Estados Unidos in­tenta elevar el techo de en­deu­da­miento sin con­se­guirlo

Aumentar la deuda generará una crisis aún mayor que la actual

El Banco Internacional de Pagos U(BIS) alerta sobre la com­bi­na­ción de alta in­fla­ción y ten­sión fi­nan­ciera

Agustín Cartens, BIS.
Agustín Cartens, BIS.

La cre­ciente deuda se ha con­ver­tido en el gran pro­blema de las eco­no­mías oc­ci­den­tales des­pués de la pan­de­mia. Buena parte de los países ha si­tuado su en­deu­da­miento en ni­veles muy su­pe­riores al 100% del pro­ducto in­te­rior bruto (PIB), entre ellos España, cuyo au­mento marea a los ex­pertos de los or­ga­nismos in­ter­na­cio­na­les. Desde que co­menzó el año, en el caso más evi­dente, Estados Unidos lleva in­ten­tando fijar un nuevo tope a la deuda dentro de un tor­be­llino de crí­ticas en cuanto a los pe­li­gros de esta po­lí­tica. No lo con­si­gue.

El director gerente del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), Agustín Carstens, ha advertido que las políticas aplicadas con éxito en las últimas décadas han abocado al mundo a una encrucijada muy peligrosa, una etapa de elevada inflación unida a una coyuntura de tensión financiera.

La pandemia ha llevado al mundo a una situación muy delicada. La necesidad de incrementar la deuda para financiar los gastos sanitarios para contener la pandemia y evitar el colapso de la economía se ha sustanciado en un enorme crecimiento de la deuda pública en todos los países occidentales.

Estados Unidos cuenta con un endeudamiento del 126,4% sobre el PIB, mientras en Italia se sitúa en el 144,4%, en Francia alcanza el 111,6% y en España el 113,2%, según datosmacro.com. Pero todavía hay cifras más espectaculares. Como la de Grecia, con el 171% o la de Japón, que supera el 255,3%.

En el pasado mes de enero saltó el techo de deuda en Estados Unidos, lo que impide endeudarse más. Desde entonces, en el Congreso, demócratas y republicanos se han mostrado incapaces de establecer un nuevo nivel máximo de deuda. El gurú económico Peter Schiff, presidente y propietario de Euro Pacific Capital, un intermediario con sede en Westport, se ha mostrado tajante respecto a esta cuestión.

“Nunca pagamos nuestras cuentas. Si paga sus cuentas, no tiene ninguna deuda. ¿De dónde viene la deuda? Son facturas impagadas. Tenemos una deuda de 31,7 billones de dólares. Son 31,7 billones de dólares de facturas que no hemos pagado. No les pagamos. Pedimos prestado el dinero. Y queremos seguir pidiendo prestado el dinero. Nadie quiere pagar ninguna de estas facturas”. Y aclara que “no se trata de que Estados Unidos no quiera pedir prestado. Se trata de que el resto del mundo no quiere prestar porque saben que no les vamos a devolver el dinero”.

Financiadores inestables

El problema de la deuda estadounidense ha basculado sobre dos financiadores. Primero fueron los japoneses, que compraron tantos bonos que se decía que habían empapelado con ellos el mítico Budokan Hall, el templo de las artes marciales niponas. Ahora es China la principal financiadora de la deuda de EEUU. En ambas situaciones, la debilidad financiera era evidente.

“Es sólo una cuestión de tiempo. No es una cuestión de si. Es solo una cuestión de cuándo dejaremos de pagar nuestra deuda. Todas las cosas malas que dicen que van a pasar si no elevamos el techo de la deuda están garantizadas porque sí elevamos el techo de la deuda”, alerta el tremendista Schiff.

El director gerente del Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIS), Agustín Carstens, expresa también sus preocupaciones relacionadas con la deuda. Indica que las políticas para afrontar las crisis de las últimas décadas han mostrado su eficacia, pero han conducido al mundo a una constante elevación de los niveles de endeudamiento de los países. Estas políticas han llevado a una encrucijada económica, con niveles de deuda cada vez más altos, elevada inflación y tensión financiera.

“Estos escenarios de políticas son el resultado de un viaje de décadas en el que las decisiones políticas secuenciales, a menudo en respuesta a las crisis, han impulsado progresivamente los niveles de deuda al alza y las tasas de interés a la baja. En cada paso, las opciones de política parecían razonables, incluso convincentes. Pero acumulativamente, nos han llevado a un lugar extraordinariamente complejo donde los riesgos para la estabilidad macroeconómica y financiera cobran gran importancia y las tensiones entre las políticas monetarias y fiscales están aumentando”, advierte Carstens.

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