El Silicon Valley Bank y Credit Suisse son casos di­fe­rentes pese a hacer tem­blar los ci­mientos de la banca

La Banca de 2023 no es la de 2008: esta vez no hay riesgo de contagio sistémico

Los ex­pertos vuelven a poner en duda las me­didas su­per­vi­soras y la de­fi­ciencia re­gu­la­toria

Silicon Valley Bank.
Silicon Valley Bank.

Los ci­mientos del sector fi­nan­ciero in­ter­na­cional se han vuelto a ver sa­cu­didos con fuerza ante la mayor quiebra de un banco es­ta­dou­ni­dense desde la caída Lehman Brothers. El Silicon Valley Bank, ca­beza vi­sible de los pro­blemas de los bancos re­gio­nales es­ta­dou­ni­den­ses, con­taba con unos ac­tivos de 209.000 mi­llones de dó­lares y de­pó­sitos por un valor su­pe­rior a los 175.000 mi­llones a 31 de di­ciem­bre, si­tuando su quiebra entre las más im­por­tantes en la his­toria de Estados Unidos.

Casi inmediato, sin solución de continuidad, una de las grandes firmas europeas, Credit Suisse, ha desvelado serios problemas de liquidez. Eso ha encendido todas las alarmas ante la posibilidad de revivir de nuevo la grave crisis financiera que puso al mundo al borde del colapso en 2008.

Las diferencias entre una crisis y otra, sin embargo, son abismales, apuntan los analistas y está vez no cabe esperar un derrumbe económico ni un contagio sistémico como el sufrido en aquella época. El tamaño del SVB, siendo importante, no es comparable ni de lejos al de las firmas quebradas en aquel entonces. Los motivos y sus consecuencias tampoco.

Sin entrar en destalles exhaustivos, el declive y caída de Lehman Brother se produjo por los elevados y negligentes riesgos asumidos con las hipotecas basura en una época en el que el único interés era vender préstamos para elevar la liquidez sin importar si los clientes tenían capacidad de pago o no. Una actividad que se había extendido como un cáncer por el sistema financiero internacional.

En cambio, la cartera del SVB, el banco 16 de Estados Unidos, estaba muy concentrada tanto geográfica como en tipología de clientes, siendo mayoritariamente, más del 95 %, fondos de capital riesgo y startup. El fuerte crecimiento experimentado en los últimos años, los depósitos se elevaron de 44.000 millones de dólares en 2017 a superar los 200.000 millones en 2022, empujó al banco a invertir una proporción elevada de los mismo en deuda pública americana.

De esta forma, cubría activos a corto plazo con inversiones a largo plazo. Una estrategia destinada al fracaso. La subida de los costes financieros en los últimos meses por la subida de tipos ha provocada una paulatina retirada de depósitos por parte de las compañías, obligando a la entidad americana a vender las emisiones de deuda pública con pérdidas, generando fuertes tensiones de tesorería que quiso solventar con una frustrada ampliación de capital.

La rápida intervención de la Reserva Federal garantizando una línea de crédito para permitir a los depositantes del banco recuperar la totalidad de su dinero, a l igual que con el resto de los bancos regionales con problemas, ha servido para atajar de raíz la sangría. Algo que no ocurrió en 2008, cuando se optó por dejar hacer para luego castigar al sector financiero cortando la cabeza de Lehman Brothers.

Credit Suisse mete miedo al sector financiero

En este caso, la exposición de la banca europea a los problemas que han sacudido a los bancos estadounidenses es prácticamente nula frente a la gran exposición que si tenía a las hipotecas “subprime”. Por otro lado, los depósitos minoristas en Europa presentan entre el 40 % y el 80 % de los depósitos totales sin que exista un riesgo sistémico.

Pero antes de que el mercado se haya podido recuperar del susto, la banca europea se ha visto sacudida de inmediato por otro terremoto. Credit Suisse ha cogido el relevo ante las incertidumbres sobre su viabilidad provocadas por los comentarios de su principal accionista, el Saudí National Bank, que ha descartado acudir a adicionales ampliaciones de capital después de que la firma suiza reconociera algunas irregularidades en sus cuentas de los últimos años, así como unas pérdidas de 7.381 millones de euros en 2022, su peor resultado desde 2008.

Credit Suisse ha venido mostrando serios problemas al verse arrastrado por las quiebras de dos grandes clientes, Greensill y Archegos, que le generaban cientos de millones en comisiones. La crisis, sin embargo, parece que se va a resolver con una inyección de 50.000 millones de francos suizos por parte de las autoridades suizas. Los expertos de JP Morgan creen además que acabará siendo absorbida por UBS.

La banca española sin exposición y con sólidos balances

La banca española no se encuentra especialmente expuesta al negocio de Credit Suisse, Pero, de momento, el golpe le ha supuesto más de 24.000 millones de euros en valoración en Bolsa. Aunque esto es solo una tercera parte de lo recuperado en los últimos meses. El sector financiero, además, muestra un sólido balance financiero en la actualidad, con altos niveles de solvencia, tras la dura reestructuración acometida en los últimos años.

Ambos casos, sin embargo, han provocado serias dudas en los mercados respecto a la capacidad de supervisión de la que tanto vienen presumiendo tanto la Reserva Federal como el BCE tras las medidas implementadas para evitar una crisis similar a la de 2008. Cuando parecía inconcebible que una situación similar pudiera repetirse, la aparición de estos casos ha vuelto a poner en entredicho al sistema. Los expertos recuerdan que las crisis se sabe cuando empiezan, pero nunca cómo acaban ante las imprevisibles ramificaciones que pueden llegar a alcanzar.

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