Los inversores extranjeros compran deuda del Estado español a un precio más bajo; la prima de riesgo se recorta y los coyunturalistas de Funcas confirman su estimación sobre el avance del PIB, un 2,4%, en 2023. La Comisión Europea, por su parte, prevé un crecimiento del PIB comunitario en 2023 de un 0,6%.
¿Sánchez con sus pactos y su gobierno arrojarán por la borda los buenos resultados de la economía española? ¿Han extraviado el rumbo los inversores extranjeros en renta variable española o se repetirá el viejo dicho “ladran, luego cabalgamos”?
Un poco de cordura no les vendría mal a esos españoles que profetizan catástrofes mientras las empresas consiguen, bienvenidos sean, sabrosos beneficios; beneficios que confirma la evolución del IBEX 35.
Compras de bonos
España se rompe y los no residentes siguen comprando deuda del Estado a un precio más bajo y un buen número de no residentes se convierten en residentes instalándose en esta España. ¡Qué temeridad la de esos “guiris” que no han escuchado al presidente de Mercadona!
Ahora bien, en España, como ocurre en EEUU, el malestar de una gran parte de la ciudadanía es una evidencia que no recogen los indicadores cuantitativos económicos. El alza espectacular que tuvo la inflación por la subida de los precios de los productos energéticos, que con el añadido de la sequía ha empujado hacia arriba el precio de los alimentos; subida que la ciudadanía apunta en el debe del gobierno.
“La economía estadounidense importa menos, a la hora de marcar el rumbo de las futuras elecciones para muchos ciudadanos, que la bolsa de la compra”. Así lo afirman muchos expertos de aquel país.
La Bidenomics con sus potentes y multimillonarias inversiones en infraestructuras, la caída de la inflación y el desempleo, palidece ante los precios de la bolsa de la compra o el precio de las viviendas. Las posibilidades de un retorno de Trump a la presidencia guardan una estrecha relación con ese malestar de la ciudadanía estadounidense por el encarecimiento de los alimentos y los carburantes.
Una percepción equivalente de rechazo es cada vez más detectable en España, sin olvidar el temor por las secuelas de la amnistía. Gritos antes las Cortes españolas: “la amnistía catalana la pagaremos los españoles con nuestros impuestos”. Corolario: Cataluña será más rica y el resto de los territorios del Estado español más pobres, aunque muchos de los pueblos de las comarcas andaluzas, extremeñas o madrileñas sean la envidia de los habitantes de los municipios de Lérida o del Priorato.
Carencias en comunicación
El gobierno socialista de Sánchez y compañía ha tenido, a mi entender, dos carencias fundamentales: la política de comunicación y la nula aproximación de la Administración a la ciudadanía. Los telediarios no pueden ser menos informativos a la vez que conseguir una partida de nacimiento demora por lo menos cuatro o seis meses (experiencia propia).
Con la pandemia, muchos funcionarios han desaparecido mientras cuerpos de élite de la Administración española, preocupados por la amnistía, son incapaces de corregir el funcionamiento del aparato del Estado bajo su supervisión. La administración de justicia es, posiblemente, un caso perdido.
Si el gobierno actual, amnistía aparte, es incapaz de recomponer la brecha entre Administración y administrados y de mejorar su política de comunicación no lo va a tener fácil de cara a próximas elecciones.