OPINIÓN

PSOE y PP deberían reflexionar tras la ley del ‘solo sí es sí’

La im­por­tancia de po­nerse de acuerdo en asuntos ca­pi­tales no de­pende de sus ex­tremos

Irene Montero, la gran perdedora.
Irene Montero, la gran perdedora.

La vo­ta­ción en el Congreso de los Diputados esta misma se­mana para co­rregir la ley del ‘solo sí es sí’ pone de ma­ni­fiesto que quizás to­davía no está todo per­dido en este ma­ra­vi­lloso país que se llama España y que tantos se em­peñan en in­tentar des­truir día a día con es­mero y em­peño.

Esa esperanza viene del hecho de que los dos grandes partidos se hayan puesto de acuerdo para corregir una ley fallida del Ministerio de Igualdad de Unidas Podemos, ya que según los juristas estaba produciendo numerosas rebajas de penas así como excarcelaciones de agresores sexuales, lo que llevaba meses creando una gran revuelo social.

Por supuesto que este acuerdo entre los dos grandes partidos, PP y PSOE, es algo solo puntual y que a corto plazo no fructifica en nada más, sobre todo si tenemos en cuenta que estamos en un año electoral, pero bueno, quizás podría ser un principio de algo que debería hacerles reflexionar.

En defensa del bipartidismo

Un reflexión, por cierto, absolutamente sencilla y que se cae por su propio peso, y que no es otra que estos dos grandes partidos nacionales que han sido el eje del bipartidismo en España desde la llamada transición, tienen mucho más que ver entre ellos que con sus extremos a derecha e izquierda, es decir, con Vox y Unidas Podemos.

Sin embargo, no se sabe por qué extraños designios llevan años estando abocados a pactar a su izquierda o su derecha en lugar de mirar al centro. Y lo que todavía es peor, pactando sistemáticamente con los partidos de la periferia nacionalista que legislatura a legislatura van arañando más privilegios para sus territorios, habiendo sido esta última de Pedro Sánchez precisamente un ejemplo que no debería volver a repertirse.

La irrupción en la política nacional de grupos como Ciudadanos, Vox y Podemos tuvo lugar precisamente por la racanería y la cerrazón del PP y el PSOE y la escasa altura de miras y de patriotismo de ambos grupos mayoritarios, así como por su incapacidad para alcanzar acuerdos entre ellos que contribuyeran a encontrar soluciones a los problemas de verdad.

Ciudadanos, Vox y Podemos

El caso de Ciudadanos ha sido una desgracia para todos, ya que desde una perspectiva liberal podría haber jugado un papel determinante en una nueva construcción nacional, precisamente por su origen catalán y periférico. Pero a Albert Rivera se le nubló el sentido y se sintió capaz de hacerse con todo el terreno de juego y comerse al PP y esa fue su perdición y se malogró un proyecto que seguramente tenía todo el sentido.

Vox, bajo la permanente acusación de ser la extrema derecha, es sencillamente una escisión del PP que viene de los llamados años de plomo en el País Vasco, pero que restados unos cuantos tics autoritarios que le acercan a Viktor Orban y compañía, así como unas opiniones poco ortodoxas en estos tiempos sobre la inmigración, se queda sencillamente en el ala derecha del PP y puede convivir perfectamente con los intentos centristas de Alberto Núñez Feijóo.

Y Unidas Podemos, que nace estratégicamente de las movilizaciones ciudadanas del 15–M, no deja de ser una organización que toma el relevo del PCE e Izquierda Unida, pero sin las ataduras históricas del comunismo español. Además, fue puesto en marcha por inteligentes profesores universitarios que no han dejado de pelearse entre ellos desde entonces, aunque lograron su objetivo fundamental de llegar al Gobierno.

Sin embargo, a pesar de estar intentando defender el bipartidismo desde este artículo, lo digo por si alguien no lo estaba entendiendo, la verdad es que se hace difícil argumentarlo con coherencia dado el nivel de incompetencia, ineficacia y servilismo al que han llegado los dos grandes partidos.

Han olvidado el idealismo

PSOE y PP se han ido convirtiendo en los últimos años en alambicadas estructuras de poder para ganar elecciones, con un mercantilismo que apenas sirve para colocar a sus amigos y en donde el idealismo o sencillamente querer cambiar la realidad se considera un vicio peligroso, un pecado de lesa humanidad. Por eso se entiende perfectamente que muchos de sus votantes estén pensando o hayan pensado optar por los extremos, Vox y Podemos, donde al menos parece que hay una pátina de humanidad y hasta de idealismo en la defensa de las ideas.

La realidad es que fue el Gobierno de Mariano Rajoy hace unos años quien desde sus terminales mediáticas puso a Podemos en el mapa y le hizo crecer para dividir al PSOE, exactamente la misma estrategia que ahora hace el PSOE con Vox para restar votos al PP. Lo de siempre en España para nuestra desgracia. En lugar de acercarse e intentar entenderse se tienen sometidos a bombardeos sistemáticos con todas las armas a su alcance, incluso las que a veces rozan la ilegalidad.

También los nacionalistas

El otro gran problema para el bipartidismo son los partidos nacionalistas del País Vasco y de Cataluña, pese a que se trata de formaciones con muy poca representatividad a nivel nacional, solo la otorgada por una ley electoral que se redactó para facilitar las mayorías electorales y que perjudica a los partidos con implantación nacional frente a los que solo se presentan en sus regiones.

Sin embargo, aunque los populares y los socialistas han tenido suficiente fuerza parlamentaria como para cambiar esa ley electoral, no lo han hecho y se han tenido que apoyar en los nacionalistas para gobernar legislatura tras legislatura, dejándose esquilmar a conciencia.

Voy a copiarme a mí mismo para repetir que en las naciones donde hay una alternancia política previsible, con dos grandes partidos, normalmente en el centro izquierda y centro derecha, suele producirse un mayor crecimiento económico y existir mayor estabilidad social. La única consecuencia negativa de esa alternancia en el poder es que puede generar más corrupción, pero eso era un problema en tiempos de Cánovas y Sagasta, y hoy en día se puede corregir con los controles adecuados.

Justo lo que busca Ferrovial

Hay muchos ejemplos, como Estados Unidos con demócratas y republicanos o Reino Unido con conservadores y laboristas. Qué casualidad, lugares a los que empresas como Ferrovial intentan trasladarse buscando eso de lo que hemos hablado tantas veces, seguridad jurídica y previsibilidad fiscal y económica.

No sé por qué España tiene que ser una excepción a la hora de que los grandes partidos sean capaces de entenderse y alcanzar acuerdos. Los alemanes han sido capaces con la llamada gran coalición de democratacristianos y socialdemócratas.

Puede que a nuestra relativamente jóven democracia le falte todavía un cierto componente institucional y por supuesto más patriotismo a sus políticos para aprender la importancia de negociar y obtener los mejores acuerdos posibles, aunque tengan que modificar algunas posiciones y ceder parte de sus postulados.

Por eso, quizás lo de la ley del ‘solo sí es sí’ podría ser una puerta que se abre para el futuro. Algo que debería hacerles comprender a las dos grandes formaciones políticas españolas que comparten mucho más entre ellas que con sus extremos. Aunque sinceramente no lo creo, me temo que es más un deseo que una realidad.

Artículos relacionados