ANÁLISIS

Los bancos es­pañoles pierden entre el 5% y el 7% en una nueva jor­nada aciaga en las Bolsas

Olaf Scholz, actual canciller alemán, siempre pugnó por una fusión entre DB y Commerzbank

Una marea es­pe­cu­la­tiva contra el Deutsche Bank hace san­grar el sis­tema fi­nan­ciero en Europa

Deutsche-Bank
Deutsche-Bank

Los mer­cados ca­yeron de forma ge­ne­ra­li­zada este viernes en Europa desde la aper­tura hasta media tarde, con es­pe­cial in­ci­dencia en los ban­cos. En la Bolsa de Madrid tí­tulos como el BBVA, CaixaBank o Santander su­pe­raron el 5% de caída, con el Sabadell so­bre­pa­sando el 7% para re­cu­perar te­rreno al cie­rre. La marea ven­de­dora se inició en Frankfurt donde las po­si­ciones cortas contra el Deutsche Bank (DB) se con­cen­traron desde pri­mera hora del viernes y lle­varon a caídas en las ac­ciones del primer banco alemán del 14%. ¿Camina el DB a una fu­sión con el Commerzbank, como siempre quiso Olaf Scholz, ac­tual can­ci­ller ale­mán?

A las 17:33 había recuperado posiciones y perdía respecto del día anterior el 8%. Los fondos que se dedican a la especulación de todas formas no actúan a ciegas, y lo llamativo en el caso del DB es la persistencia de debilidades estructurales en su balance que determinaron que los inversores vendieran a mansalva acciones del primer banco alemán.

En 2018 tras una fuerte caída en su cotización la entidad salió del listado del Euro Stoxx 50. Fue entonces cuando el ministro de Economía alemán en el Gobierno de “gran coalición” de Angela Merkel, Olaf Scholz, pugnó por una fusión entre DB y Commerzbank. En este último el estado tiene la participación mayoritaria, el 15%. El proyecto no salió adelante.

La operación de posiciones cortas amainó tras la salida a la palestra precisamente de Scholz, el actual canciller, quien declaró en Bruselas donde asistía a un consejo que el banco ganaba mucho dinero y no veía motivos para cuestionar su solvencia.

Estas declaraciones debió hacerlas quizá un día antes cuando el coste de los credit default swaps (CDS) -derivados para cubrir impagos de crédito- para DB se dispararon a 203,2 puntos básicos alentando a los fondos a colocarse a la baja para rentabilizar el cuadro de desconfianza.

Dudas del mercado

La cuestión subyacente es qué hay de cierto en las dudas del parqué. La realidad soterrada es el temor a que el cuadro de grandes beneficios que ha apuntalado a DB, como al resto de la gran banca europea en 2022, se descalabre a resultas de una caída de la actividad económica. En enero de 2019, cuando el entonces ministro Scholz llegó al punto más alto de su campaña de presión para la fusión entre DB y Commerzbank, declaró que la industria alemana necesitaba una banca fuerte y de dimensiones significativas. La teoría de un gran campeón en el sector financiero.

En realidad pretendía sacarse dos problemas de encima al mismo tiempo, DB y Commerzbank, y tenía asumido un coste fiscal significativo en esa operación para sanear ambos balances.

No cabe la menor duda de que Alemania es una potencia industrial. Pero la política combinada de los bancos centrales, en particular de la Reserva Federal y del Banco Central Europeo (BCE), ha enrarecido las perspectivas económicas y está recortando severamente el acceso al crédito del sector productivo en toda Europa.

Los costes financieros, al igual que los costes de la energía están ejerciendo una erosión significativa en la competitividad de las industrias. La industria del automóvil que es vital para Berlín se encuentra en una severa encrucijada que se ha reflejado en su rechazo al abandono de los combustibles sintéticos en 2035 propugnada por la Unión Europea.

Guerra de Ucrania

Por añadidura, la guerra en Ucrania amenaza con enrarecer aún más las relaciones de Berlín con Pekín, algo a tener en cuenta porque el mercado chino es vital para las marcas alemanas de gama alta. La inestabilidad de los mercados financieros alimentada por el incremento de tipos de interés de los bancos centrales, en parte por la caída del precio de la deuda pública, se ha reflejado con claridad en el mercado de bonos corporativos y en el acceso al crédito de las grandes empresas.

En el mercado estadounidense la fuerte actividad que es habitual en marzo cuando las compañías salen a obtener financiación cayó este año a 53.300 millones de dólares comparado con los 230.800 millones de dólares de marzo del año pasado. El promedio de los últimos cinco años para las emisiones de marzo fue de 179.000 millones. Las cifras son para empresas con alta calidad crediticia.

En el mercado de bonos basura, de muy alto rendimiento, las cifras son mucho peores. De acuerdo con datos del Wall Street Journal el volumen de emisión del papel de baja calidad fue de 5.000 millones de dólares este mes comparado con 24.000 millones en marzo del año pasado. El mercado primario se ha secado a expensas de la inestabilidad y la cautela de los inversores institucionales, en primer lugar los bancos comerciales y de negocios.

La crisis del Credit Suisse y su resolución mediante su adquisición forzada por la Unión de Bancos Suizos ha tenido una consecuencia suplementaria en este escenario. El fuerte incremento del precio de los CDS para Deutsche Bank está directamente relacionado con las pérdidas de 17.000 millones de dólares sufridas por los inversores institucionales al declarar absorbidas por la crisis las obligaciones contingentes convertibles de Credit Suisse.

Se trata de los instrumentos de capital para el colchón denominado AT1 introducido por la normativa para los requisitos de capital tras la crisis del 2008 (CRD IV) por los acuerdos denominados Basilea III. DB tiene emitidos 9.150 millones de euros en ocho emisiones de estos instrumentos. La última efectuada en noviembre del año pasado. Está, claro, no es una exclusividad de ese banco.

Todo previsto en Iberia

En España, el valor total de las emisiones de contingentes convertibles de los cinco principales bancos es del orden de los 22.000 millones de euros. Santander tenía en total al cierre del ejercicio pasado, 7.811 millones emitidos en seis series; el BBVA, 5.000 millones en cinco emisiones al igual que CaixaBank mientras que Sabadell tenía emisiones por 1.750 millones de euros a enero de este año.

Los inversores están a la búsqueda del eslabón débil en la banca europea. El hecho que el regulador suizo haya incorporado a pérdidas el total de los bonos contingentes convertibles del CS no ha hecho más que aumentar la superficie de hielo delgado sobre el cual se deslizan los mercados estos días.

Es por eso que los portavoces del BCE y de la UE han declarado esta semana que en la UE no se va a echar mano de los bonos contingentes convertibles que forman parte del capital AT1 de la banca mientras haya capital en acciones de las entidades que eventualmente entren en crisis. Esta es en principio una norma universal, pero suele estar muy condicionada por los propios folletos de emisión y la normativa suplementaria de los bancos centrales y los reguladores de los mercados.

Litigio en Norteamérica

El jueves el lobby de los fondos de inversión en renta fija de Canadá y Estados Unidos, el Credit Round Table, decidió que no iniciaría un litigio por el barrido de los 17.500 millones de dólares en bonos del CS amortizados por el regulador suizo. Saben que la decisión está blindada porque esos instrumentos fueron emitidos sujetos a que haya intervención oficial en un rescate.

Y este es el caso, Suiza ha hipotecado el 33% de su PIB en este rescate. Mientras tanto la capitalización en bolsa de DB era en febrero de 24.100 millones de euros y ayer era de 18.020 millones de euros. En un mes la caída del precio de las acciones se ha llevado por delante 6.000 millones de euros en valor. Esta cifra está aun lejos de los 14.300 millones de capitalización al 31 de diciembre de 2019, el año maldito del DB. El problema es que la posibilidad de una recesión económica lo puede devolver a esos escenarios.

La amenaza subyacente es que los bancos centrales seguirán apostando a contener la inflación mediante el incremento de los tipos de interés. Esto tiene consecuencias como lo viene demostrando el comportamiento de los mercados. La caída en el valor de la deuda pública con sus pérdidas latentes en los balances bancarios, el temor a que un rescate barra con los bonos contingentes convertibles, la posibilidad de que la subida de tipos provoque una recesión y los ingresos de los bancos caigan por la baja demanda de crédito. Un cuadro general de esta naturaleza supone

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