ANÁLISIS

La debilidad de Pedro Sánchez da alas a las exigencias de Carles Puigdemont

El ex pre­si­dent ca­talán pró­fugo aca­ricia volver como el re­dentor de Cataluña sin pasar por los tri­bu­nales

Puigdemont y Junqueras
Puigdemont y Junqueras

Los lí­deres de Junts, en­ca­be­zados por el pró­fugo Carles Puigdemont, se han dado cuenta en su ne­go­cia­ción con Pedro Sánchez, de que, al tra­tarse del pre­si­dente del Gobierno más vul­ne­rable desde el inicio de la de­mo­cra­cia, pueden con­se­guir un ré­dito po­lí­tico y eco­nó­mico inima­gi­nable hace solo unos me­ses. El acuerdo de in­ves­ti­dura pa­rece in­mi­nente des­pués de un viaje este fin de se­mana a Bruselas por los ne­go­cia­dores so­cia­lis­tas.

Pese a la aparente ruptura inicial de las negociaciones que se produjo el pasado jueves, cuando Puigdemont suspendió la rueda de prensa prevista en un hotel de Bruselas para dar cuenta del acuerdo, este domingo, con la incorporación a Bruselas del secretario general del Partido, Jordi Turull, se han intensificado las negociaciones.

Pero el partido independentista advierte de que “no es cierto” que el acuerdo esté tan próximo como sugieren los socialistas y apuntan que aún quedan cuestiones pendientes por resolver. En cambio, el secretario general de organización del PSOE, Santos Cerdán, es más optimista asegurando en un vídeo remitido a los medios este domingo, que estaban más cerca de la investidura de Pedro Sánchez.

Los independentistas saben que por la debilidad del Gobierno de Pedro Sánchez consiguieron en la anterior legislatura eliminar el delito de sedición, rebajar las penas por la malversación y los delitos de terrorismo y, ahora, una vez conseguido el acuerdo para la amnistía, consideran que ha llegado el momento de dar un paso más para obtener un compromiso previo de cara a la celebración de un referéndum. La debilidad de Sánchez es mayor.

Para que no quede duda de sus pretensiones, lo ha vuelto a repetir el líder de ERC, Oriol Junqueras en una entrevista concedida este domingo al diario ‘El Periódico’. Junqueras insiste en que la amnistía no es un punto y final, sino el punto inicial de una negociación entre iguales, una negociación que “permitirá al conjunto de nuestra sociedad decidir su futuro votando”. Y añade que no renunciarán a aquellos “actos de unilateralidad que son consustanciales a la democracia”.

Rechaza, además, que la amnistía pactada entre ERC y PSOE sea para Vips, como dice Junts. Para él, “nada de lo que hicimos es delito. No lo es convocar y celebrar un referéndum, ni proclamar la independencia de Cataluña porque no está en el Código Penal”, a la vez que pide al PSOE con su acuerdo que la amnistía sea un “reconocimiento” por parte del Estado de que “muchas de las cosas que hizo, casi todas, estaban mal hechas y eran injustas”.

Excluir a la Policía Nacional de la Amnistía

Junqueras no es tan considerado con quienes cumplieron con sus obligaciones con el Estado el día del referéndum. Y ha señalado que en esta amnistía no se puede incluir a quienes intervinieron cumpliendo órdenes de sus superiores (los policías) intentando impedir la celebración de las votaciones en el referéndum ilegal. El líder republicano cree que “no se puede amnistiar un delito de lesiones en el que haya un atentado contra la integridad física” y que, si alguien cometió delitos contra las personas, no fueron los que votaron sino los que “nos apalearon”.

En cambio, resulta llamativo que pese a todo lo conseguido por ERC, firmado en un acuerdo de 12 folios, a los líderes de Junts les parezca poco. Y eso que, en el acuerdo entre los republicanos catalanes y el PSOE, además de aprobar la amnistía, se recoge un relato sobre el conflicto catalán muy satisfactorio para los independentistas. Aunque el pacto remite a la sentencia del Constitucional sobre el Estatut y al referéndum anulado por el TC en 2017, plantea un debate, que acepta el PSOE, sobre el reconocimiento nacional de Catalunya. Eso sí, siempre con la coletilla de con “respeto al principio de legalidad y al principio democrático”.

En este sentido, los representantes de Junts quieren negociar un texto más ambicioso, todavía por precisar, que se diferencie del aprobado por ERC, porque además de las cuestiones mencionadas los republicanos, han logrado que los socialistas admitan un mecanismo de verificación encargado a una persona de reconocido prestigio. El pasado viernes, en un encuentro informal con los medios de comunicación para explicar los detalles internos del acuerdo, aseguraban que le han presentado al PSOE nombres de personalidades e instituciones internacionales que podrían realizar esta función de verificador.

No va a ser una figura decorativa. Según ERC, han pactado las funciones más que el nombre de quien vaya a ser esta personalidad o institución que “verificará, acompañará y realizará el seguimiento” de toda la negociación y sus acuerdos. A diferencia del “mediador” que supone una pieza más intervencionista o del “facilitador”, que se limita a apoyar en el buen desarrollo de las reuniones o del "relator", que simplemente toma nota de ellas, ellos han optado por el “verificador” que acompaña en todo el proceso negociador y comprueba que se cumplen los acuerdos entre ambas partes.

Pese a todos estos logros de ERC, Junts quiere más. Se creen con poder de manejar a su antojo a un presidente del Gobierno en funciones, que ha cedido en casi todo sobre lo que hasta hace unos meses se venía negando a conceder con todas sus fuerzas. Bien es cierto, que los 120 diputados con que cuenta el Partido Socialista no le permitían actuar de otra forma, una vez descartada la posibilidad de gobernar en una gran coalición con el Partido Popular. La llegada de un presidente con tanta necesidad de apoyo en el Congreso, primero para ser investido y después para sacar adelante sus proyectos, les ha venido de maravilla a los independentistas para conseguir la mayoría de sus objetivos. Los han conseguido durante la anterior legislatura, y lo van a tratar de conseguir en la presente. Ven fácil manejarlo a su antojo.

Lo imposible, lo más normal

Lo que hace cuatro años parecía imposible, ahora está a punto de hacerse realidad, pese a que incluso el independentismo asumió en los años pasados que sería difícil que el PSOE aceptara el desgaste de aprobar una amnistía. Incluso Pedro Sánchez, descartó entonces esa posibilidad con total convencimiento, el mismo con el que ahora defiende lo contrario.

Como él dice, no miente, cambia de opinión. Y para ello No hay más que una razón, para poder formar gobierno. Lo ha expresado así el presidente del Gobierno tras el acto de juramento de la Constitución de la Princesa de Asturias. Es la aritmética electoral, la que abre las puertas a las exigencias de los independentistas.

La negociación para permanecer en el poder puede resultar dramática para el futuro del PSOE que está obligado a guardar silencio y a no explicarse, pese al aumento de las críticas de la oposición y de una parte relevante de los representantes del poder judicial. Sus explicaciones sobre el rechazo que han hecho a reivindicaciones de los independentistas, podrían llevar a Junts a romper definitivamente las negociaciones y acabar con la ilusión de un acuerdo que permita a Pedro Sánchez mantener el poder durante la actual legislatura.

Pese al optimismo con el que se han anunciado los resultados de la consulta a los militantes del PSOE por parte de Ferraz, tampoco el apoyo de los militantes del partido ha sido tan contundente si se leen los números con detenimiento. De los 172.611 afiliados con derecho a expresarse, solo lo han hecho 108.418, es decir el 63,41%.

El PSOE, rendido a Puigdemont

Es verdad que la mayoría de los que han votado lo han hecho a favor, 95.365, es decir un 87,13%, dejando solo un 11,93% que lo han hecho en contra. Pero si sumamos los que han votado en contra a los que no han acudido a votar, vemos que nada menos que 90.299 afiliados del PSOE, el 45% no han dado su voto favorable a la consulta que les ha planteado Pedro Sánchez con la pregunta trampa de si “¿Apoyas el acuerdo para formar un Gobierno con Sumar y lograr el apoyo de otras formaciones políticas para alcanzar la mayoría necesaria?". Por cierto, pregunta que no menciona abiertamente la ley de amnistía, requisito exigido por Junts y ERC para apoyar la investidura de Sánchez.

Pese a que se daba por hecho que la presidenta de las Cortes, Francina Armengol, convocaría la sesión de investidura para esta segunda semana de noviembre, todo depende ahora del cierre de los pactos con Junts y con el PNV y con una fecha inamovible, el 27 de noviembre. Es el plazo límite para que Sánchez sea investido, si no, habrá nuevas elecciones. Estas podrían tener consecuencias incalculables para el PSOE, en caso de celebrarse, por todas las cesiones que ha hecho a los independentistas, pese a que siempre negó que lo haría. Esta nueva debilidad de Sánchez otorga más poder a Puigdemont para obtener lo que nunca antes pensó, volver como el redentor de Cataluña sin tener que pasar por los tribunales.

De llegar a un acuerdo, toda la legislatura estará marcada por la relación del PSOE con los independentistas, sobre todo los catalanes, lo que hace presagiar una legislatura llena de sobresaltos y cesiones para seguir en el poder. Como advertía Junqueras a Sánchez este domingo desde ‘El Periódico’, “si el PSOE cumple los acuerdos, llegaremos a nuevos acuerdos y es más fácil que la legislatura tenga continuidad. Si los incumple, pues será prácticamente imposible”. Está claro por qué se conoce ya al presidente del Gobierno en funciones, como “Pedro el de las cesiones”.

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