Pese a ello, ya desde antes de que comenzara la precampaña electoral, el presidente del gobierno trata de dibujar un panorama más que idílico de la economía española y de los muchos logros que ha conseguido su Gobierno en sus cuatro años en el poder que califica de modelo de gestión.
Sánchez, además, insiste en su mantra favorito de que frente a una crisis económica existen dos modelos de respuesta, el aplicado por el Partido Popular en el 2008 y el que está manejando en la actualidad el PSOE. Sánchez parece olvidar que quien gobernaba en 2008, desde el 2004, años durante los que se fraguó la crisis, fue el PSOE de Zapatero quien permaneció en Moncloa hasta el 2011.
La respuesta que dieron a la crisis puede calificarse de todo menos brillante a tenor de las gravísimas consecuencias de la misma con récord de paro en los años posteriores a la mencionada gestión de Zapatero, a quien ahora reivindican en el partido hasta el punto de presentarlo como una estrella en la Cumbre autonómica de Valencia.
Datos tozudos
Pero los datos son tozudos. Eurostat ha actualizado el pasado viernes 21 de abril uno de los indicadores económicos más categórico para entender la evolución de un país en comparación con los demás socios comunitarios. Es el que muestra la renta per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo (PPA) entre los diferentes Estados de la Unión Europea correspondiente al año 2022. La renta media per cápita española se ha situado en el 85,29 % de la media europea y ocupa el lugar 18 de entre los 27 socios comunitarios.
Pese a haber conseguido en 2022 uno de los mayores crecimientos del PIB de la UE, el porcentaje de la renta media española todavía registra un descenso de 2,5 puntos porcentuales respecto de 2019, primer año de mandato de Pedro Sánchez. Sus cuatro años de gestión registran los cuatro peores porcentajes de renta media de España desde 1996 en relación con los 27 países miembros de la unión. Así en 2019 cayó al 87,79 % de la media, en el 2020 fue del 83,97 %; en el 2021 se tocó fondo con el 83,81 % y finalmente este año ha sido del 85,29.
En cambio, la renta media española había superado la media europea entre el 2001 y el 2009 que en su mejor momento de comparación con los otros 26 socios comunitarios llegó a alcanzar el 105 % de la media europea justo en el año 2006.
Pero respeto al período 2006-2022 España ha retrocedido 20 puntos. La renta media española se sitúa en el lugar 18 de entre los 27. Países como Chequia, Estonia, Lituania, Eslovenia, Chipre o Malta han dado el sorpasso. Polonia, Hungría y Rumanía han reducido substancialmente su distancia. Rumanía uno de los países más pobres en el momento de su ingreso ha reducido de forma drástica sus diferencias. Ha pasado de los 50 puntos que la separaban en 2008 a 11 al finalizar el 2022.
Además, otro dato muy relevante al que nunca alude el presidente del Gobierno muestra que España, según la publicación de Eurostat ´Key figures on the EU in the World, 2023 edition´, es el 4º país con mayor riesgo de exclusión social, solo tras Rumanía, Bulgaria y Grecia
Por el contrario, la diferencia con las grandes economías europeas ha empeorado drásticamente. En el 2008 el diferencial con Alemania era de 16 puntos; al cierre del 2002 se ha elevado a 35. España también ha empeorado con dos países de nuestro entorno, con economías cuestionadas, como Francia e Italia. Con Francia cuyo diferencial en 2008 era de 7 puntos, ahora es de 19 y con Italia la diferencia se ha consolidado en 8 puntos.
Sin recuperar el PIB
Además, España es el único país de la Unión Europea que no ha recuperado el PIB que tenía antes de la pandemia y, frente al triunfalismo del presidente sobre la generación de empleo, cabe preguntarse cómo han influido la introducción y vigencia de los ERTE y la nueva contabilización de los fijos discontinuos. Pues chocan esas cifras récord con la contabilización de las horas trabajadas, que a finales del 2022 fueron inferiores que las que se contabilizaron a finales del 2019.
También cuesta comprender el triunfalismo de Pedro Sánchez cuando España sigue teniendo hoy un PIB inferior al que había alcanzado antes de la crisis de la Covid-19, y cuando es el único socio de la Unión Europea que todavía no lo ha recuperado. Es difícil de entender su triunfalismo cuando la renta per cápita española es inferior a la de 2018 y cuando los salarios reales de sus trabajadores se han visto drásticamente menguados como consecuencia de la inflación.
Cuesta además entender el triunfalismo de la precampaña electoral de Pedro Sánchez cuando ha llevado el endeudamiento público a cifras récord, situándolo en el 113,1 % del PIB, lo que supone un riesgo para la financiación futura de toda la economía española. Claramente, ni su legado económico ni su gestión son para vanagloriarse. Aunque él lo intente todos los días.