Hace apenas una semana, Christine Lagarde advertía de que el precio del dinero no bajaría hasta 2025. Un mensaje que por su contundencia provocó sorpresa en la comunidad inversora, que recuerda que hace menos de un año, allá por abril de 2022, el BCE todavía se aferraba a la máxima prudencia y evitaba hablar de subida de tipos. Se conformaba con anunciar el fin de las compras de activos durante el tercer trimestre del año.
Ahora, en plena recuperación del tiempo perdido -a estas alturas nadie duda de que el BCE actuó tarde- el mercado ve como el precio del dinero en la zona euro circula en sexta velocidad hasta máximos históricos. Ya nadie ve el final de la subida hasta el arranque de 2024, cuando hace apenas un mes se pensaba que podría ser a lo largo del segundo semestre de este año. Las cosas cambian muy rápidamente.
Es verdad que la evolución de la inflación es la que marca el ritmo, pero a los agentes del mercado les gustaría un poco más de contención verbal. "Cada vez que hablan los jefes de los bancos centrales sube el pan. Tienen un papel difícil, el de preparar al mercado para lo que viene, pero creo que están asumiendo demasiado protagonismo en las formas en medio de una subida histórica de tipos que lo trastoca todo", señalan en una gran gestora nacional.
Firmeza en los mensajes
Los inversores piden que la firmeza de los mensajes vaya acompañada de cierta dosificación de las noticias que afectan a los precios de los activos cotizados. Al otro lado del Atlántico, Jerome Powell acaba de advertir de que los tipos de interés pueden subir más de lo previsto, sin dar pistas de hasta dónde. Parece que el suspense se mantendrá hasta finales de mes, cuando se reúne el consejo de gobernadores.
Pero lo que es evidente es que ha saltado por los aires la expectativa de que los tipos estadounidenses tocarían techo en el 5,25% para, incluso, empezar a bajar en el segundo semestre del año. A los gestores les toca rehacer previsiones y elaborar nuevas hojas de ruta con pocas pistas y con un horizonte temporal muy difuminado por la falta de claridad de los bancos centrales, que no quieren pillarse los dedos con los plazos.
"Algunos mensajes de los bancos centrales me parecen 'profit warning' en toda regla. Es mandar el mensaje al mercado de que tus previsiones antiguas no valían y de que todo lo que venga será peor, pero sin concretar", señalan en una de las firmas de análisis más prestigiosas del país. Con los mercados bajo presión tras los últimos mensajes de Largarde y, sobre todo, de Powell, los bancos centrales acumulan -para pesar de los inversores- demasiado protagonismo.