 millones de euros.

Los hogares españoles habían acumulado una bolsa de ahorro muy elevada durante las fases de mayor incidencia de la pandemia del coronavirus, llegando en 2020 a una tasa de ahorro de cerca del 18% de su renta bruta disponible, una cifra muy superior a la media de los años anteriores. Pero se está desplomando en el actual contexto de elevadas tasas de inflación en el que el consumo nominal está creciendo a un un ritmo más elevado que el de las rentas.

Los sueldos no llegan

Llegamos aquí a los sueldos de los españoles, que desde luego no están subiendo como la inflación. Solo los pensionistas, por una decisión del Gobierno, vieron incrementados sus ingresos el 8,5% en 2022. El Ejecutivo de Pedro Sánchez también ha aprobado una subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) del 8% para este año, pero para el resto de trabajadores la subida previsiblemente será muy inferior, como el año pasado. De hecho, según el INE, el salario de los trabajadores de grandes empresas, básicamente los mejor pagados, creció un 3,7% en 2022, muy por debajo de la inflación media del año, que el organismo confirmó en el 8,4%.

Y este 2023, aunque parece que la inflación va algo mejor, tampoco se reflejará del todo en los salarios, destacan todos los analistas. Según la consultora Ceinsa, las subidas salariales en 2023 estarán en torno al 3,16%, con un crecimiento del 3,5% para el personal no directivo y del 3% para mandos intermedios y directivos.

Llegados aquí hay que regresar al punto de partida, que era la ecuación entre oferta y demanda. Si los precios de la energía y las materias primas, aunque todavía algunos muy altos, ya no son únicamente los causantes de la espiral inflacionista, pues tiene que haber algo más que debería apuntar del lado de la oferta, y que el BCE empieza a pensar que son los altos beneficios empresariales los que avivan la inflación. La demanda, como hemos visto, sigue siendo alta y sigue habiendo capacidad de financiarla con ahorro, por lo que no es esperable que bajen los precios. Así son las cosas, aunque nos guste más bien poco.

Fuertes beneficios empresariales

El BCE, que está más que preocupado y no quiere seguir subiendo indefinidamente el precio del dinero, cree haber descubierto al menos una cierta causa de la situación que mantiene tan altos los precios, y que no es otra que los fuertes beneficios empresariales que están registrando la mayor parte de los importantes sectores económicos y productivos europeos, incluída España.

La autoridad monetaria europea ha asegurado que el impacto en 2022 de esos beneficios en las presiones inflacionistas ha sido históricamente excepcional, y ha señalado a muchos sectores empresariales en los que el incremento de los beneficios supera holgadamente el de los salarios, como son la agricultura, la energía, la industria, la construcción, la hostelería y la restauración.

El diario ‘El País’ recogía una reciente presentación a analistas del economista jefe del BCE, Philip Lane, en la que éste aseguraba que a finales de 2022 los beneficios empresariales habían crecido el doble que los costes laborales respecto al primer trimestre del año y que esa tendencia fundamentalmente se produjo en el sector agrícola, ahora que los alimentos están en el centro de todos los debates sobre precios, pero también los servicios vinculados a hotelería, restauración y ocio, realmente los que más sufrieron con el coronavirus.

Dicho de una forma poco diplomática y esto es claramente interpretación, no información, que estos nuevos sectores se están sumado un poco más tarde a la fiesta inflacionaria para seguir el camino de la industria y la energía. En el fondo se trata de aumentos en la cadena de los precios por todos los agentes que tratan con el producto o los servicios, siempre superiores a los recibidos por ellos, y que conforman que al final de la cadena lo que pague el consumidor sea notablemente más alto del incremento real de los precios.

Después del coronavirus

Hace pocos días el Banco de España ha publicado su central de balances trimestral, en la que se pone de manifiesto que el beneficio neto de las empresas no financieras españolas creció un 91,3% en 2022 frente a los datos de 2021, que ya crecían un 32,1% respecto al año anterior. Se trata de unas cifras realmente altas, que algunos interpretarán de escandalosas como ya ha hecho Unidas Podemos, pero que conviene recordar que en los ejercicios anteriores, en medio de la pandemia del coronavirus, estos beneficios se desplomaron en la mayor parte de los sectores económicos, muchas veces a causa de discutidas medidas gubernamentales.

Como ya hemos comentado desde estas páginas en varias ocasiones, estos récords de beneficios empresariales están elevando la recaudación del Estado de forma muy notable, al punto de que la aportación de las empresas al fisco en 2022 será la mayor desde la época de la burbuja inmobiliaria. Como botón de muestra solo los ingresos por el Impuesto sobre Sociedades crecieron un 20% el año pasado, hasta los 32.000 millones de euros.

¿Pacto de rentas?

Cada vez se habla más alto de la necesidad de ir preparando un pacto de rentas para salir de la espiral inflacionista y sus derivadas. Reeditar algo parecido a los famosos Pactos de la Moncloa de 1977 y así repartir el coste de la inflación entre los diferentes agentes económicos y frenar el grave desplome del nivel adquisitivo de los ciudadanos.

Sin duda que podría ser una solución, pero el escenario electoral y político actual no parece el más adecuado para ello, al haberse arrinconado al patriotismo, entre otros muchos valores de la llamada Transición, cuyo legado algunos quieren derribar a toda costa cuanto antes.

Artículos relacionados