¿Los bancos son ”utilities” de capital privado, en la mayoría de los casos, pero suministradores de un servicio público. Veamos, por un lado, reciben los ahorros de los particulares y, por otro, facilitan vía créditos el funcionamiento de la actividad productiva. Ahora bien, son igualmente empresa mercantiles propiedad de sus accionistas a quien les deben un rendimiento.
Por el lado del pasivo, depósitos, soportan deudas que en cualquier momento pueden ser reclamadas, mientras que por la vertiente del activo sus inversiones no siempre son liquidables sin perdidas.
Fallidos en los tiempos de la burbuja inmobiliaria o una brusca caída en el valor de sus inversiones, caso del SVB, en un activo tan seguro como los títulos de deuda del Tesoro americano. Además, los accionistas propietarios que han invertido en el capital reclaman un dividendo e incluso los Estados confían en que esos beneficios dejen una parte al Erario público en forma de impuestos.
Martin Wolf toma una cita del reciente libro de Brad De Long “En el camino que lleva a la Utopía” que resume muy bien la simbiosis Estado-Instituciones Bancarias. Dice así “lo que el mercado te da el mercado te lo quita; bendito sea el nombre del mercado”.
El mercado te proporciona beneficios, pero cuando te los quita, alguien, el Estado, acude en tu ayuda dentro del juego de una economía de mercado y, cómo no, si hay beneficios te exige un impuesto que puede ser más oneroso si esos beneficios han llovido del cielo por una subida de los tipos de interés y la sociedad de la que formas parte sufre golpes externos como una pandemia o un encarecimiento de las materias primas que precisa para su funcionamiento.
Las medidas tomadas por las autoridades en los países de la UE o en los EE.UU, facilidades monetarias y más gasto público, han construido un eficaz cortafuegos contra la recesión pero no han podido evitar apagar el rescoldo de un creciente déficit presupuestario y una invitación inflacionista difícil de eludir cuando escaseaban las materias primas energéticas. La actividad no se ha detenido, particulares y empresas han continuado depositando sus ahorros en los bancos, que, a su vez, han continuado construyendo sus activos en forma de créditos o inversiones
El esquema de funcionamiento de las instituciones bancarias, insiste M. Wolf, implica inestabilidad; deudas (depósitos) pagaderas a la vista frente activos no siempre realizables al instante o que han perdido parte de su valor en el momento de realizarlos. Este es el caso de los títulos de deuda pública cuando suben los tipos de interesa.
Una súbita retirada de depósitos y adiós a la solvencia. Desajuste en los libros. Imposible atender el pago de los depósitos. Riesgo de crisis sistémica. El Estado acude para apagar el incendio. Se necesitarán fondos públicos. Más déficit presupuestario.
Déficit presupuestario e impuestos, dos males denunciados sin ningún tipo de contemplaciones por la leal oposición al gobierno de turno que junto a la queja de representantes de las instituciones de crédito forman un eco ensordecedor en los oídos de una ciudadanía desconcertada. ¿Los denunciantes de tamañas felonías deben guardar soluciones menos peligrosas en sus programas políticos?
¿Qué habría pasado si las instituciones de salvaguardia, Estado, no hubiesen garantizados todos los depósitos de los clientes del SVB y no sólo los inferiores a los 200.000 dólares o el Banco Central de Suiza no hubiese acordado las máximas facilidades para la absorción del Credit por su gran competidor, la UBS?.
La economía de mercado ha demostrado ser la fórmula más ajustada para el desarrollo económica y político de las sociedades democráticas. Pero el mercado, bendito sea, sin la presencia y salvaguardia del Estado, puede en más de una ocasión quitarte todo lo que te promete.