Su cotización, además, muestra un castigo injustificado con una caída anual en Bolsa cercano al 10 %. Algo sorprendente, señalan los analistas, teniendo en cuenta un buen número de factores que juegan a favor del grupo energético. Entre ellos destacan el incremento en la producción los últimos trimestres con un importante repunte de la actividad que compensarían una posible caída de los precios del petróleo y gas.
En este sentido, las previsiones apuntan a que los márgenes de refino van a seguir fuertes con unas estimaciones del precio del crudo en torno a los 80 dólares por barril ante la previsible presión por la disminución de bombeo por la OPEP, una reactivación del mercado chino y una caída del dólar respecto del euro.
Entre las ventajas competitivas apuntan alta capacidad de generación de caja, en donde la abrupta reducción en Capex/Opex de los últimos años juega a su favor. Este es uno de los factores que respaldan la buena remuneración al accionista con una rentabilidad por dividendo del orden del 4 % anual.
Su principal talón de Aquiles estaría en la fuerte volatilidad prevista en el medio plazo por la alta correlación de su cotización con el crudo, acentuada además por la incertidumbre en el ritmo de despliegue en la generación renovable destinada a sustituir la energía de origen fósil.
Pero incluso en el peor de los escenarios y a pesar de la presión bajista del Ebitda en 2023, el valor sigue contando con el apoyo de las grandes casas de análisis, casi todas con precios objetivos por encima de los 16 euros por acción. Algunos creen incluso que, tras la penalización sufrida en lo que va de año, el valor podría rebotar cerca del 40 % desde sus actuales precios de mercado, ligeramente por debajo de los 14 euros.