Miel sobre hojuelas para la banca, que tanto se juega en este segmento y que viene de una temporada de resultados sencillamente extraordinaria. Todo el alza de los márgenes generado por la subida de los tipos de interés -que van camino del 3,50% en la zona euro en la reunión de marzo- no se ha visto compensado a la baja ni un ápice por la remuneración del pasivo, que a efectos de la gran banca nacional sigue siendo totalmente inexistente. Y así va a seguir siendo a la vista de lo que pasa en el universo de los fondos.
Frente a su negativa a retribuir los depósitos aunque el precio oficial del dinero ha escalado ya hasta el 3% en la zona euro, los bancos han comercializado a manos llenas los llamados fondos de rentabilidad objetivo, que ofrecen rendimientos prefijados entre el 1,5% y el 2%. La subida de tipos avala el éxito comercial de unos productos que después de un año tan pobre en retornos como 2022 ya gestionan más de 11.000 millones de euros, casi 5.000 más que hace un año.
Todo hace indicar que la banca, que diseña estos productos en sus propios laboratorios de fondos para que todo quede en casa -en detrimento de la comercialización de fondos de terceros, especialmente grandes gestoras internacionales- va a meter una velocidad más para llevar a este terreno a sus miles de clientes ultraconservadores. Ahorradores que no quieren ni oír hablar de inversiones con riesgo en un escenario que sigue siendo complicado para las bolsas, más después de un gran mes de enero en Europa que deja las valoraciones de la renta variable en niveles mucho más exigentes.
Fondos frente a depósitos
“Todo se está poniendo de cara para que los bancos saquen adelante su estrategia de seguir primando los fondos de inversión frente a los depósitos. Sólo hay que ver cómo están creciendo las rentabilidades de la deuda del Estado, hasta niveles cercanos al 3%. Esto va a elevar significativamente la rentabilidad de las inversiones sin riesgo tras el gran fiasco del año pasado, que sin embargo no ha impedido que los fondos sumen ya 27 meses consecutivos de captaciones positivas”, señalan en fuentes del sector.
La realidad es que la gran banca española ha encontrado un filón en este negocio, en el que generan las comisiones que los depósitos bancarios les niegan. En estos productos de rentabilidad objetivo que no exigen gestión -se trata de comprar renta fija estatal con rentabilidades preestablecidas al vencimiento-, la banca está cobrando ‘fees’ de alrededor del 0,5%. Un negocio redondo que se nutre del conservadurismo histórico de los inversores españoles al que el sector financiero siempre ha sacado tanto partido.
Para el conjunto de la industria de fondos de inversión, enero ha supuesto un auténtico balón de oxígeno. Dinero llama a dinero y los gestores creen que las fuertes subidas del primer año pueden atraer a nuevos inversores en este primer trimestre. El único pero es que la subida de las bolsas -el Ibex ha ganado casi un 10% en su mejor enero en 22 años- puede haber sido demasiado rápida y comerse parte del potencial para el conjunto de 2023. Un problema muy menor para la banca, que lo está apostando todo a la renta fija.