Tras el duro pro­ceso de re­es­truc­tu­ra­ción, la cap­ta­ción de li­quidez no es una prio­ridad

La banca española evita, de momento, declarar una 'guerra' para captar depósitos

Los bancos in­ter­pretan que hay otros pro­ductos más ren­ta­bles y ade­cuados a la subida de los tipos de in­terés

Bancos.
Bancos.

El en­du­re­ci­miento de la po­lí­tica mo­ne­taria por parte del BCE -ha subido los tipos de in­terés en cuatro oca­siones en menos de un año- no ha ser­vido, pa­ra­dó­ji­ca­mente, para que la banca es­pañola haya ini­ciado una guerra de de­pó­sitos como ocu­rriera tantas veces en el pa­sado.

Muy al contrario, mientras las Letras del Tesoro empiezan a registrar rentabilidades por encima del 2,5 %, las entidades financieras siguen sin mover ficha en busca de captar ahorro.

Es más, mientras en países vecinos como Francia o Italia ya se empiezan a realizar remuneraciones por encima del 2 %, en nuestro país las entidades financieras ponen mala cara y aseguran, a todo el que pregunta, que no es el mejor producto. A cambio, insisten en ofrecer a sus clientes fondos de inversión, productos más complejos y a veces con algo más de riesgo, pero sin mucha más rentabilidad que los activos del Tesoro.

Una estrategia que no tiene pinta vaya a cambiar a corto plazo, incluso a pesar de las perspectivas de nuevas subidas de tipos. Según las previsiones de Goldman Sachs, todo apunta a que el BCE subirá sus tipos de referencia desde el 3 % al 4 % a través de tres nuevos movimientos al alza en marzo, mayo e incluso en la reunión de junio.

La racanería a la hora de competir por el ahorro está siendo generalizada entre todas las entidades financieras, tal y como han puesto de manifiesto sus responsables en la reciente presentación de resultado. Las opciones para elevar los rendimientos son mínimas. La razón estaría, según los expertos, en que una vez completado el proceso de saneamiento por la banca española en los últimos años, la captación de liquidez no es una de sus prioridades y por eso su oferta para este tipo de productos es irrelevante.

Tal y como ha reconocido la presidenta del Banco Santander, Ana Botín, en la presentación de las cuentas, “todo dependerá de lo que haga la competencia”. Y desde luego no parece haber una predisposición para ello ante las reticencias de los grandes banqueros españoles.

Preocupación por una posible colusión

Algo que ha despertado las suspicacias en los mercados financieros. La afinidad de propuestas en el sector hace temer una posible colusión. Desde julio de 2007, la Ley de Defensa de la Competencia prohíbe “todo acuerdo, decisión o recomendación colectiva, o práctica concertada o conscientemente paralela, que tenga por objeto, produzca o pueda producir el efecto de impedir, restringir o falsear la competencia en todo o parte del mercado nacional”.

Aunque en España, al igual que en el resto de los países desarrollados, está práctica está perseguida y sancionada con importantes multas, lo cierto es que es un mal hábito que todavía se sigue produciendo en infinidad de sectores y seguirá produciéndose porque en la mayoría de los casos el pago de las sanciones es el inferior a sus beneficios.

Aunque muchos expertos rechazan esta hipótesis, si reconocen que puede estar produciendo un cierto consenso tácito entre las entidades, favorecido por el reciente proceso de reestructuración del sistema financiero que ha deparado en un sector sumamente concentrado.

Si bien la concentración del sector en unas pocas entidades financieras trae como consecuencia una mayor solidez de los balances financieros también trae como contraprestación negativa una disminución de la oferta bancaria, generando lo que se denomina un oligopolio de la oferta. Esta menor competencia puede dar lugar, en el peor de los casos, a cierta connivencia entre las entidades financieras a adoptar decisiones, como en este caso, de limitar al máximo la remuneración de los depósitos.

La guerra por el pasivo en España

Algo que rechazan de plano en el sector español. La situación, apuntan, es más propia de las características intrínsecas del sistema financiero español que de posibles pactos entre entidades. Tras la mayor remuneración de los depósitos en toda Europa a medida que han ido subiendo los tipos, lo lógico es que este proceso vaya siendo similar en España, aunque a su ritmo empezando por los grandes depósitos -corporativas e instituciones- hasta trasladarse al cliente minorista.

Tal y como ha señalado recientemente Gonzalo Gortazar, CEO de CaixaBank, “cada mercado tiene sus propias peculiaridades y es diferente”. En España, por ejemplo, las hipotecas o los préstamos a pymes son mucho más baratas que en Alemania u otros países de nuestro alrededor.

Según los últimos datos bancarios de diciembre, los depósitos se estaban pagando a poco más de un 0,6 %, muy lejos de la retribución en la zona euro donde se paga un 70% más de media. En concreto, en Italia y Francia los bancos ya pagan más de un 2% por los depósitos, más del triple que en España, según las cifras del Banco Central Europeo.

De este modo, a corto plazo, la única posibilidad de que los bancos opten por elevar la rentabilidad de sus depósitos sería por la amenaza de una fuga de capitales hacia entidades financieras extranjeras o bien una mayor presión del sector asegurador más predispuesto a aprovechar este terreno baldío. Algo que no acaba de preocupar a la banca española, muy bien posicionada también en seguros, por lo que a corto plazo no es previsible que se vaya a producir una guerra por el pasivo en nuestro país.

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