Un ingreso que se produce tras haber sido condenado a seis años por un delito continuado de falsedad en las cuentas anuales de la compañía y por un delito también continuado de falsedad de información económica y financiera.
Una entrada en prisión que se produce Una vez agotado el plazo que le había dado la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo de diez días tras rechazar la aclaración de la sentencia contra el empresario dictada por esa misma sala el pasado 10 de febrero.
Inicialmente, la Audiencia Nacional lo había condenado a ocho años de cárcel. Sin embargo, el Supremo rebajó su pena en dos años al absolverle de los delitos de estafa, falsedad documental y aplicar una atenuante por dilaciones indebidas, confirmando el resto de la condena por manipular las cuentas para captar inversores. Además, deberá indemnizar, solidariamente con Pescanova, a empresas y particulares afectados con el pago de 125 millones de euros.
El fallo de la Audiencia Nacional relataba prácticas irregulares llevadas a cabo por la antigua cúpula de Pescanova, a cuyo frente se encontraba el empresario con la colaboración de los responsables de los departamentos más relevantes.
A raíz de la crisis financiera que estalló en 2008, el presidente de la firma gallega, con el objeto de poder seguir disfrutando de la financiación bancaria de la que dependía Pescanova por el esfuerzo inversor ejercido en los años anteriores, planeó, junto con un grupo de personas de su confianza, seguir obteniendo financiación a través de una serie de mecanismos o prácticas irregulares.
Una vez conseguida, señala la sentencia, se llevaron a cabo otra serie de manipulaciones en las cuentas anuales u otros documentos oficiales que alteraban la situación financiera de la empresa "para conseguir unos resultados positivos que no se correspondían con la situación real y, que, tras ser oficialmente publicados, permitían captar nuevos inversores y desplazar a la financiación bancaria y sus excesivas comisiones".