Un movimiento justificado por las mayores prevenciones de los inversores ante las difíciles condiciones del sector en esta recta final del ejercicio. La actividad, pese a mejorar sustancialmente, sigue lejos de recuperar el ritmo normal previo antes de la crisis desencadenada por la covid y la guerra del Ucrania.
A ello se suma el cambio de ciclo monetario. Aunque el grupo insiste en que los altos tipos de interés no tendrán un impacto excesivo en sus cuentas de forma directa, lo cierto es que el endurecimiento del crédito sí estaría afectando de forma indirecta ante el impacto sobre las ventas del sector automovilístico que tendrá muy complicado alcanzar sus objetivos en el ejercicio. De hecho, cada vez son más españoles que optan por no financiar la compra de coches debido al alto coste financiero y eso se nota.
Otro factor negativo a tener en cuenta es la erosión de la actividad del fabricante de componentes para el automóvil debido por el alto precio de las materias primas y de la energía, aunque de momento todos estos costes se están pudiendo trasladar a los precios de venta.
Una serie de problemas que llevan al mercado a desconfiar, a pesar del que el grupo insiste en su capacidad para superar estos obstáculos gracias a una sólida estructura financiera. Estas dudas explicarían en buena medida el progresivo deterioro de la acción en los últimos meses.
En este sentido, los expertos técnicos apuntan a que el valor habría encontrado un suelo firme en la zona de los 6,3 euros por acción que le podría ayudar si no a iniciar una nueva fase alcista, si al menos frenar la vía de agua para defender la rentabilidad acumulada hasta ahora en el conjunto del año.